Sortija

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¿Es que acaso estaba destinado a no tener una noche más de buen sueño? Rowoon empezaba a entrar en una rutina más, una que le privaba de una confortable noche durmiendo. Las ojeras bajo sus ojos se volvían más grandes cada día, sin poder evitarlo en absoluto.

En especial con la preucupacion a flor de piel. Temia el no volver a ver al menor. El día anterior había sido, oficialmente, el peor de todos. La vida en los expresivos orbes de Inseong se había extinguido.

Rowoon suspiro había perdido la cuenta de cuantas veces pidió el deseo de que todos sus miedos no se volvieran realidad. Necesitaba siquiera disculparse con el rubio, necesitaba verlo una vez más.

Y, lo más Importante, necesitaba preguntar quién era “Él” aquel que el menor mencionó el día anterior. El azabache no soportaba más el pasar sus días con la confusión presente, y no comprendía la razón de todas las acciones de Inseong, ni como una simple persona llegó a destruir su tranquila vida. Lo que menos llegaba a entender, era el porqué, a pesar de todo, lo que menos deseaba era que el rubio se alejara de él.

Quizás todo eso que vio en muchas películas de romance era real, quizás el destino si existía. Quizás el corazón podía llegar a querer a una persona con rapidez.

Cada día que transcurría, Rowoon confirmaba que su corazón latía por Inseong. No quería buscar una razón lógica, simplemente lo aceptaba. Después de todo, no tenía otra opción más que esa, porque ni el amor más fuerte podría sacarle de ese lugar, además el rubio pertenecía a alguien más.

Solamente deseo ver su sonrisa cada día.

Pero, siquiera ese deseo se le estaba cumpliendo ahora. Gradualmente la actitud del mayor iba cambiando, mientras más veces visitaba Lost & Found, menos vida se podían ver en esos hermosos orbes.

Rowoon bajo a la recepción, apenas unos minutos antes de la hora en la que Inseong debía llegar. Sin mucho ánimo, y acompañado de un sonoro suspiro, busco su bolígrafo de Sailor Moon y la bitácora, anotando de antemano los datos del mayor.

A los pocos minutos que terminó de anotar, se pudo escuchar la campanilla de la puerta, y al rubio asomándose. Éste último alzó su diestra en ademán de saludo, sin embargo, su rostro permanecía serio y un tanto inexpresivo. Rowoon fingiria que todo hiba bien, necesitaba al Inseong animado de vuelta, y empezaba a desesperarle el no saber como completar su cometido.

—Bienvenido a Lost & Found, Inseong.— El azabache le dedico una de sus mejores sonrisas, el mayor simplemente elevó sus comisuras en un gesto que apenas y podía catalogarse como una sonrisa. Parecía más una mueca.— Umh... ¿Que traes esta vez?

El menor permaneció estático y en completo silencio durante unos segundos, los cuales resultaron ser eternos y agobiantes para Rowoon. Un nudo en su garganta se formó, dificultandole el respirar al momento que Inseong alzó su mano con la fotografía. Se trataba de una sortija, pero no cualquiera, era una de boda, echo de plata, con algunas incrustaciones de jade y, tallado en el interior, contenía las letras “RS”.

Los ojos del azabache se movieron con lentitud al rostro sin vida del mayor. Trago saliva con pesadez, volviendo su vista a la fotografía.

Debía encontrarlo, pasará lo que pasará, se notaba que ese objeto era lo más importante de todos los anteriores.

Sin ser capaz de mencionar palabra alguna, y tomando a su favor la rutina a la que ambos se habían acostumbrado, Rowoon tomó la llave que les llevaría al nivel de “joyas”. Ambos caminaron hasta el ascensor, y un avez las puertas se cerraron, el pesado sentimiento de incomodidad que traía consigo el silencio inundó el cuerpo del menor.

—Mi boda fue hermosa.—Rowoon dio un respingo, sin haber esperado que el rubio decidiera romper el silencio. Una sonrisa leve se había formado en su rostro, una que se notaba sincera.—No sabes lo feliz que estaba. Y, la mejor parte fue verle a los ojos antes de aceptar unir nuestras vidas.

Como si hubiese sido premeditado, las puertas se abrieron, dando paso al rubio para entrar a la habitación de paredes blancas y miles de mostradores de cristal. Rowoon no entendía en absoluto a que se debía el cambio tan abrupto de actitud, ni la razón que comentara sobre su boda. Tema que, realmente no deseaba escuchar.

Llenando sus pulmones de aire, en afán de cobrar fuerzas, el azabache le siguió. No tardaron mucho en iniciar la búsqueda, Rowoon no deseaba hacer más conversación con el rubio, necesitaba centrar toda su atención en el objeto perdido.

Se tomaba su tiempo en ver a detalle cada anillo en el lugar, rezando que, milagrosamente, apareciera el objeto frente a sus ojos. Inseong había notado su determinación, cosa que solamente respondía con una leve sonrisa.

Quizás hoy sea el día, mi amor. Pensó Inseong, sintiendo su cuerpo llenarse de esperanza. Sentimiento que se convirtió con rapidez en decepción al notar como el menor posaba ambas manos sobre su cabeza, jalando de sus azabaches mechones en completa frustración.

—No...

—Inseong, yo...— Rowoon presiono con fuerza sus labios, alzando su mirada al mayor. Se sentía de lo peor, creía que se derrumbaria ahí mismo en cualquier momento.— No lo encuentro, Inseong. No puedo encontrarlo.

Un escalofrío recorrió la espalda del menor, y juraba que su corazón se estaba destrozando ante la escena que estaba presenciando. Inseong simplemente rompió en llanto, llenando su rostro de cristalinas gotas con sabor a dolor.

El azabache intento acercarse, sin saber que hacer. Sin embargo, Inseong se aparto, soltando un fuerte sollozo y acuclillandose en su lugar, abrazando sus piernas con fuerza y dejando que todo el llanto acumulado saliera sin control alguno.

Inseong sentía morir ahí mismo, sus sollozos se transformaban con rapidez en gritos, y Rowoon sentía el aire abandonar sus pulmones.

Todo es mi culpa. Pensaba el azabache, acercándose de nuevo y posando su diestra sobre el hombro ajeno.

—I-Inseong... Lo sien...

—¿¡Por qué me haces esto, Rowoon!?— El rubio alzó su cabeza, sus ojos hinchados, su nariz ligeramente roja en la punta y su labio inferior abultado por las mordidas que se había propinado en afán de calmar su llanto.—¿¡Por qué no puedes recordarme!?

Rowoon abrió sus ojos de par en par, no esperaba esa respuesta. El mayor lo empujó, haciéndole caer al suelo.

—¿Por qué...?— Inseong limpió sus lágrimas con su antebrazo, intentando que calmar sus hipidos.—¿Por que no vuelves a mí, Rowoonie? Extraño al amor de mi vida, a mi esposo... Vuelve a mi. ¡Recuerdame!

Los ojos del azabache se llenaron de lágrimas, antes de sentir una enorme presión en su pecho y su cabeza doler cuál infierno. Sentía que hiba a estallar en cualquier momento, y el dolor era tanto que le hizo caer por completo al suelo, inconsciente.


Discúlpenme por los errores, pronto los corregiré >.<

Lost and Found [Roseong] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora