Las tres niñas habían utilizado la cura en varias personas, las que se integraron a su comunidad.
Sus misiones eran repartir el antídoto sobre todos los zombies posibles, para devolverles la vida y evitar matarlos.
Sharon y Alaska eran más unidas que antes, ya que la menor estaba sumamente agradecida y sentía una gran admiración hacía ella, además Jinkx pasaba más tiempo con Ivy del que pasaba con ellas.
...
-...Descubrimos el antídoto y salimos para probarlo, lamentablemente tuvimos que deshacernos de algunos zombies, ya que no teníamos opción, pero por fin pudimos encontrar la receta correcta y lo probamos en ti, por eso te llevamos. ¿Que se sentía ser uno de ellos?- Sharon hablaba con la otra niña y le contaba con detalles como habían creado la cura para el virus.
Se encontraban dentro de una bañera grande, el calor las estaba matando, así que decidieron hacer una piscina improvisada.
Sharon llevaba una bikini color negro y su cabello, el que había peinado con tanto esmero para que se viera liso, volvía a ondularse gracias al agua tibia.
Alaska llevaba un traje de baño de una sola pieza, de un hermoso color coral, su cabello estaba atado en una cola de caballo, con un moño del mismo color.
-Era totalmente horrible, no podía sentir nada excepto dolor físico, pero cuándo lo sentía no podía expresarme, en un momento pensé que quería morirme, pero tu me salvaste, por eso estoy sumamente agradecida contigo- se sinceró.
-Eso debió ser una mierda , pero me tienes a mi y a Jinkx, olvida lo que ocurrió, te prometo que no dejaré que nada más te suceda- Alaska asintió con la cabeza mientras tocaba su herida, el único recuerdo de ese terrible momento. Agradecía estar a salvo en aquel refugio, y confiaba en que Sharon la protegería, ya que la misma siempre repetía una y otra vez que le brindaría su protección.
-Nunca te dejaré, nunca lo haré- Sharon repetía una y otra vez.
...
Alaska volvió a si misma.
La habitación estaba completamente helada, la única luz provenía de un foco algo dañado.
-¡Nunca te dejaré!- ella tenía frío, todo su cuerpo dolía como el infierno.
-¡¿Qué parte no entiendes?!- sus ojos se sentían realmente pesados. Con dificultad, miró hacia un costado y vío el paquete de pastillas abierto, con algunas de estas esparcidas por el sucio suelo.
-¡Estoy hablándote!- Las pastillas la habían afectado demasiado, había soñado con zombies y todo había le parecido muy realista, incluso Sharon estaba en aquel sueño, y cuidaba de ella que poco realista... Río levemente al recordar una parte al azar de su extraño sueño.
-¿De que te ríes?- La otra mujer miraba a la niña encadenada al suelo, apoyando el peso de su cuerpo en sus propias manos.
-¡¿De que mierda te ríes?!- por fin, Alaska recordó con claridad lo que estaba sucediendo cuando un fuerte golpe fue depositado con violencia sobre su mejilla.
Alaska miró a los ojos a Sharon e intentó removerse de entre las cadenas, pero no pudo liberarse.
-No pienso dejarte Alaska, estarás conmigo para siempre, promételo- su voz era más suave que antes, pero aún así intimidante.
¿Cuánto tiempo había estado allí? ¿Semanas? ¿Meses? ¿Años? Estaba muy drogada como para recordarlo, solo pudo pensar en los labios de Sharon sobre los suyos. Alaska ya se había acostumbrado a estar de esa forma, a estar así con la que alguna vez había llamado compañera.
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