Lápiz

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El sonido de la pequeña campana situada sobre la puerta principal en anuncio a visitantes sacó de su trance con la televisión a Rowoon, que en ese momento se había sumergido en un drama estadounidense que le pareció de lo más cómico e interesante.

—¡Lost & Found, bienvenido sea!— Hablo una vez apagó el televisor. El azabache se encontraba en una recepción similar a la de un hotel, detrás suyo un tablero con centellares de llaves y respectivos números. Sobre su cabeza un cartel neón con el nombre del establecimiento.

Su mirada se encontró con el visitante, un chico rubio, aparentemente mayor a él, aunque no demasiado. Se notaba un poco tímido ya que permaneció pegado a la puerta de la entrada sin siquiera decir palabra alguna. Rowoon le dedicó una amplia sonrisa, mostrando la característica forma en la que su pequeña nariz se arrugaba un poco al hacerlo.

—¡Hola, chico! Soy Kim RoWoon, encargado de encontrar de entregar lo que alguna vez se perdió.— El azabache hizo un ademán a diestra para que el mayor se acercara, cosa que hizo aún con aires de timidez, ocultando su rostro— Hey. . . No temas

—L-Lo siento. . . Es mi primera vez aquí.

—¡Oh, eso es genial!

El mayor alzó su cabeza, dejando cautivado a Rowoon con esos ojos cafés llenos de un brillo único y rebosantes de vida. Eran enormes y sumamente expresivos. Nunca antes había visto algo similar.

El azabache volvió a realizar un ademán, ésta vez para que esperara unos segundos. Camino entorno a la habitación detrás de él para buscar un cuaderno, regresando luego a la recepción en donde el rubio había esperado pacientemente. Aquel cuaderno lo utilizaba para registrar a todo visitante, era una manera de llevar una bitácora personal si es que alguna persona regresaba y a su vez para el conteo de visitantes por día, semana, mes y año.

—¿Nombre, edad, ocupación?— preguntó Rowoon una vez sacó su bolígrafo color rosa de Sailor Moon, un regalo de una vieja visitante de 7 años que decidió regalárselo luego de su visita. Realmente lo atesoraba.

El mayor sonrió con levedad al ver aquel bolígrafo, volviendo luego a su semblante calmado para responder.

—Kim Inseong, 26 años, fotógrafo.

El menor anotó todo en su respectivo lugar, seguido de la hora de la visita. Exactamente a las 10:00 am.

—¿Has traído la fotografía Inseong?

El mayor asintió antes de entregar lo mencionado al azabache. La fotografía de un lápiz con las iniciales “RS” escritas a un costado. Era un lápiz común y corriente, mordido en la parte del borrador, y se notaba que hiba a la mitad de su tamaño real. Rowoon colocó la foto en el espacio designado debajo de la información personal del visitante.

—Encontraremos tú lápiz, ¡no lo dudes!.— sus palabras hicieron sonreír con amplitud al mayor, dejando ver una peculiar y perfecta sonrisa. Sus labios realmente bonitos, pequeños y simétricos, sus dientes resaltaban, blancos, brillantes y perfectamente alineados.

El menor volteo hacia el tablero de llaves, tomando la respectiva para el nivel de “Bolígrafos, lápices y gomas de borrar”.

—Vamos, acompañame.

Rowoon salió del cubículo de recepción para caminar al ascensor, seguido de Inseong detrás. Llamó a este y ambos entraron, aunque ese no era un ascensor común y corriente. En lugar de tener botones que llevaban a los niveles, tenía una única ranura en dónde el azabache metió la llave y la giro. Las puertas se cerraron y el aparato se puso en marcha al nivel respectivo.

El menor no dejaba de sonreír, aunque el objeto perdido no era tan extravagante, el ser capaz de entregarlo a su dueño era la mejor recompensa de todas. La mirada de Inseong observaba con disimulos los gestos del azabache, provocandole también una leve sonrisa.

—¡Llegamos!

Las puertas se abrieron, todo el lugar se mostraba sumamente oscuro, no era un nivel visitado con frecuencia ya que esos objetos no solían ser “importantes” para las personas. Rowoon se adelanto para encender la luz, un piso tipo pent-house sin ningún amueblado más que cientos de repisas y estanterías se encontraba dentro.

—Lamento el desorden, no me he tomado el tiempo de re acomodar todo. No es un piso usual.

—Ningún problema.

Ambos entraron, finalmente, recorrieron entre los pasillos que formaban las estantería. El área de lápices se encontraba en el costado derecho, repleto casi en su totalidad por los típicos lápices amarillos.
Inseong no tardo en en buscar entre los miles de lápices, mientras Rowoon tomó uno de ellos para dibujar un lindo zorrito sobre la pared, algo sencillo y rápido pero que no pasó desapercibido por el rubio.

—Eres tú, Inseong.— señaló el dibujo, sonriendo con amplitud e incluso soltando una sonrisa rasposa, ganándose una risilla por parte del mayor. Luego de ello ambos se dedicaron a buscar el objeto perdió.
Rowoon conocía bien el lugar, a pesar de tener niveles repletos de objetos, él encontraba las cosas sin mayor dificultad. No tardaba más de media hora en satisfacer al visitante con la recuperación de lo perdido.

Pero en esa ocasión, el objeto no aparecía. El azabache había empezado a sentirse agobiado luego de una hora de búsqueda. ¿¡Como era posible no encontrar el objeto perdió!? Inseong suspiró, posando una mano sobre el hombro del menor y dedicándole una tranquilizadora sonrisa.

—Debo irme ya. No te preocupes por el lápiz.

Por más esfuerzo que Rowoon pudiese poner en ello, el lápiz no aparecería. Ya no tenía caso seguir con ello. Abatido, guió al mayor de vuelta a recepción.

—Muchas gracias, Rowoon.

El rubio agradeció con una leve sonrisa antes de salir del lugar, dejado a un frustrado chico adentro.

Intentó volver su atención al drama que le dejó encantado, pero no podía sacar el objeto perdido de su cabeza.
Esa era la primera vez que fue incapaz de encontrar lo que algúna vez se perdió.

Lost and Found [Roseong] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora