thirteen ☼

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La señorita Colleman es profesora de artes en la escuela y en sus turnos extras también era la encargada de las actividades curriculares y los eventos realizados en la escuela por lo que ella es la que nos estaba dando órdenes a todos desde las cinco de la tarde.

Cuando recién llegamos ella se dispuso a tomar asistencia para verificar que todos los que nos habíamos apuntado como voluntarios estuviéramos ahí presentes pero como ya era de esperarse solo faltaba una persona para estar todos completos.

La profesora pronunció el nombre de Finn dos veces mientras que todos nos veíamos mutuamente buscándole con la mirada hasta que en la tercera y última ocasión que ella le llamó fue cuando al fin se escuchó una respuesta concreta que no fuese el eco de la voz de la señorita Colleman.

—Presente, perdón por llegar tarde...—. Todos volteamos hacia las puertas del gimnasio escolar viéndolo a él entrando a paso ligeramente rápido.

Mis ojos finalmente tuvieron el placer de ver a aquel peculiar ruloso desde hace algunas semanas de su ausencia y al instante todas mis emociones comenzaron a revolotear en mi interior con dureza.

Su voz se escuchaba igual de desganada que siempre y su cabello vuelto un desastre ya era algo muy típico de él que yo adoraba ver.

La profesora solo le dio un pequeño sermón sobre la puntualidad mientras él trotaba hacia donde estaba todo el grupo para llegar más rápido y, siendo coincidencia o no él se colocó a lado de mi causando que instantáneamente el inconfundible olor a cigarro que desprendía su ropa llegase a mi nariz.

Suspire y arrugué un poco la nariz puesto que el cigarro jamás había sido de mis olores favoritos pero en esta ocasión el olor provenía de él y solo eso ocasionaba que mi disgusto se esfumara en gran parte.

Dios mío, lo tenía a mi lado después de todo.

Tal vez él no se dio cuenta de que justo se había puesto a mi lado, tal vez solo fue una coincidencia o tal vez no pero, fuese cual fuese el dilema mi corazón ya era bastante consciente de su cercanía y hacía notar su felicidad con los latidos tan presentes que sonaban en mi pecho con euforia.

Y no mentía, un latido tras otro me invadían a una velocidad tan poco convencional que realmente parecía que en cualquier momento se me detendría el corazón por exceso de uso y yo moriría ahí mismo teniendo a Finn a mi lado como un posible último suspiro.

Y fue justo ahí cuando me puse a pensar en algo totalmente inesperado de mi parte pero cuando yo muera, ¿realmente tendré a Finn en mis pensamientos hasta perder la conciencia?

Muy probablemente así sea puesto que a además de mi madre él es la persona que más me importa en toda mi existencia, sería algo lógico pensar en él hasta cuando no pueda hacerlo con claridad.

Al instante la voz de la profesora Colleman me hizo sobresaltar con ligereza sacándome del pequeño trance en el que mi mente me había sumergido con profundidad en segundos anteriores.

Gracias al cielo interrumpió mis pensamientos antes de que se volviesen aún más extraños.

—Bueno chicos, la primera tarea es muy simple...—. Comenzó diciendo. —Como pueden notar en el suelo de este lugar hay unas cuantas cajas que evidentemente contienen las decoraciones que se colocan aquí cada año. Sáquenlas, desempolven todo lo que puedan y comiencen a adornar que todo esto tiene que estar listo mínimo diez minutos antes de las siete...

Y así la profesora Colleman nos explicó muy por encima que necesitaba que las cosas estuvieran acomodadas antes de tiempo para así ella organizarnos en los puestos que ejerceríamos en toda la noche, los que se encargarán de servir las bebidas, los que se encargarán de la cabina fotográfica, los que se encargarán de la música y todas esas tareas absurdas que usualmente realizan los maestros pero que en esta ocasión los esclavos éramos nosotros.

i'm not ashamed | fack ☼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora