Automóvil

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Las gotas cristalinas que emanaban de sus lagrimales y resbalaban por sus rojizas mejillas habían permanecido presentes casi toda la noches. Había algo en el interior de Rowoon que dolía, demasiado.

Los ojos de Inseong se veían cada vez más apagados y tristes. ¿Acaso él era el culpable de extinguir tanta hermosura en ellos? El azabache se sentía sumamente inútil impotente.

Rowoon sintió una puntada en corazón, sí el era el causante de ello, no se lo perdonaría en absoluto.

—Rowoonie...

La mirada del azabache se encontraba perdida, su mente divagando en un sinfín de cosas creando un dolor mayor en su pecho con cada segundo transcurrido.

—Hey, ¿Rowoonie?

Sus ojos empezaron a volverse cristalinos. Deseaba llorar de nuevo, y ya siquiera entendía la razón real. Simplemente deseaba hacerlo.

—¡ROWOON!

El azabache abrió los ojos lo más que pudo, saliendo de ese trance y encontrándose con la mirada preucupada y alterada del rubio. No supo en qué momento entró a la recepción, mucho menos cuánto tiempo estuvo sumergido en sus pensamientos.

—¿Por que lloras?, ¿Estas bien?— El lenguaje corporal de Inseong detonaba lo mucho que le preucupaba verle de esa manera, incluso caminó al otro lado de la recepción para poder tomar al menor entre sus brazos y acariciar su espalda y cabeza con cariño.

Rowoon parpadeo ante esas acciones, sintiendo la calidez del cuerpo ajeno y, por un momento, olvidando todo lo que le atormentaba. Podría vivir una eternidad entre esos brazos, sentir ese aliento olor a menta emanando de los labios del mayor, escuchar tan cerca el latir de su corazón.

—Estoy bien, Hyung. Estaba recordando una película muy triste que vi ayer.— Mintió. No sé veía lo suficientemente fuerte como para admitir la razón de sus preucupaciones.

—Me asustaste...— El rubio cortó el tacto contra el cuerpo ajeno, permitiendole a Rowoon poder notar ese leve sonrojo en sus mejillas.

El azabache contuvo el aire unos segundos al verlo. ¿Acaso existía una persona más hermosa que Inseong?

—Estoy bien, Hyung.— El menor mostró una amplia sonrisa, haciendo sus ojos desaparecer y logrando calmar al rubio.— ¿Qué has traído hoy?

El rubio pestañeo, al mismo tiempo que formaba una 'o' con sus labios. Por un momento olvidó la razón de encontrarse en ese lugar. Con torpeza buscó entre los bolsillos de su pantalón hasta dar con la fotografía que había guardado en uno de ellos.

El trozo de papel estaba completamente arrugado, como si lo hubiese echo una bola y luego lo haya extendido. El sonrojo, ahora avergonzado de Inseong se hizo mucho más prominente, ganandose una estruendosa risa por parte del azabache.

El menor intento quitar la mayoría de arrugas en la fotografía, finalmente fijándose en un auto relativamente moderno, de color gris oscuro y con los vidrios polarizado. Apenas y podían distinguirse detalles especiales, por lo que la búsqueda tendría que ser más minuciosa.

—Vamos.— Rowoon busco la llave que les llevaría al nivel de automóviles. Y sin más, ambos realizaron la rutina de ir al ascensor y esperar.

A diferencia que en esta ocasión, el silencio no fue incómodo.

Al momento que las puertas se abrieron, se encontraron en una especie de estacionamiento, sumamente enorme. Siquiera tenía concordancia de tamaño a comparación de los otros niveles que habían visitado antes. Asemejaba el estacionamiento de un enorme centro comercial.

Fue de esa manera que la exhaustiva búsqueda del automóvil inició, sin saber exactamente por dónde empezar. Inseong sabía de ciertos detalles característicos del vehículo, por lo que al encontrar uno similar, el rubio debía inspeccionar cada rincón y verificar si era el correcto o no.

Por más que Rowoon buscaba un tema de conversación para hacer el momento más ameno, conforme los minutos transcurrían, el ambiente entre ambos se mostraba tenso. Y no era nadie más que el rubio que parecía estar emanando un tipo de “aura negativa”, como Rowoon lo definiría.

Sus pequeños ojos se mostraban de la manera más oscura y sin vida que alguna vez vio en él. El azabache podía deducir ira, dolor, arrepentimiento, y nada de vida en ellos. Podía ver su sufrimiento y frustración.

—Ya debo irme.

Rowoon se encontró con la mirada del mayor, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.

—Hyung....

El rubio le observo de una manera tan fría, que lograba congelar su cuerpo entero. Y de una manera tan filosa que sentía su corazón ser mutilado por una navaja.

Inseong dio media vuelta, dirifiendoae hasta el ascensor, no dejandole más opción al azabache que seguirle, y resignarse, una vez más, a no encontrar lo que el mayor buscaba con desespero.

El incómodo silencio había vuelto, muchísimo peor que antes.

—No es tú culpa...

El mayor habló, con la mirada perdida sobre la puerta de la recepción, haciendo a Rowoon sobresaltarse un poco. Incluso su voz sonaba carente de vida.

—No es mi culpa...

—¿Hyun--

—Él tiene la culpa.

El rubio empuño ambas manos, dejando que sus nudillos se volvieran blancos y sus venas se marcarán con prominencia. Su voz había sido gruesa, un poco elevada y molesta, logrando que Rowoon sintiera un nudo en su garganta.

Y sin ningún contexto en las palabras del mayor, salió del establecimiento, dejando detrás al azabache con ojos cristalinos, confusión y culpa en su interior.

Por alguna razón, presentía que no volvería a verle. Y ello dolía más que nada.

Lost and Found [Roseong] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora