Era todo tan extraño, está vez todo parecía más bien como un recuerdo, lo vi sentado como de costumbre totalmente inmerso en su Palacio mental, parecía estar intranquilo, lo observe durante varios minutos, el tiempo pasaba y comencé a inquietarme más hasta que por fin me acerqué a el besando ligeramente sus labios, este Sherlock era el más parecido a la realidad y por un momento tuve miedo al ver su reacción, se declinó completamente en el sofá su cara era de sorpresa y duda.
Tuve miedo a que se fuera de mi lado, mi corazón se aceleró aún estaba cerca a su rostro con mis manos sobre las suyas.
Cuando la vergüenza se hizo presente intente alejarme a mi habitación donde me recostaría y cerraría los ojos esperando despertar a cualquier otra realidad una en la que no sintiera esa incomodidad.
Cuando estaba a punto de irme sentí sus manos jalar todo mi cuerpo y acercarlo al suyo.
Para así besarme, sus labios sabían a café, me sentó en sus piernas, metí mi lengua en su boca el gimio el fuego en sus ojos se encendió al toque de mi rodilla en su entrepierna.
Jure que jamás borrarla esa imagen suya de mi mente.
Esa luz en su mirada que delataba lujuria.
Nos besamos sin cerrar los ojos mirando mutuamente cada expresión de placer.
Pronto la erección en sus pantalones aumentó.
Comencé a lamer sus mejillas sintiendo su vello facial, mordí ligeramente su barbilla bajando a su cuello mientras con mis manos tocaba por encima de la ropa su pene.
Seguí bajando por su cuello.
