Los policías fuera de la habitación me vigilaban constantemente, no comprendía nada de lo que pasaba, de pronto escuche gritos fuera de la puerta, era Sherlock estaba completamente seguro, jamás podría olvidar aquella voz tan singular, seguramente en otro momento o en otras circunstancias mis piernas se hubieran vuelto gelatina al escuchar aquella sexy voz, pero no era momento de pensar en aquello.
Intentaba prestar atención a lo que decían, escuchaba gritarle a un tal Anderson, solo lo escuchaba hablar tan rápido que no podía comprender el por que de aquellos gritos, de pronto como salido de una película lo vi entrar en mi habitación, se quito la camisa los pantalones y el abrigo, no entendía lo que pasaba.
Estando completamente desnudo se acercó a mi cuerpo, que por alguna razón que no alcanzaba a comprender del todo o quizá me negaba a admitir, temblaba de sobremanera aún así deje que hiciera de mi lo que el quisiera.
Quito la ropa del hospital con sus largas y finas manos, mi cuerpo se estremeció al leve tacto de sus dedos, cuando por fin me quito la ropa me pidió que rápido me pusiera su ropa y me fuera al 221b de Baker Street, que hablará con su casera y le inventara cualquier cosa para que me dejará entrar.
Era un tipo muy extraño aún así hice todo cuanto me ordenó, salí por la puerta sin que nadie sospechará de mi huida.
Cuando llegue al departamento me recibió una señora mayor, me pregunto si era un cliente y me explicó que Sherlock no estaba y que mejor fuera en otro momento, no sabía que decirle para que me dejará entrar así que le dije que era su novio.
La señora se alegro mucho, rápidamente me invito a pasar y a tomar una rica taza de té.