11. Ni contigo ni sin ti

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Sophia P.O.V

Sophia se sentó en frente de la fogata recién echa tratando calamar el frío de su cuerpo y el irremediable vacío en su corazón.

Durante un mes las cosas no habían mejorado.

Todo parecía un verdadero desastre, desde que los adolescentes se separaron y perdieron esa fugaz oportunidad de volver a casa. No se dirigían la palabra, y las pocas veces que se cruzaban buscando comida o provisiones se ignoraban lo mejor posible. La pelirroja había aprendido a sobrellevar la situación tratando de concentrarse en sus propios problemas los cuales habían aumentado desde la partida del rizado.

Así como la bengala, varios objetos estaban desapareciendo misteriosamente del refugio y Sophia no encontraba explicación posible. Cosas banales como su maquillaje, peines y reservas de comida se esfumaban de la noche a la mañana como si un algún ladrón invisible rondara entre ellos.

Sabía que Wyatt la culpaba por haber perdido el avión, pero ahora tenía pruebas suficientes de que algo muy extraño estaba pasando en esa playa.

Casi podía sentir que se estaba volviendo loca, aunque sin duda su mayor preocupación era la reducción considerable de comida.

Wyatt había tomado todas sus pertenencias, incluyendo algunas de vital importancia para el "equipo". Entre ellas la preciada red de pesca que salvaba su estómago de una dieta completamente vegetariana.

Nunca pensó que extrañaría el sabor del pescado pero ahora le vendría bien algo de carne. Suspiro frustrada y metió un trozo de fruta a su boca... El orgullo, la dignidad (y más que todo el deseo de prevenir otra pelea) hacían que la pelirroja descartara la idea de pedirle nada al rizado.

¿Además, de qué serviría?

No era como si ella pudiera pescar muy efectivamente por su cuenta pues, aunque le costara admitirlo, su problema no radicaba en la habilidad o el ingenio, sino en la falta de fuerza física. La altura y los músculos desgarbados de Wyatt habían resultado ser el mejor acceso a bananas, cocoteros y los peces más grandes.

Por suerte Sophia había logrado conservar los anteojos para el fuego, lo cuales la había salvado de una que otra ampolla en los dedos. No quería imaginar el suplicio del rizado al tener que encender las fogatas con varas y rocas de forma tradicional.

Observó las llamas pensando si llorar o reír por lo absurda de la situación. Si creyó que era malo estar en una isla desierta... ser mantenida en las sombras por su mejor amigo era muchísimo peor.

Al levantar la vista pudo observar a Wyatt desde la distancia, tratando de mejorar su " nueva casa". El enclenque refugio apenas se sostenía por sí solo, alzándose con dificultad sobre la arena.

A pesar de la lejanía podía observar las marcadas ojeras del rizado y supuso que al igual que ella, pasaba despierto la mayoría de las noches.

¿Estaría pensando en ella? ¿Seguiría odiándola?

Esas preguntas la atormentaban casi a diario.

Poniéndose de pie, decidió que necesitaba una caminata para despejar su mente. Desde hace unos cuantos días, tenía pillado un par de nidos de cacatúas en algunos árboles del bosque. Al verlos por primera vez le sorprendió que no estuvieran demasiado altos, así que tal vez podría alcanzarlos y preparase unos huevos revueltos para variar.

Antes de adentrarse en la jungla pudo sentir la penetrante mirada de Wyatt que la evaluaba no tan disimuladamente a unos metros.

Lo extrañaba

Su cuerpo se había estirado unos centímetros y su cabello rizado también había crecido. Aunque se veía delgado por la falta de alimento, sus músculos se habían tonificado por el ejercicio físico, lo cual lo hacía ver inusualmente atractivo.

PARADISE ; SyattDonde viven las historias. Descúbrelo ahora