Me fui detrás de ella, tratando de callar las voces libidinosas que acudían a mi cabeza a tiempo que la veía quitándose la ropa hasta quedarse en ropa interior. ¡Santa madre!
—Svety... ¿Qué haces? —pregunté mientras tragaba saliva lo cual era muy difícil. El animal interno ronroneó y ni con mil respiraciones podía estarse quieto, vigilaba desde la puerta esperando el momento para atacar.
—Tengo calor —respondió ella encendiendo el aire acondicionado y sirviéndose más vino.
—Deja de beber —imploré, pero ella no escuchó, suspiré y decidí acompañarla, aunque en ese momento tenía demasiadas emociones como para recordarme que debía ser prudente.
***
Fui por las otras botellas, y ella emocionada siguió bebiendo, su voz seguía siendo firme, pero sus risas eran tan contagiosas.
—Román, el gran Román y su emporio. ¡Hombre! deberías tener fines de semana relajados y unos que otros días libres.
—Sabes que no puedo hacer eso.
—Sí que puedes, eres el CEO, dueño y demás. Además de qué te sirve tener mil empleados si todo lo quieres hacer solo.
—Esa es precisamente la razón por la cual debo de hacerlo por mi mismo. No me gustaría que alguien hiciera mal el trabajo y que yo terminará retrasado.
—Sí pero tampoco es como que te fueras a poner en el lugar del intendente —comenzó a reír mientras se soltaba el cabello de forma casual—. Este es el vino más rico que he probado.
—Creo que es el único —respondí confundido.
—Oh, es verdad —rió mientras seguía bebiendo—, deberíamos ver películas... ¿Cuáles tienes?
—Veremos películas si dejas de beber tanto, mañana...
—Ya basta con eso —sin darme cuenta estaba tan cerca de mí, podía casi sentir que sus labios rozaba los míos, mi corazón estaba peor que los tambores de una banda de guerra.
—Svety —murmuré sintiendo de golpe el alcohol en la sangre, mi cuerpo sorpresivamente se sintió caliente, y los brazos de Svetlana se cerraron en torno a mi cuello.
—Hueles tan rico —farfulló mientras me asía hacía ella, yo me sentía mareado pero sabía quien era la que estaba en ese momento en mi cama. Bueno... al final no podía ser culpa mía si ella se desnudaba frente a mí.
—Svety —intenté decirle que ella se diese cuenta de lo que estaba haciendo, pero era tarde. Aquellos labios suaves y que nunca había tocado, estaban sobre los míos.
Svety sabía besar, no eran esos besos salvajes, sino esos besos que parecían que tú le pertenecías a alguien más junto con sus babas y aunque resultaba asqueroso y chistoso al mismo tiempo, era algo excitante, Svety estaba ebria y yo también, incluso sentía que su cuerpo era un banco de niebla y no sabía donde estaba tocando. Ella sin darse cuenta terminó por caerse de la cama y creí que eso la volvería al mundo real, pero se puso de pie y sonrió como si se tratara de una loca. Saltó encima de mí y... bueno... no sé si perdí el conocimiento, pero todo se puso blanco y negro al mismo tiempo.
***
Un repentino dolor de cabeza llegó imposibilitándome el abrir los ojos, pero debía hacerlo. Busqué el reloj de mesa y entrecerrados los ojos me di cuenta que era demasiado tarde, abrí los ojos de golpe y si el diablo existiera, que porfis me llevara con él, comencé a reírme de mi propio chiste.
Intenté acomodarme y seguir durmiendo, más tarde ya habría oportunidad de preguntar en la empresa como estaban las cosas. Justo cuando intenté alcanzar la almohada, los cabellos rubios de alguien me helaron la sangre. La destapé y... grité.
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La culpa la tuvo el vino [Concurso: "Hazme reír, cosa"]
HumorRomán y Svetlana han sido mejores amigos desde el jardín de niños, sus amigos creen que parecen más hermanos que amigos, sin embargo, para los amigos de éste, Svetlana es una molestia. A pesar de las cosas que se murmuran a su espaldas, la realidad...