Final

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Una vez Inseong salió de la habitación de su esposo, cubierto de amargas lágrimas, no pudo evitar correr lo más lejos posible. Poco le importó el desesperado llamado de la enfermera o las miradas que se ganaba. Simplemente huyó de ese momento y del dolor que se generaba en su corazón.

Al llegar a su apartamento, una vez cerró la puerta, su espalda colisionó contra ésta. Lentamente se fue deslizando hasta que se encontró en su totalidad contra el suelo, lanzando esos agónicos gritos que tanto habían deseado escaparse y había logrado retener. Tantas eran sus lágrimas, que empezaban a formarse pequeños charquitos en el suelo de madera, mientras sus manos empuñadas colisionaban contra el suelo.

Tanta era la alteración en el rubio que, sin darse cuenta, término completamente dormido. El cansancio físico y emocional le había orillado hasta ese extremo.

No sabía exactamente el tiempo transcurrido, pero la conmoción fue enorme cuando Inseong abrió sus ojos debido a la llamada telefónica. El cielo empezaba a teñirse de tonalidades moradas ya naranjas y el sol bajaba lentamente para ocultarse y dar permiso a la luna de apoderarse de la noche. El chico, aún alterado, se levantó con rapidez. Su mente aún recordaba la razón de haber caído prácticamente desmayado contra el suelo, pero debía ser fuerte. Corrió al teléfono, antes que la llamada se cortara.

Y, nada en el mundo le habría preparado para las noticias que recibiría al contestar.

Inseong no era alguien religioso, pero vaya que estaba agradeciendo a todos los seres divinos que se cruzaran por su cabeza mientras lágrimas volvían a apoderarse de su rostro. Sin embargo, las gotas cristalinas representabam su inmensa felicidad.

A la mayor velocidad que pudo, buscó una chaqueta debido al frío, y salió de su apartamento. No quería perder el tiempo en esperar un autobús o en pedir un taxi. La adrenalina era tanta, que correr no le era problema.

No supo cuanto tardó en llegar, tampoco se detendría a averiguarlo. Sin haberse dado cuenta, ya se encontraba en la pequeña recepción del área en la que su querido esposo estaba hospitalizado. Solamente en ese momento se dio tiempo de dar a sus pulmones algo de oxígeno. Sus manos se posaron en ambas rodillas, respirador con rapidez y dificultad.

—Eso fue rápido.— Una familiar voz femenina llamó su atención, haciéndole alzar su mirada.— Inseong, antes de entrar, debo darte un par de reglas.

—Lo... Lo que sea.— Hablar le era complicado, no solo por la corrida olímpica que tuvo momentos atrás; también influía la ansiedad y felicidad mezcladas.

—Rowoon muestra buenas señales, hicimos exámenes simples y todo se encuentra bien. Sin embargo, debes ser cuidadoso. Es mejor que su mente se vaya adaptando a su ritmo, así que no lo bombardees con demasiada información.

—Entiendo.

La mujer asintió, caminando hasta la habitación del azabache, siendo seguida por Inseong. Ella dio un par de golpes leves con sus nudillos, y abrió una vez se escucho la voz ronca del paciente diciendo que podían pasar.

—Hey, campeón~.— La enfermera lo saludo, ganandose una amplia sonrisa por parte del azabache. Era un alivio que su personalidad estaba intacta, a pesar del trauma, seguía siendo el Rowoon de antes que el incidente ocurriese.— Tienes visitas.

Ella se apartó, dando espacio al rubio para entrar. El silencio prevaleció, aunque no era incómodo. La profunda mirada de ambos se conectó, y sin necesidad de usar palabras, ambos estaban diciéndose lo mucho que se extrañaron.

Al cabo de unos minutos el azabache se levantó de la camilla y corrió hasta el mayor, rodeandole el torso con ambos brazos y apegando sus cuerpos lo más posible. Inseong le rodeó de igual manera, por el cuello y ocultando su rostro en la curvatura entre su cuello y hombro.

Los corazones de ambos palpitaban con fuerza, una mezcla de alegría y dolor en ellos. Se habían necesitado en uno al otro durante demasiado tiempo, quizás el rubio más que el azabache.

—Inseong, M-mi amor...— Rowoon se aparto un poco, dejando ver su rosto lleno de lágrimas.— L-Lo siento tanto...

—Shh... — El mayor paso sus manos de su cuello a sus mejillas, usando ambos pulgares para erradicar sus cristalinas lágrimas.— Nada de ésto es tu culpa... Y yo.. Mierda— Tuvo que morder su labio inferior unos segundos, luchando por no romperse en llanto.— Estoy tan feliz de tenerte de vuelta.

Ambos volvieron a conectar sus miradas, Rowoon estaba más que convencido que los ojos de Inseong eran los más hermosos que alguna vez vio. Y, de nuevo, el brillo lleno de vida había vuelto a ellos. Ambos sonrieron, y sin pensarlo más unieron sus labios.

Era un beso lleno de amor, expresaba todo ese tiempo que sus corazones se extrañaron el uno al otro.

Al fin, luego de tanto tiempo, Inseong y Rowoon encontraron lo que habían perdido. Uno sus memorias, el otro al amor de su vida.

Ambos comprendían que existían posibilidades que el estado actual del azabache pudiese empeorar. Ambos debían afrontar que el menor tuviese que permanecer otro tiempo en el hospital. Pero lo importante, era que se tenían el uno al otro para brindarse apoyo.

Por qué siempre estarían unidos, es un lazo que se forjó desde muy pequeños.
Su amor duraría toda su vida.






Y así llegamos al final de esta hermosa historia, gracias por sus votos y comentarios ❤️.
Pronto estaré corrigiendo los errores de la historia, que tengan lindo día^^









Lost and Found [Roseong] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora