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B Ö L Ü M 3
𝕭𝖊𝖗𝖚𝖓𝖆
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Cuando llegaron a Beruna sus caras se transforman con algo de sorpresa, escondidos tras un troco miran a los telmarios de lejos.—Abajo— murmura Peter al escuchar unos caballos cerca de ellos.
Los presentes se agachan más de lo que estaban— tal vez no debimos tomar este camino después de todo— le dice Susan a su hermano con su mirada hacía el puente.
Peter piensa un momento ante de levantarse e irse seguido de Trimpkin, Susan y Edmund.
Syra quien se encontraba en silencio mira por última vez a su tío y hace un gesto de tristeza. Era mentira si decía que no le dolía, aquel hombre que se había encargado de ellos ahora quería asesinarlos. Su sangre.
—¿estás bien?— pregunta Lucy quien sostiene su mano como la castaña lo había hecho hace unos minutos.
—Lo estaré— murmura y dirige su mirada a la pequeña— andando
Caminaron de regreso a donde habían discutido sobre Aslan. Syra observa el lugar desde lejos.
—entonces, ¿donde crees que viste a Aslan?
—Desearía que dejaran de comportarse como adultos.No creo que lo ví ¡lo vi!
—Soy un adulto— murmura el enano.
—Estaba ...—dice Lucy caminando hacia la orilla del precipicio—Justo...— un pequeño grito por parte de la niña provoca preocupaciones.
—¡Lucy!
Tanto sus hermanos como Syra se acercan a la orilla por la pequeña, el corazón de la telmaria se relaja cuando ve a Lucy sana y salva.
—Aquí
Edmund y Syra se miran y sonríen con complicidad, estaba claro que la pequeña no había mentido cuando dijo que vio al gran leon.
Media hora después se encontraban bajando el gran acantilado para llegar a orillas de un pequeño río. La castaña es quien observa todo con asombro, la pequeña parte de Narnia le parecía fascinante.
—¿Necesitas ayuda?— Syra mira con algo de confusión al azabache que se encontraba esperando su respuesta— para cruzar... ese vestido se ve algo...
—Ahh... si, por favor— murmura esperando que el azabache le indicara que fuera adelante de él pero este sostiene con una de sus manos la cintura de Syra y con la otra sostiene la muñeca de la castaña con delicadeza.
Peter no pudo evitar no observar la situación tras de él, en la estación Edmund se había negado a sostener su mano y era su hermano, ahora con toda la voluntad era él quien insistía en sostener a la castaña.
—Gracias— murmura mientras observar las rocas para pisarlas.
Edmund levanta la mirada por un segundo quien se encuentra a Peter mirándolo pero este aparta el rostro cuando fue descubierto.
Extraño.
—Aquí estás, me había preocupado
—No tenías por que hacerlo— murmura con la mirada fija en el cielo
—Pues si una persona desaparece sin decir algo hay razón para preocuparse ¿no?— suspira— ¿que haces?
—No podía dormir.—murmura—Mi hermano y yo solíamos ver las estrellas casi todas las noches— sonríe ante el vago recuerdo— y más cuando le temía a la oscuridad
Esmund mira el estrella cielo y hace un gesto de confusión.
—Pues no se nada sobre astrología pero...
—El cinturón de Orion— señala la constelación y mira finalmente al azabache— lo extraño
El justo mira a otro lado y suspira— prometo que haremos todo lo posible para que te reúnas con él — murmura y fija su mirada— por cierto... no tienes que temer a la oscuridad
La castaña suelta una carcajada.
—Solo no lo digas ¿está bien?
Asiente ante las exigencias dea castañas.
—¿Como eres tan buena arquera?
—Mi madre—responde con una sonrisa nostálgica
—La extrañas, ¿ no es cierto?
—Todos las noches , a mi padre también — dice sentándose en el pasto
Edmund imita su acción sentándose junto a ella— Sabes, cuando entré a Narnia por primera vez también extrañaba a mis padres. Fue difícil pero aprendí que ellos siempre iban a estar siempre conmigo— sonríe— aquí— señala su corazón— y aquí— señala su cabeza— porque son tanto los buenos y malos recuerdos que siempre vas a llevar contigo y eso lo hace especial.
Una conexión de miradas que parece eterna provoca algo en Edmund.
¿Desde cuando era tan sensible?.
—Gracias— agradece dedicándole otra de su hermosa sonrisa.
Bajo ese cielo estrellado ambos adolescentes se acostaron en el verde pasto admirando las estrellas, la castaña gustosamente le explicaba todo lo que sabía sobre el tema y Edmund parecía interesado.
Cuando la primera luz del alba tocó todo el cielo ambos adolescentes ya habían caído en un profundo sueño y sin darse cuenta se encontraban duermiendo juntos.
Syra quien tenía su cabeza sobre el pecho del azabache y Edmund quien abrazaba a la princesa por la cintura.
La cálida cercanía fue suficiente para ambos, la comodidad de sus cuerpos tan cercanos provocaba un bonito sentimiento.