"Me corres por las venas como una maldita droga, en esta dulce desesperación por volverte a ver."
–David Sant.
–Mirina por favor, hablemos como las dos mujeres adultas que somos –pedí mientras avanzaba lentamente hacia ella y con los ojos fijos en el arma que cargaba en su mano.–Yo no tengo nada que hablar contigo, maldita loca –escupió.
Torcí la boca en una mueca de inconformidad y seguí avanzando, haciendo que ella se alejara.
–Mirina, no tenemos por qué hacer esto por las malas ¿Bien? –supliqué mientras apretaba los puños con fuerza, conteniendome.
Y ella se abalanzó hacia mi pero me moví ágilmente hacia un costado, haciendo que se estrellara contra la pared que estaba detrás mío. Suspiré avanzando hacia ella y en cuanto se dió la vuelta para volver atacarme tomé su cabeza y la estrellé contra la pared; no una, ni dos veces, solamente las necesarias para que quedara inconsciente. La liberé al notar que ya no podía luchar y la dejé caer, tomé el arma de su mano y la guardé en mi mochila.
Me acerqué al lavabo, abrí la llave y dejé que el agua fría inundara mis temblorosos dedos. Respiré profundo y elevé la cabeza mirándome en el espejo e inevitablemente mis ojos se desviaron hacia el cuerpo inconsciente de Mirina.
No estaba muerta, claro que no ¿Cargar con otra muerte en mi consciencia? Ya bastante tenía que cargar con la muerte del niño que maté en el jardín de Carter. Sería demasiado para la poca cordura que me quedaba.
Apreté los labios con fuerza y solté un suspiro abatido mientras me torturaba viendo el pequeño hilillo de sangre que se deslizaba por la frente de la pelinegra.
Bueno, un problema menos.
Saqué el labial de mi bolso y me lo retoqué. Arreglé mi sedosa melena rubia y finalmente me aseguré de no tener ninguna marca que me delatara.
Perfecta.
Di la vuelta sobre mis talones y salí del baño oyendo el repiquetear de mis tacones contra los azulejos. Inflé un poco de mi goma de mascar y apenas crucé la puerta choqué contra un torso.
Alcé la cabeza con lentitud hasta quedar engullida por dos orbes ya conocidos para mi. Sus ojos, una mezcla entre el celeste y el gris me miraron fijamente sin ningún tipo de emoción.
-¿Dónde está Mirina? -soltó bruscamente y fruncí el ceño, molesta por oírlo decir aquello.
¿Por qué no puede venir a verme a mi?
-Primero -alcé la mano deteniéndolo -Tú y yo no deberíamos ni siquiera estar hablando -lo apunté con el dedo viendo como su rostro comenzaba a tornarse rojo -Y segundo, no tengo idea de donde está tú "maravillosa novia", pero si me disculpas, tengo unas clases a las que asistir -dije y me moví a un costado -Adiosito.
Di un paso y su mano se enroscó en mi brazo, me empujó contra la pared provocando que mi cabeza se golpeara violentamente, gimoteé mientras pestañeaba tratando de quitar las pequeñas estrellitas que se estaban comenzando a formar frente a mi rostro.
-¿¡Dónde mierda está Mirina?! -gruñó acercando su rostro al mío.
Quizás si alguien viera esto desde otra perspectiva creería que no somos más que una simple pareja que se está enredando en los pasillos del instituto. Y no dos personas que están a punto de liarse a golpes por... por... Por una estúpida que no sabe cerrar la boca.
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Astrid [Terminada✓]
Mystery / Thriller-Quiero resbalar la lengua sobre tus labios y morderlos suavemente hasta derramar tu saliva en mi boca -dijo con una sonrisa descarada y mis piernas flaquearon, la sangre dejó de fluir y me sentí desfallecer entre sus brazos... Astrid Schells se mud...