Capitulo II

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Por la noche todas sus cosas fueron lanzadas con brusquedad terminando en el suelo regadas, mientras era empujado fuera del departamento, terminando con la puerta azotada en su rostro y una interminable furia. Maldita la hora que conoció a esa chica, le entrego lo mejor de si y se lo pagaba acostándose con otro y aún peor con un miserable beta.

Recogió sus cosas indignado, echando humo por sus orejas, quería partirle la cara a ese sujeto. Abordo su motocicleta pensado en su mejor amigo tal vez dejaría que se quedará por un tiempo con el. No le tomó mucho tiempo en llegar, estaba ansioso por desahogarse con su amigo, salir a emborracharse le sonaba una buena opción.

Toco la puerta abruptamente, siendo está abierta por una mujer rubia teniendo en cima solo una camisa grande que le llegaba al muslo, le miraba con un insaciable deseó enrollando un mechón de cabello con su dedo, recorría con su mirada todo su cuerpo. Steve se sentía realmente incómodo, iba a preguntar por su amigó pero paro en seco cuando lo escuchó al fondo.

—¿Quién es cariño?.

—Soy yo, estúpido—. Rodó los ojos sonriendo al ver a su amigó sacar solo la cabeza de la cocina.

—¿Que haces ahí afuera? Entra—. Steve pasó a lado de la chica ignorandola por completo, colocando sus cosas en el suelo. Está cerró la puerta y siguió al rubio hasta la cocina relamiéndose los labios.

Encontró a un James intentando esquivar gotas de aceite caliente que amenazaban en brincar hacía su piel. Usando solo una espátula en su mano y la otra protegiéndola atrás de su espalda. Estaba seguro que la mejor forma de cocinar era estar cerca de la estufa y mover los ingredientes, pero para ser que su amigó temía más por quemarse que por quemar la comida.

Tomó asiento en la mesa divertido al verlo peliar con la comida y explotó a carcajadas al ver cómo su amigó maldecia a los cielos al quemarse con el mango del sartén, soltando este, haciendo que el omelette cayera al suelo.

—¡Maldición! ¡No te rías perra!—. Gritó enfadado al no poder impresionar a la mujer que conoció apenas el día de hoy, con la cuál tuvo sexo salvaje. Se agachó a recoger la comida entré sus manos, aventandola con mal gustó al plató sobre la mesa. Ofreciendosela a la sexy rubia.

—Eres un imbécil si crees que comeré está porquería que llamás comida—. La mujer se sentó a lado de Rogers replicando asqueada, alejando el plató de su persona. Steve rio entré dientes.

—Es lo que hay cariño tómalo o muere de hambre—. Tomó asiento enfrente de su amigó, jalando el plato no deseado decidido en comerlo, sin embargó vio que no tenía su color amarillo usual, sino un negro cubriendo todo. —Soy una mierda de cocinero—. Alejó el plato.

Steve aún riendo se levantó de su lugar, llendo a la alacena, buscando dentro de los compartimentos algo que le sirviera. Dió en el clavo al encontrar un paquete de pan. Revisó el refrigerador esperando encontrar mermelada o un poco de mantequilla de maní y así fué. Aunque la nevera estubiera repleta de latas de cerveza y una que otra envoltura, fue un milagro encontrar algo comestible.

Sacó los panes de la bolsa de plástico, untandoles mermelada y la mantequilla de maní, uniendolas formando un sándwich.

Barnes le observaba atentó, preguntándose la razón de que su mejor amigo le visitará, hacé mucho tiempo no lo hacía y eso le preocupaba. Volteo a mirar a la chica Omega la cuál la encontró comiéndose con los ojos a su amigó. Rodó los ojos celoso, bajó la mesa le pateó la pierna levemente, ganándose un quejido y una mirada fulminante.

—Hace mucho tiempo que no me visitas—. Se levantó del asiento dirigiéndose hacía la nevera, tomando una lata de cerveza.

—Solo quería ver cómo estabas—. Dijo colocando un plato en la mesa con dos Sandwiches, dándoselo a la Omega, quién le agradecido lanzandole un beso.

—Como lo has visto estoy más que excelente—. Mencionó mirando a la rubia, guiñándole un ojo. —Tu. ¿Cómo vas con ella?—. Se empino la lata, dando un gran trago. Mirando a Steve quién repentinamente se quedó callado, vaya había dado en el blanco. —nena ve a vestirte—. Quería hablar con su amigo a solas y la mujer lo entendió a la perfección así que se levantó de la mesa y salió de la cocina silenciosamente.

—¿Que paso Steve?—. Preguntó suavemente, acercándose a su lado, observando su rostro agachado.

—Me engaño—. Dejó de lado el pan. —la encontré cogiendo con otro en la cama en nuestra cama...—. Se volteo, recargandose en la mesa cruzándose de brazos. — ...y me sacó del departamento.

—Oh esa maldita perra—. Escupió con el ceño fruncido. —No te merecía, jamás te mereció. Sabés conozco a unos tipos que matarían por dinero no les importaría ir a la cárcel, puedo llamarles y que le dieran un susto a ese hijo de perra que se atrevió a burlarse de ti, tu dime...—. fue interrumpido.

—Dios santo, no. Te lo agradezco Bucky, pero no—. Sonrío por las ocurrencias de su amigó, pero sabía que hablaba enserio así que decidido frenarlo antes de que se le metiera de llenó esa idea a la cabeza. James es ese tipo de personas qué si decide algo lo cumple. —Mejor invítame una cerveza—.

—Joder, haré algo mejor qué eso—. Fue hacía el pasillo encontrando sus zapatos botados, recordando lo qué pasó unas horas antes. El cómo aquella Omega se abalanzó sobre el, besandose desesperadamente sobre el colchón, despojándose de sus ropas aventandolas a dónde diablos fuera. Se los coloco rápido, tomando un suéter del perchero. ——vamonos—.

—¿A dónde?—. Steve confundido sacó las lleves de su motocicleta de su bolsillo.

—Vamos a tomar una taza de café—. Dijo en modo sarcástico, miéntras que un rubio le miraba extrañado. —¡Carajo Steve!, vamos a ir a un puto burdel y cogeremos con todos los de ahí toda la maldita noche. Te va a encantar—. Salió del departamento seguido por Rogers quien cerró la puerta. Olvidando totalmente a la mujer que estaba con ellos.

—¿James?...—. Pregunto a la nada, observando el vacío del departamento, chasqueando la lengua  con molestia.

Rogers y Barnes, montaron la motocicleta, conduciendo al dichoso burdel. Dónde Bucky había ido cientos de veces y legarantizaba a su amigó que se la iba a pasar de maravilla, pues en aquel burdel existia un Omega inigualable, hermoso de los pies a la cabeza, teniendo todos a sus pies. Hechizando a cualquiera con su pecaminoso cuerpo. Steve tenía que verlo con sus propios ojos.

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Gracias por leer

🍯Honey

Al ACECHO➝stonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora