Por fin pude despertar a la realidad, sabía que no era un sueño, sentir el pellizco en mi mejilla me hizo darme cuenta de ello lo cual fue muy bueno.
Incluso escuchar su risa fue muy bueno.
Pero cuando volvimos a aquel departamento me sentí vacío aún recordaba la vida que tuve dentro de mi mente y aunque sabía que no era real no lo podía ocultar.
Sherlock se mantuvo a mi lado durante los largos meses que pase en terapia para poder moverme como antes, tomo mi mano y juntos recorrimos pequeños tramos hasta que por fin pude caminar por mi cuenta.
Vi su mirada camaleónica todos los días, algunos de los cuales mantenía la firmeza que tanto lo caracteriza en otras ocasiones sus ojos parecían mostrar una profunda tristeza y culpa.
No sabía que decir, además mi nerviosismo me delataba cada que sus largos dedos me tomaban para ayudar a mi rehabilitación.
Lo peor eran las pesadillas o la falta de sueño, está vez por parte de Sherlock.
Algunos días estando en casa lo escuche gritar, para luego llegar a su habitación y verlo envuelto en sudor y con lágrimas en los ojos.
Quise quedarme a su lado, tomarlo entre mis brazos y susurrar palabras en su oído que le pudieran reconfortar, pero fue en vano.
El miedo al rechazo se mantuvo en mi mente.
El parecía cansado y yo algunos días deseaba que todo esto solo fuera una pesadilla.
Odiaba verlo sufrir más cuando dejo de ir a trabajar, se dedicó a cuidar y cultivar plantas.
Se ponía a analizar la medicina basada en plantas.
¿De cuando acá le gustaban las plantas?
No fue lo único raro en el, de pronto me desperté varias veces al escuchar el ruido de ollas en la cocina solo para encontrarlo cocinando.
¿Que clase de Sherlock era este?
No es que no lo amará, incluso amaba cada una de sus partes.
Creo que incluso lo amaría aunque fuera un reggetonero, no me importaba siempre y cuando fuera feliz.
Pero no lo era, no sabía que hacer, solo quería volver el tiempo atrás.
