Capítulo 4

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Cuando llegué al departamento de Svety procuré cerrar con seguro y fui hasta la sala, pero no había nadie, fui a la cocina por un vaso de agua para bajar un poco el alcohol que había consumido y descubrí una nota pegada en el microondas.

"No soy la mejor cocinera pero te hice un poco de cena, está dentro"

Sonreí para mis adentros y lo saqué, era verdura frita con salsa de soja, realmente ingeniosa y un poco extraña porque ella sabía que no comía verduras, pero me los comí porque el estómago ya comenzaba a protestar el hecho de solo tener alcohol.

Mientras comía consultaba mis redes sociales, solo habían mensajes de Johan preguntando dónde estaba pero me limité a no responderle.

—Ya llegaste —era Svety medio dormida, pero no fue eso lo que me hizo dejar de comer si no que, tenía el cabello suelto y una camisa pegada de puntitos color menta y un short corto (muy corto) de color blanco—. Deja de verme así —se quejó y eso me hizo mirar hacia otro lado realmente apenado.

Nunca la había visto de esa manera pero debía aceptar que Svety era preciosa.

—Lo siento, por cierto tus verduras están, deliciosas.

—Sé que no te gustan pero sabes que soy práctica en cuanto a comidas rápidas, pero bueno... ¿Y eso que estás aquí? creí que estabas con el estúpido de tu amigo.

—De verdad no quiero saber de él, ya que si se entera sobre lo de su hermana...

Gravísimo error acababa de cometer y sabía que no había marcha atrás para crearme unas buenas mentiras.

— ¿Su hermana? —De pronto Svety estaba muy despierta— ¿Román Alexandré Dementiev, qué hiciste con la hermana de tu estúpido amigo?

Cuando decía mi nombre completo estaba en problemas, en muy graves problemas.

—Te juro que nada —dije en un vano intento ya que ella ya venía hacía mi con sus manos pequeñas a atacarme...

Con cosquillas...

—No, no, detente —soltaba risotadas y hasta lágrimas salían de mis ojos—. Basta, harás que me haga pipí, ¡NOOOO! —Estaba sobre mí picándome maliciosamente mientras me retorcía y terminaba encima de ella, tan cerca que sus ojos azules parecían tragarme como si fuese un amplio mar.

—Creo que ya deberíamos dormir —dijo de lo más normal, aunque esto para mí no lo era, una parte de mí —no me refería a física sino psicológicamente— estaba ansioso. Me ayudó a ponerme de pie y sacudió mi cabello, aquel gesto era raro en ella.

—Tan alto, tan guapo, tan inteligente, tan estúpidamente rico, y tan estúpidamente tonto, sabes que te quiero Román, pero sinceramente te ves del coño, creo que deberías dormir, ven —agarró mi mano llevándome a su habitación e instintivamente me frené.

—Svety —murmuré y cuando ella me vio fruncía el ceño.

— ¿Qué?

—No creo que sea conveniente que durmamos juntos...

Una gran carcajada se escuchó en todo su departamento y realmente me sentí todo estúpido e infantil.

— ¿Es en serio, Román? Llevo conociéndote toda mi vida y relativamente así es, como para que ahora pienses que te quiero violar, sí que me has hecho reír, pero si te reconforta dormir en el sofá no hay problema —soltó mi mano y de pronto sentí frío. "¿Qué era esto?", pensé mientras la veía irse a su habitación.

Decidí no causarle más problemas y sobre todo dejarla dormir; que se fueran a la mierda mis responsabilidades por un día, porque definitivamente quería mi día libre. Mis padres me habían dejado un emporio y crecí sabiendo del negocio y cuyo afortunadamente es el número uno en la economía.

La culpa la tuvo el vino [Concurso: "Hazme reír, cosa"]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora