Capítulo 1. E.

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"Este desastre esta deseando chocar contigo."

-David Sant.


Observé por la ventana el paisaje. La naturaleza era algo que predominaba en el pueblo.

-Papá ¿Acá hay bosques? -pregunté viendo como pasábamos unas casas.

-Si, están un poco lejos pero son preciosos. Un día de estos puedo llevarte -dijo y volteé a mirarlo -Claro, si tú instituto no se me adelanta -sonrió divertido y levanté las cejas, curiosa.

En mi anterior instituto no nos llevaban a bosques. Nos llevaban a museos, algunas universidades prestigiosas y ahí nos daban charlas aburridas sobre diversos temas que al rato se me olvidaban. Claro que mi anterior instituto era privado y sólo asistían personas adineradas.

Pero acá tendré que ir a uno público en donde hay todo tipo de personas.

Sólo esperaba no encontrarme con delincuentes.

Estacionó en una tienda de color violeta y al observar por la ventanilla vi que era una tienda de pintura. Apagó el motor y se bajó. Por mi parte me di unos segundos para respirar profundo y reunir el valor para salir del auto y hacerle frente a mi nueva vida.

Aquí vamos.

Abrí la puerta y saqué mis piernas bronceadas, luego saqué el resto de mi cuerpo y me puse mis gafas de sol, inflé el chicle mentolado de mi boca y lo hice explotar.

¿Salida triunfal?

Caminé hacia mi padre contorneando mis caderas gracialmente sin llegar a verse vulgar. Una vez que estuve a su lado entramos a la pinturería y el sonido de música invadió mis oídos.

Al instante sentí como varios ojos curiosos nos observaban pero los pasé de largo y comencé a caminar por el pasillo haciendo que mis tacones hicieran eco contra el suelo perfectamente pulido. Me quité las gafas poniéndolas sobre mi cabeza y comencé a observar los colores rosados.

Rosa, rosado, fucsia, ponche, rubor, sandía...

Planeaba seguir pero un carraspeo me hizo girar la cabeza y observar al que se atrevió a interrumpir mi lectura de rosas.

-Buen día señorita ¿En qué puedo ayudarla?

Un chico unos centímetros más alto que yo, delgado, de cabello color chocolate y peinado hacia un lado, ojos color miel. Llevaba unos pantalones negros y una remera violeta con el logo del lugar. En el pecho derecho tenía pegado una plaquita con su nombre.

Y no traje mis lentes.

Pestañeé encantadora y le sonreí al chico haciendo que tragara saliva con nervios.

-Si, buscaba una lata de pintura en algún tono de rosado -dije y me relamí los labios provocando que el chico bajara la vista a estos -¿Cuál rosa me recomiendas? -ladeé la cabeza y mis rizos cayeron a un lado dandome un toque de inocencia.

El chico se aclaró la garganta mientras mantenía las manos pegadas a la espalda.

-Todo depende de los colores que tenga en su habitación -dijo y noté como los nervios amenazaban con dominarlo. Levanté las cejas.

-¿Esta insinuando que quiere ver mi habitación? -dije llevándome la mano al pecho exageradamente en un acto de asombro fingido. El rostro del chico se volvió rojo y parecía buscar un agujero en el cual esconderse.

-¡No, no, no! -dijo apresuradamente mientras movía la cabeza bruscamente de un lado a otro. Me mordí la lengua evitando explotar en carcajadas -Yo me refería a cuales son sus colores favoritos -dijo e inflé mi chicle enfrente suyo. Este observó el globo celeste y lo reventé haciendo que este pestañeé.

Astrid [Terminada✓] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora