Llaves.

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Rowoon despertó mucho más temprano al día siguiente, corriendo a la cocina para dedicarse y poder preparar un abundancia de comida que satisfaciera dos personas.

Estaba decidido, ese día Inseong no se iría tan rápido. Encontrasen o no su objeto, queria que permaneciera siquiera un poco más, eso le bastaba.

Aunque, realmente deseaba poder encontrar lo que sea que trajera ésta vez. Después de todo, ese era su trabajo.

Satisfecho con la comida que preparó, sonrió mientras guardaba todo en el refrigerador y bajaba a la recepción. Aún quedaban treinta minutos antes de la llegada de su visitante favorito. ¿Para que negarlo? Nunca ha ia sentido tanta conexión hacia uno de ellos como con Inseong. Difinitivamente era especial.

Espero impaciente durante esos treinta minutos, que parecían pasar tan lentos como una oruga. Observaba cada dos segundo el reloj, como si las manecillas fuesen a moverse con mayor rapidez, y Rowoon siquiera entendía la verdadera razón de esa ansiedad y enorme deseo de verle. Simplemente existía, y eso era suficiente para tenerle en ese estado.

Y finalmente el sonido de la campana llegó. Ahí estaba el rubio, entrando con su semblante tímido de siempre. El menor sonrió.

—Bienvenido a Lost & Found.

—Gracias, Rowoonie— Inseong respondió, acompañado de una resplandeciente sonrisa.

Rowoon ya tenía listo el cuaderno de apuntes. No fue necesario que pidiera la fotografía, el rubio ya la estaba alzando.

Esa vez se trataba de una llave color plateada sin mayor atractivo. Lo único curioso era un llavero de un gato de apariencia caricaturesca, color anaranjado con detalles blancos en el pecho, orejas y cola.

Una vez más el menor anotó los respectivos datos tras haber colocado la fotografía en su lugar, busco la llave que, irónicamente, les llevaría al lugar de llaves extraviadas.

Al entrar al ascensor, el azabache volteó a ver al mayor, Luciendo una amplia sonrisa en son de nerviosismo.

—Hyung.

—Dime, Rowoonie.

—Es... ¿Es necesario que debas irte a la misma hora hoy?

Los ojos del rubio se abrieron en asombro, desde el echo que el mayor llevaba un récord perfecto de sus entradas y salidas al lugar, hasta el detalle de no entender la razón de su pregunta. Rowoon se notaba nervioso, cosa que Inseong noto con facilidad.

—¿Por qué preguntas?

—Es que... Preparé el almuerzo, para ambos.— El mayor no había visto de esa manera al azabache, luciendo un leve rubor y mostrándose con poca confianza en sus palabras. Inseong sonrió, demasiado amplio.

—¿Era eso? Yah... Creí que dirías algo malo.—los ojos de Rowoon se posaron sobre el rostro adverso, perdiéndose en esa hermosa sonrisa que lucia.— Puedo comer contigo, no es ningún problema.

Las comisuras del menor se alzaron, creando un gesto sonriente demasiado amplio y con sabor a ilusión y felicidad. No entendía porque, pero sabía que un 'no', le habría echo sentir mal.

Las puertas se abrieron, topandose ambos con una habitación carente de iluminación, con paredes forradas en papel tapiz texturizado color púrpura oscuro y detalles victorianos en una tonalidad más clara. No había una sola estantería o mueble, todos los objetos se encontraban colgando en las paredes con sujetadores.

Millones de llaves de diferentes formas y tamaños, unas incluso parecían haber sido fabricadas un par de siglos atrás, oxidadas y abandonadas. Otras brillantes y pequeñas, como si recién hubiesen comprado una casa con nuevas cerraduras.

Lost and Found [Roseong] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora