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—¿Edmund?— murmura la castaña atemorizada, mientras sostenía la mano de azabache con la mirada al frente.

Tenía miedo.

—Estaremos bien, lo prometo.

La joven princesa asiente ante las palabras de su interés amoroso.

La tropa de los telmarios se acercaban, esperaba que todo saliera bien; y sobre todo que Caspian -quien ya  había bajado con los otros narnianos- estuviese bien.

—¡Arqueros! ¡Prepárense!

Ambos ven a Peter sostener su espada con firmeza.

—Si no logro...

—No digas esas cosas.

—Quiero que sepas que fuiste mi primer mejor beso

Los choques entre espadas, los gemidos de dolor y el los escudos metálicos golpeandose con violencia era lo único que podía escucharse. La guerra finalmente había comenzando, todo había salido completamente mal.

Syra lanza una flecha hacía un telmario para salvar a un Narniano.

Le dolía.

Los telmarios eran su gente; pero primero estaban sus principios, ellos eran los invasores en contra de los verdaderos dueños de Narnia. En toda guerra tu corazón se divide, y llegas a sufrir por elegir la causa más justa.

La castaña siente un fuerte golpe a un costado de su cuerpo, trata de balancearse para no perder el equilibrio. Mira a dirección de su agresor, un hombre; uno de los general del ejército telmario la observaba con ira, sus manos parecían temblar cuando levanta la espada en dirección a la princesa; quien se escuda con rapidez con su arco.

—Dejaste a un padre sin hijo —Sentencia confundiendo a Syra—y ahora yo dejaré a un hermano sin su hermana.

La pelea entre telmario y princesa empieza.

El hombre intenta cortar a la castaña con su espada; pero nuevamente, Syra usa su arco para escudarse, estaba odiando internamente no tener una espada en mano.

Esquiva otro movimiento, y en ese momento solo parecían ser ellos dos.

Todos estaban en sus propios enfrentamientos, esta vez; no había un Caspian, un Edmund, un Peter o un William que la salvase, era solo ella; Syra tenía que defender su propia vida. Ya no era aquella indefensa princesa que había escapado de aquel castillo con miedo, ella era más que eso.

En un descuido, la filosa espada de telmario atraviesa un poco la armadura de Syra, provocándole un pequeño corto en el brazo derecho.

La telmaria jadea con algo de dolor, pero eso no le impidió seguir batallando por su vida. No era muy buena en el combate cuerpo a cuerpo, y ese hombre le doblaba su peso corporal.

Syra usa la parte superior de su arco para golpearlo ferozmente en el rostro. El telmario gruñe cuando un pequeño hilo de sangre baja por su nariz, nuevamente Syra aprovecha la ocasión para golpearlo, esta vez, provoca que el hombre pierda un poco el equilibrio, dandole una oportunidad para sacar una flecha de su carcaj con rapidez, y apuntarla en dirección a él.

—Eres una asesina al igual que tu tío—Dice firmemente sin moverse—Asesinaste a mi hijo y ahora lo harás conmigo.

Syra suelta un jadea con dolor.

¿Acaso él tenía razón?

—No— su arco seguía tensado, su brazo le dolía—No lo asesiné, no se por qué me salvó, no se por qué lo hizo. William no me debía nada.

—¡No pronuncies su nombre! ¡Asesina!—la castaña no supo en que momento su arco había salido disparado de sus manos.

Pero si supo cuando el hombre frente la golpeo con rudeza en el rostro. El cuerpo de la castaña cae al verde y pastoso suelo fuertemente. Sus manos evitaron que su rostro tocara el suelo. Syra suelta una gemido adolorido.

—Arrodíllate! — Syra, quien aún seguía en el suelo niega—¡hazlo!

—No me arrodillaré ante ti— dice con orgullo mientras la sangre caía de su boca—¡Ante ningún hombre! —Exclama con una sonrisa. Si su orgullo era su perdición, prefería morir por el.

El telmario frunce el ceño antes de golpear una vez más para de tomarla del cabello y obligarla a arrodillarse.

La punta de la espada de hombre amenazaba con cortar su yugular, Syra estaba agotada. Tenía su rostro golpeado, su labio sangraba al igual que su nariz, sin contar el corte en su brazo.

—No sabía... no sabía quien era William hasta la otra noche— traga— pero estoy agradecida... él salvó mi vida, y si tu vas a quitármela; el sacrificio de tu hijo fue en vano.

El hombre grita con furia mientras alza su espada, estaba dispuesto a asesinarla, pero su mortal ataque es interrumpido por unas raíces que lo toman por la cintura, levantándolo por los aires. Syra cierra los ojos cuando el cuerpo cae frente a ella.

Había muerto.

Su respiración se agita, ella había provocado eso.

Una vez más alguien había muerto por su culpa.

—¡Syra!—Edmund corre hacía la castaña, quien aún se encontraba de rodillas, el pálido adolescente hace un gesto de dolor y enojo al ver el rostro de su novia.

Sin esperar más tiempo, Edmund la ayuda a levantarse de ahí. No había podido ayudarla, no había estado ahí para ella. Si hubiese muerto, jamás se lo perdonaría.

—¿Syra?—Pregunta una vez más con preocupación. Pero la castaña solo mira a su alrededor. Las fuerzas telmarios parecían retroceden ante la presencia de los arboles.

—Lucy—Es lo único que pronuncia Syra, comprendiendo que gracias a la Reina Lucy; los narnianos ganarían la guerra.

𝐬𝐰𝐞𝐚𝐭𝐞𝐫 𝐰𝐞𝐚𝐭𝐡𝐞𝐫 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora