Confesiones

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Después de todo lo ocurrido, ahora Sora usaba un collar especialmente hecho para ella por soichi, que funcionaba gracias a la ayuda de las dos nieblas de vongola el cual hacia invisible a la pequeña, además de poseer la particularidad de que solo los usuarios de los anillos podían ver a la niña.

Apenas había hecho el collar tsuna decidió que volver a su casa era la mejor opción, aunque hibari no estaba de acuerdo acepto con la condición de ir con ellos.

Habían pasado algunas semanas y aunque aún vivían juntos, ellos casi no hablaban el azabache se iba primero y volvía de último, por lo que para la pequeña Sora las cosas habían empeorado en vez de que sus padres se hicieran más cercanos se alejaban cada vez más, ella tenía que hacer algo

- Tsuna – Sora suspiro viendo a este - tu... Aún no lo dices a Kyoya que lo quieres, ¿Verdad? – el castaño sonrió y acomodó el cabello de la pequeña.

– No, no he hablado con él, pero justo ahora como están las cosas no creo que sea posible y además... Linda quizá lo que pasó solo fue un mal entendido

– él te quiere mucho... Yo lo sé

– linda... Tú no puedes saber lo que el piense de mi...

– Si puedo Tsuna... – se mordió el labio ¿Era mejor decirle la verdad?

– Sora, ya no pienses en eso... Mejor duerme – sonrió y arropó a la pequeña besándole la frente, está por su parte solo asintió cerrando los ojos para dormir siendo arrullada por el castaño mayor.

Hibari quien estaba pegado al marco de la puerta escuchando la plática de los dos dentro de la habitación, solo suspiro, ¿Como el castaño podía ser tan torpe? Y peor aún ¿Como él era un cobarde que no podía decir lo que sentía? No podía seguir así

Cuando el castaño salió de la habitación aprovecho para jalarlo del brazo y ponerlo contra la pared.

– Tsunayoshi – murmuró con esa voz que hacía temblar al castaño – tenemos que hablar.

– Hibari-san... Yo... No entiendo - apartó la mirada, no quería toparse con esos hermosos ojos que lo hipnotizaban – por favor suélteme...

– No te hagas el tonto, sabes perfectamente de lo que tenemos que hablar... Lo que pasó aquel día en mi casa, Tsunayoshi – tomo un poco de aire y valor, porque lo necesitaba – te amo...

– ¿Qué? – abrió sus ojos lo más que pudo y lo miro, no creía lo que había escuchado – usted... ¿Qué dijo? – el azabache chasqueó la lengua ante tal pregunta.

– escucha porque no lo diré de nuevo – nuevamente tomo aire antes de hablar – Sawada Tsunayoshi... Me gustas, desde el primer momento en que te vi y con forme fui tratando contigo llegaste a enamorarme...

– Hibari- san... - murmuro incrédulo por lo que el azabache acababa de confesarle – ¿habla en serio?

– ¿acaso soy alguien que mienta? – respondió con notable molestia ante la duda del castaño

– No... no es eso Hibari-san... es solo que – no buscaba palabras para describir como se sentía ¿emocionado? ¿Confundido? ¿Avergonzado? Era una mezcla de sentimientos que no podría explicar – esto es muy repentino, todo este tiempo creí que solo le causaba molestias...

– Eres un poco lento, creí que te darías cuenta de esto antes, no sería amable con alguien que fuera una molestia, no sería amable con nadie... nadie, excepto tu... - una leve sonrisa se mostró en el rostro del azabache

– Hibari-san – susurro el castaño sonrojado mirando las expresiones de su guardián, si, el definitivamente era sincero...– yo... yo igual lo quiero

– Eso ya lo sabía, Tsunayoshi – respondió con simpleza

– ¿de verdad? – lo miro sorprendido

– Si, y aun que no fuera así, lograría que fueras mío a toda costa

– Eso suena tan... ¿extraño? – dijo seriamente para luego soltar una leve risa – en todo caso, me alegra ser correspondido...

– Eres un omnívoro tan único – sonrió acariciando la mejilla de este – puedes pasar de la confusión a la alegría en segundos... de la debilidad a la fuerza... eso es lo que más me atrae de ti, Tsunayoshi...

Lentamente el azabache fue acercando su rostro al del castaño hasta unir sus labios en un tierno y corto beso.

– Hibari... san...

– llámame Kyoya desde ahora, y por cierto, en este momento te reclamo como mi pareja y morderé hasta la muerte a cualquier herbívoro que se acerque con dudosas intenciones a ti

– Hib... Kyoya – negó un poco con una sonrisa antes te abrazarse a este con fuerza – soy tan feliz...

– yo también – respondió el contrario correspondiendo el abrazo

Del otro lado de la puerta la pequeña castaña sonreía alegre, apenas su madre había salido de la habitación, ella se levantó y pego a la pared para poder escuchar a sus padres hablar y ahora, al fin había pasado lo que ella tanto esperaba ¡nacería en el futuro! Sus padres al fin estaban juntos, su misión había acabado y por fin podría regresar a su hogar con su familia, que seguramente la extrañaba. Tranquila volvió a la cama y se acomodó para poder dormir, y la mañana siguiente al fin ella podría confesar a todos la verdad para que la ayudaran a volver.

Tsuna despertó al escuchar una alarma, abrió un poco los ojos y miro la hora, las seis de la mañana, era definitivamente más temprano de lo que solía levantarse, volteo a ver y se dio cuenta que el azabache lo abrazaba, era cierto, había aceptado dormir con este en la habitación que ocupaba en su casa.

– acuéstate... aun puedes dormir – murmuro el azabache aun con los ojos cerrados

– buen día, Kyoya – sonrió y se acomodó para poder contemplar a su ahora pareja quien abrió los ojos

– Con solo verte ya es perfecto – respondió con una sonrisa para luego besar al castaño – sigue durmiendo, iré a hacer el desayuno...

– Gracia... pero iré a bañarme mejor

– Como gustes – le beso la frente y se levantó para poder ir a preparar la comida

– Debo estar soñando – dijo para sí mismo cuando el azabache salió de la habitación – Hibari-san es mi novio... ¡mi novio! – abrazo con fuerza la almohada del contrario sin dejar de sonreír

Pasados unos minutos se levantó para ir por su ropa limpia y poder meterse a la ducha y al terminar fue a la cocina.

– ¿Debería despertara Sora? – pregunto el castaño tomando asiento

– No, aún es temprano... deja que siga durmiendo

– Bueno – respondió mientras tomaba un pan tostado – Tu... te has encariñado con ella ¿verdad?

– Sí, tengo mis razones... además es obvio que igual tú tienes un gran afecto por ella – dijo mientras ponía los platos sobre la mesa y se sentaba junto a este a comer.

– sí, supongo que es verdad, ella... ella es una linda niña y obediente, además tiene algo especial...

– casi como tú, Tsunayoshi...

– ¿sí? Bueno, en todo caso me alegra que esas personas que trataron de hacerle daño no la hayan atacado de nuevo

– y que ni lo intenten – murmuro con el ceño fruncido

El castaño solo sonrió y beso la mejilla del mayor para luego comer juntos, hasta que Hibari se levantó para ir a bañarse mientras el castaño lavaba los trastes, algo le decía al castaño que ese día pasaría algo, aunque no sabía si era algo bueno o no. 

SoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora