"Yo le llamo arte a todo aquello que de alguna manera nos devuelve la vida".
-Elena Poe.
-¡Oigan! Miren lo que traje -para mi suerte, o desgracia, Blas me tomó del brazo con una sonrisa de oreja a oreja llevandome hasta ellos y la pareja se separó de golpe.El rostro de Mirina era épico, su boca estaba abierta en una gran O y supuse que jamás se habría imaginado que vendría y mucho menos vestida así.
En estos momentos agradecí a mi instinto femenino al momento de vestirme así. Llevaba una falda de cuero negra corta, que dejaba mis piernas al desnudo, de hecho estaba segura que si me agachaba demasiado se vería mi ropa interior. En la parte de arriba llevaba un top rojo sangre que parecía más un corpiño, pero que dejaba bastante de mi piel expuesta y todo eso junto a unos tacones negros. Mi intención era ir vestida lo más sexy posible y que combinara con el aire peligroso de Eryx.
Y en cuanto vi su expresión supe que había dado en el clavo.
Sus ojos me barrieron de arriba abajo y de abajo hacia arriba, por un momento me sentí desnuda ante la intensidad de su mirada. Sus musculos se tensaron tanto que creí que se rompería, su mandíbula estaba tensa y casi creí oírlo rechinar los dientes. Claramente no era lo que esperaba, pero algo había logrado al ver como sus ojos parecían pegados a mi.
Decidí hacer un truco que me había servido por años con los chicos, y que esperaba Eryx no fuera la escepción.
Sonreí con timidez fingiendo inocencia en cada uno de mis movimientos y hablé con suavidad, agradeciendo que la música se escuche como un murmullo.
-¿A qué juegan? -dije observando curiosamente el palo que sostenía Eryx y Mirina le arrojó una mirada a su compañero, advirtiendole que me mandara a callar, pero para sorpresa de todos, pasó otra cosa.
-¿Sabes jugar? -habló acercandose a mi e ignorando por completo a la chica que tenía a su lado, la cual tenía el rostro desencajado.
-Para nada -mentí con total naturalidad y me sonrió.
-Entonces ven, te enseñaré -hizo un movimiento con la cabeza y se dió la vuelta dandome la espectacular vista de su poderosa espalda.
Lo seguí cual niña pequeña, emocionada por aprender algo que ya sabía.
La ventaja de ser una chica muy sociable en mi anterior instituto, era que tenía bastante afinidad con los hombres y más de uno me había enseñado a jugar al billar, por lo que me sabía las reglas de izquierda a derecha, de arriba abajo y viceversa. Sabía hasta la posición en la que debía colocarme, pero eso no tenía porque saberlo Eryx ¿Verdad?
Coloqué las manos sobre el borde de madera y sentí la presencia de Eryx detrás mío. Sus dedos, habilidosos, acariciaron distraídamente mis brazos desnudos, haciendo que los vellos de mis brazos se erizaran, hasta que tocó mis manos y colocó el palo entre mis dedos.
-Lo tomas así -su voz acarició mis sentidos auditivos y me sentí en un maldito paraíso. Su fragancia me abrazó, inundandome de aquel perfume que hasta el día de hoy lo sentía tan familiar, como si alguien más hubiera utilizado esa fragancia en algún otro momento de mi corta existencia. -Luego te inclinas -colocó una de sus manos en mi cintura desnuda y pude sentir el calor que desprendía su palma, me movió suavemente y me mordí el labio, ansiosa de que me tocara.
Eryx me recordaba a la droga, lo veía y sentía como una droga, una droga peligrosa que de tanto consumirla te hundiría en un pozo. Y eso que aún no había besado esos lujosos labios, me preguntaba ¿Qué pasaría si lo besaba? ¿Se volvería mi adicción?
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Astrid [Terminada✓]
Mistério / Suspense-Quiero resbalar la lengua sobre tus labios y morderlos suavemente hasta derramar tu saliva en mi boca -dijo con una sonrisa descarada y mis piernas flaquearon, la sangre dejó de fluir y me sentí desfallecer entre sus brazos... Astrid Schells se mud...