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"Quiero su cabeza y más vale que esto se haga pronto" se escuchó detrás de la bocina de su teléfono.

Una respuesta afirmativa por su parte, ya sabía que tenía que hacer, pero aun le quedaba esa duda que si lo pensaba detenidamente jamas obtendría respuestas y ponerse a investigar por su cuenta le robaría preciado tiempo que podría ocupar en otros asuntos, era demasiado temprano para él, las 8 de la mañana, decidió seguir durmiendo por al menos un par de horas más, no lo logro, un pequeño escandalo proveniente de la sala hizo que se levantara dispuesto a salir.

•~•~•~•

El fin de semana estaba ya sobre ellos que ni siquiera se dieron cuenta que ahora se encontraban frente a la casa de los primos de Shaka, esperando para que la gran puerta frente a ellos se abriera para darles paso, sucedió después de unos minutos de espera, Shaka salió y los invito a pasar, una sala amplia de color marfil con sillones de piel y una gran mesa en el centro, los ojos de sorpresa no se ocultaron, pero los labios no se abrieron para nada.

La primera lección la daría el anfitrión de la casa, comenzó con la base de todo, todos ponían la mayor atención posible, preguntando cuando no entendían de que iba la explicación, Shaka rodaba los ojos con un poco de molestia cuando eso sucedía, no porque le disgustara que hicieran preguntas, solo que algunas veces se excedían en ese asunto.

De un momento a otro el ambiente calmado se transformó en uno bullicioso, un poco de escándalo donde no se distinguía nada de lo que cada uno quería decir, Shaka suspiro pesadamente, solo rogaba porque el mayor de sus primos no saliera con una revolver o algo parecido a callarlos, para su suerte no pasó, para su desgracia el menor de sus primos salió con una cara de pocos amigos, al verlo de ese modo todas las voces cesaron, las miradas se cruzaron unas con otras.

¿Quién era el?, se preguntaban algunos, la mayoría no conocían a la familia de Shaka pues siempre daba excusas del porque sus padres no estaban en casa o la típica frase "trabajan demasiado", adornaba su vocabulario cada que preguntaban por ello, pero ahora no podía dar excusas tontas, estaba nervioso, jugaba con sus dedos, el menor de sus primos bajaba las escaleras de manera lenta, como si quisiera asesinar a todos ahí mismo, su mirada iba recorriendo a cada uno de los presentes con desprecio, analizando cada detalle de sus rostros, de sus cuerpos.

Sus ojos se detuvieron en cuanto lo vio, ese chico rubio de ojos azules no pasaba desapercibido y menos para él, se quedó recorriendo su rostro una y otra vez, en definitiva debía de ser él, ese muchacho era el que tenía que matar y ahora estaba en su casa, conversando con su primo, con sus amigos; trago grueso sin que nadie se diera cuenta, otra duda surgió en su mente, ahora que lo analizaba era una jugada maestra de su hermano, ese joven debía de tener relación con el accidente de hace tres meses, su parecido a esos dos que habían muerto era indiscutible; desvió la mirada y siguió bajando las escaleras.

Milo se dio cuenta de la mirada que tenía sobre él, quizá era su imaginación pero en ese momento juraría que ese joven en las escaleras estaba a punto de mandarlo a volar, quizá solo eran cosas suyas y desistió un momento en pensar cosas que no eran, pero pronto el nerviosismo volvió a apoderarse de él, su mirada se posó en aquel que le observaba, la frialdad en ese par de ojos lo dejo pálido, sin aliento, queriendo desaparecer en ese instante.

— ¿Sucede algo Milo? — preguntó Shaka.

—Nada que sea importante, Shaka, solo que ya me tengo que ir. — No hubo ninguna otra pregunta, supuso que la mirada de su primo lo había puesto algo incómodo pero ¿a quién no?

Le sonrió para calmarlo un poco, le acompaño hasta donde estaba la puerta de salida, pero había un pequeño inconveniente, el menor de sus primos estaba en el marco de la puerta, como esperándolos, Milo sintió que su sangre y su alma abandonaban su cuerpo, Shaka se dio cuenta de ello y miro al mayor con desaprobación, por su parte, el muchacho se limitó a levantar una ceja en seña de descontento, pasó por en medio de ambos jóvenes, Shaka suspiro aliviado y a Milo le regreso el color al rostro; vaya experiencia había sufrido. 

Una vez fuera de esa casa, Milo se despido de Shaka y emprendió camino a su fortaleza, aun con el escalofrió de la mirada de ese joven, aun con los nervios brotando de cada uno de sus poros, ¿qué había pasado ahí?, solo supo que jamás regresaría a ese lugar, por más que le insistieran en hacerlo, no lo haría, ni en un millón de años, ni mucho menos con ese muchacho rondando por ahí.

•~•~•~•

Después de haber despedido a Milo, Shaka y los demás siguieron con lo que acordaron hacer, ya después se las arreglarían para poder poner al corriente a su querido amigo, no obstante también tenían curiosidad del porque había salido así, de la nada uno de los familiares de su anfitrión, no porque quisieran incomodarle con preguntas que sabían no tendrían respuestas.

Luego de algunas horas entre risas y lecciones cada uno emprendió camino a sus respectivas casas, incluyendo Shaka quien se despidió de su primo y salió de ahí lo más rápido que pudo para evitar un posible interrogatorio y un buen sermón.

•~•~•~•

Vio a todos salir, suspiro pesadamente, ese rostro lleno de nerviosismo muy pronto estaría en un ataúd y el habría cumplido con el encargo de su jefe, pero era demasiado, demasiado joven para morir, demasiado alegre para arrebatarle la vida, demasiado para... para que él lo matara, pero no podía darse ese lujo, cumpliría sin cuestionar, como las veces anteriores, su teléfono comenzó a sonar.

—Más te vale que sea algo importante. — Respondió con la misma frialdad de alguien enojado.

Una risa se escuchó, del otro lado de la bocina... Una mujer.

Dan R

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Me sorprendo a mi misma de estar cumpliendo lo que me propuse.

por cierto ¿ya tienen sospechosos?

Entre tu amor y tu vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora