Cachorro.

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—¿Por que trabajas aquí?

—No lo se. He intentado salir, pero... Esa puerta es mágica. Si intento girar el picaporte, no abre.

—¿Huh? Pero... Conmigo funciona de maravilla.

—Quien sea que me puso en este lugar, no quiere que salga. ¡Sin embargo, no me molesta! Me encanta éste lugar.

Rowoon mantenía sus ojos abiertos, a pesar de estar en su habitación en penumbra total. Había despertado a las dos de la mañana, y desde entonces no podía dormir.

¿La razón? Recordar la conversación con Inseong.

Había pequeños momentos donde el azabache de bonita sonrisa realmente deseaba salir de ese lugar y conocer el mundo detrás de la pantalla de su televisor. Se preguntaba como sería el aire fresco, sentir la luz del sol tocar su piel. ¿Acaso tendría familia allá afuera? ¿Por qué no le buscaban, en ese caso?

—¿Por qué sigues apareciendo con objetos nuevos, apesar de que no he podido encontrar ni uno?

—Esperanza y fe.

¿A que se refería con ello? Realmente le era difícil decifrar muchas acciones y palabras de Inseong. Él, respecto a ese tema, se sentía como un total inútil sin valor. ¿Cómo era posible el no poder encontrar siquiera uno de los objetos?

Cada vez que pensaba en eso, la impotencia le causaba deseo de golpear una pared hasta romperla en mil pedazos. Rowoon podía notar la desilusión en los enormes ojos de Inseong, era más que obvio.

—Y... ¿Tienes pareja?

—¿Eh?

—Mencionaste el amor de tu vida el día de la flor. Has de amarle mucho, ¿Verdad?

—Yo...

—Lo vi en tus ojos. Ese brillo, estoy seguro que era amor verdader... ¿Te vas ya?

—Si. Me largo.

Rowoon cerro los ojos con fuerza. Realmente... Lo había arruinado. Los orbes ojos del mayor habían perdido todo rastro de vida cuando preguntó aquello.

—Ah... Inseong. ¿Estas sufriendo tanto como yo?— El azabache pregunto, como si tuviese al mayor frente suyo. No entendía lo que había pasado respecto a Inseong y el “amor de su vida”. Pero, estaba seguro que tocar el tema era lo peor que podría hacer de ahora en adelante.

En especial porque, realmente no entendía la razón de sentir su pecho doler con solo saber que el corazón del rubio latía fervientemente por alguien.

El sonido del despertador, le sacó de ese estado, notando hasta ese momento que ya era hora de volver a la rutina.

Se asió, comió, se cambió. Todo era lo mismo día tras día, con la diferencia que nunca antes se había sentido tan desmotivado en hacer todo ello. Lo único que le motivaba era el poder ver los ojos de Inseong, su peculiar sonrisa, su rostro angelical. Quizás hoy se atreva a darle un cálido abrazo, o tomar su mano.

La campana de la puerta en recepción hizo presencia, obligando a Rowoon a sacudir con levedad su cabeza y así poder volver a la realidad.

—¡Bienvenido a Lost & Found, lugar donde encontramos lo que algúna vez se perdió!

—¡Oh! No recordaba ese saludo.— Hablo el rubio, luciendo su inigualable sonrisa mientras alzaba la diestra en saludo al trabajador.

Rowoon, como siempre, no pudo resistirse ante esa tan perfecta y peculiar sonrisa, terminando por sonreír con la misma amplitud. Buscó el cuaderno y anoto los datos, una vez más el rubio aparecía exactamente a las diez de la mañana.

Sin necesidad de artícular palabra alguna, el menor alzó su mano e Inseong entregó la fotografía. Rowoon abrió sus ojos en sorpresa, difinitivamente este “objeto” era sumamente diferente, en todo sentido. La fotografía mostraba un cachorro pequeño, sumamente pequeño. Era de color negro y bronceado y de ojos negros, pelaje esponjoso, y con un collar rojo.

—Este si que es inusual. ¡Te sorprenderá saber que hay un nivel para animales!

La resplandeciente y bella sonrisa no tardo en tomar control del rostro del menor, Inseong posó su diestra sobre la cabeza del azabache y así revolver sus cabellos.

Caminaron hasta el ascensor, Rowoon utilizando la llave que les llevaría a ese nivel. Realmente deseaba preguntar respecto a la conversación de ayer, pero todo iba tan bien y el rubio se veía de tan buen humor, que arruinar el momento sería desastroso. Al llegar, los enormes ojos de Inseong se abrieron aún más; ese nivel parecía sacado de un relato bíblico.

Los animales paseaban en libertad, parecía que ese lugar tenía los ecosistemas reunidos en un solo espacio. Se podían observar animales salvajes, domésticos, herbívoros, carnívoros... De toda clase inimaginable de fauna, viviendo en armonía.

—Ninguno va a atacarte, tranquilo.

El rubio mordió su labio inferior antes de entrar al lugar, confirmando las palabras del menor. Inseong no tardo en sonreír, con tal amplitud que sus ojos se volvieron medias lunas. No se requería mucho para saber que ese lugar era del agrado total del mayor.

Semejante zoológico, Inseong se veía obligado a detenerse cada momento y poder observar a los animales, acompañado de Rowoon y su explicación de cada uno. Era un grata sorpresa el saber que el azabache tenía un nombre asignado a cada uno, y los recordaba con suma facilidad. Después de todo, su trabajo era memorizar los objetos y así encontrarlos fácilmente.

Poco tiempo después, caminaron hacia el lugar donde todos los caninos jugaban y corrían en total felicidad.

—Estoy harto de no poder encontrar lo que buscas.— No era extraño que ese lindo cachorro no apareciera en ningún lugar. Ese detalle se estaba volviendo sumamente agotante para el azabache, odiaba cada parte de no ser capaz de poder encontrar las cosas, desde el echo de incumplir en su trabajo hasta la sonrisa llena de comprensión del mayor.

Una vez en recepción, Rowoon tomó la muñeca del rubio, impidiéndole irse tan pronto. Inseong arqueo una ceja, sin saber exactamente qué decir. El de cabello negro le abrazó, con fuerza.

Los ojos del rubio se abrieron con amplitud, sintiendo un extraño dolor en su pecho ante el acto. A pesar de ser tan cálido, dolía.

—Lo siento.— Hablo con una voz rasposa el menor una vez se separo del cuerpo ajeno. Inseong sacudió con levedad su cabeza para volver a la realidad.

—Ya te dije, no te preocupes por los objetos.

—¡De verdad lo siento!

—Rowoonie, vamos... Realmente no es problema. ¿Si?— Y ahí estaba de nuevo esa sonrisa leve pero cautivante, esos ojos llenos de brillo y vida, y la diestra del rubio acariciando con levedad la mejilla de Rowoon.

El tacto tranquilizo un poco al menor, e Inseong lo notó de inmediato. Cuando el trabajador cerró sus ojos, el mayor se atrevió a rozar con delicadeza el labio inferior del menor, la profunda mirada de Inseong observando a detalle ese par de hermosos belfos Rowoon sintió su corazón latir a mil por hora, sin embargo lo único que invadía a su cuerpo era paz.

“¿Que diablos estas pensando, Inseong? Vete ya. ” La voz de la razón le llegó de golpe, alejándose lo más rápido posible del cuerpo del menor.

—Nos vemos, Rowoonie.

El azabache siquiera reaccióno hasta que escucho el portazo inundar la recepción. Al abrir los ojos, estaba completamente solo.

Pero su corazón se sentía lleno de calidez. Y su cabeza llena de confusión.




Lost and Found [Roseong] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora