Capítulo 12

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Estaba sentado en la mesa del comedor, mirando fijamente su comida de nuevo. No pude evitar juntar mis dedos mientras lo miraba, un hábito nervioso. Desde mi estratégica posición detrás de las puertas batientes de la cocina, no tenía problemas para presenciar la desesperación profundamente grabada en sus jóvenes rasgos. El pobre niño no podía tener más de dieciséis años, y ese... ese asqueroso hombre...

"Elysia, solo te lastimas cuando lo ves así".

Salté, girando para encontrarme con el ceño de desaprobación de Opal. Una cuchara mezcladora estaba todavía en la mano de la mujer mayor, goteaba masa sobre sus anchas caderas y estropeaba el auténtico uniforme de cocinera que llevaba. La vergüenza me hizo bajar la cabeza, alejándome lentamente de la pequeña ventana en la puerta y siguiendo a mi preocupada amiga de regreso a la cocina. Sin embargo, la angustia en la cara del joven Maestro Daniel nunca abandonó mi mente. Nunca lo hacía.

"¡La encontre!" Opal anunció al resto del equipo de cocina.

Todos levantaron la vista y suspiraron aliviados al verme sana y salva, con sonrisas en sus rostros.

"¡Gracias al cielo!" Exhalo una mujer más delgada de la edad de Opal, ya comenzando los preparativos para el almuerzo. "Estabas mirando a ese chico otra vez, ¿verdad?"

"Por supuesto." Opal puso los ojos en blanco, pasó junto a mi andar tímido y regresó a sus tareas culinarias.

Mabel, la mujer más delgada, negó con la cabeza, pero no pudo borrar la empatía de sus rasgos. Opal ocupó su lugar junto a ella y silenciosamente continuó cortando el apio. Mi mirada regresó a la dirección donde el Maestro Daniel todavía estaba sentado, y pude oir por los cortes de los vegetales cada vez más violentos de Opal, que ella no lo aprobaba.

"Debes tener cuidado, Elysia". Finalmente advirtió, sin apartar los ojos del apio. "Sabes que ese chico no es de nuestra incumbencia".

"Lo sé..." suspiré, cepillando un rizo rubio de cabello sucio detrás de mi oreja. Sin embargo, las palabras de Opal no hicieron más que entrar por un oído y salir por el otro. Ya sabía los peligros que podrían surgir al preocuparme por el adolescente, pero no podía evitarlo. Cada vez que lo veo caminando solo en los pasillos con esa expresión horriblemente vacía, algo dentro de mí solo grita que lo ayude. Si no estuviera tan terriblemente asustada, lo haría, pero cada vez que me pongo nerviosa, él siempre aparece. Vlad Masters nunca deja de salir de las sombras y coloca una mano posesiva sobre el hombro del pobre muchacho, alejándolo de mi sollozante corazón y adentrándose en los oscuros pasillos.

"Aw, sé amable Opal. No es malo tener un gran corazón". Tyler, el cocinero más joven y, por lo tanto, naturalmente el lavavajillas, me guiñó un ojo. Tenía poco más de veinte años, alrededor de mi edad. Le dí una pequeña sonrisa, pero Opal continuó antes de que pudiera agradecerle, su tono áspero.

"En este lugar lo es. Demonios, en este mundo lo es. Un corazón como el de ella no traerá nada más que problemas".

"Suenas como Regina". Tyler puso los ojos en blanco, frotando un plato.

"Oh, por favor, no estoy sin corazón."

"Regina no es despiadada". Dije en voz alta, defendiendo a la severa sirvienta jefa, "Ella solo se preocupa mucho por nosotras, chicas".

Opal respondió con murmullos incoherentes, finalmente hablando a nadie en particular.

"¿Dónde está Charlie? Él es el jefe, debería preocuparse por este tipo de cosas".

Una voz cálida, ligeramente exasperada, habló en su llamada.

"Estoy aquí, señoras... y Tyler".

Dominación (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora