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El teléfono de su casa comenzó a sonar, se preguntaba quién sería tan temprano sin darle tantas vueltas al asunto levanto la bocina.

"¿Shaka?" se escuchó del otro lado de la bocina, esa voz era inconfundible.

—No, habla Kanon

"Hola Kanon, ¿me puedes comunicar con Shaka?" había hablado a la casa equivocada, sí, eso era un hecho pero era el único teléfono donde podía contactar a su amigo o al menos el único que el chico se dignó a darle.

—Milo, él no está aquí, en primera ¿porque llamaste a mi casa?, Shaka no vive conmigo.

"Es el número que me dio hace un par de días, dijo que podía encontrarlo ahí, pero ya veo que no, discúlpame por molestar tan temprano pero necesitaba que Shaka me acompañara a un lugar" bien podía ir solo pero lo que ocurrió aquella noche lo dejo un poco intranquilo y no esperaría a que Kanon lo salvara de nuevo.

—Ya veo, puedo decirle que te vea.

"si, por favor, dile que lo espero en mi casa a la una de la tarde".

Solamente se limitó a responder de manera afirmativa, ya tendría tiempo de hablar muy seriamente con su primo, mientras tanto vio el reloj, exactamente las ocho de la mañana, tendría tiempo de meditar las cosas, ¿adónde irían?, no es como si le molestara el hecho de que posiblemente esa salida era una cita, le molestaba que se hubiese revelado ante él la otra noche, le molestaba el no poder cumplir con su trabajo de la manera en que siempre lo hacía, le molestaba que quisiera, por una extraña razón, salvarle la vida a ese muchacho rubio.

La puerta se abrió dejando ver a su hermano junto a su primo, era demasiado temprano para que Shaka estuviera de "metiche" en su casa y también era extraño que su hermano saliera de casa, siempre se la pasaba en su oficina o en asuntos importantes, salió a su encuentro pero el único que pareció revivirlo con el mismo entusiasmo fue su primo.

El correr de las manecillas del reloj era lentas y tortuosas para Kanon, estaba inmerso en sus pensamientos y en una discusión con su "yo" interno, la razón al parecer tenia nombre, apellido y lo había llamado hace un par de minutos, indeciso y culpándose por lo que su mente le aconsejaba hacer, más bien una parte amable que desconocía por completo, salió como si nada pasara, sorprendiendo a los otros dos, no era raro que saliera así pero tampoco era común que no les hubiese dirigido palabra alguna además del saludo.

Se dio a la tarea de perderse por las calles un rato mientras la hora acordada llegaba, pensando muy seriamente en lo que estaba a punto de hacer, todo hubiese sido mas fácil si le hubiese dicho a Shaka, un momento... todo hubiese sido más fácil si no lo hubiese salvado esa noche, no, mejor dicho, todo hubiese sido más fácil si lo hubiera asesinado el día en que le entregaron la carpeta llena de información.

•~•~•~•

Dudas y mas dudas atormentaban su cabeza, una de ellas era la que se formó después de llamar a casa de Kanon y preguntar por Shaka, su amigo era un mentiroso, ¿Cómo pudo mentirle a él?, se conocían desde hace ya mucho tiempo y ahora no tenia la confianza suficiente para decirle que sucedía, era un maldito, si, eso era, un desgraciado que no tenia ni la mas mínima consideración hacia él que lo acompaño en las buenas y malas; no le daría el lujo de seguir así, en cuanto llegara le cuestionaría y si se resistía tendría que torturarlo hasta sacar la verdad.

Por un momento dejo su enojo y vio de nuevo el papel que sostenía entre sus manos, una dirección y un nombre  que seguro le interesaba a él, después de todo era el heredero de todo bien perteneciente a la familia Sargas, pero su corazón y su mente estaban en una situación confusa, todo su mundo se volvió de esa manera desde la muerte de sus padres y aunque la herida ya había sanado aun le dolía, más de una vez pensó en acompañar a sus padres pero ¿qué dirían de él?, ciertamente Milo no era esa clase de chico pero un corazón roto y un alma estrujada por los golpes de la vida pueden provocar pensamientos extraños.

Salió de sus pensamientos al escuchar como la puerta era golpeada suavemente, se acercó hasta la puerta principal, respirando hondo, ya estaba preparando su discurso y todo, arreglo un poco su playera y abrió de par en par la puerta pero en lugar de ser Shaka quien lo esperaba era Kanon.

—Tú, ¿qué haces aquí?

—Shaka no pudo venir así que vine yo, estaba ocupado, yo te acompaño. — Mentía, sí, pero algo dentro de él le dijo que lo hiciera.

—No confío. — Respondió Milo con el ceño fruncido

— ¿no confías en mí?, ¿estás seguro de eso, Milo? — Kanon no esperaba una respuesta positiva a ello.

Y ahí estaba de nuevo esa mirada, esos ojos profundos que le ponían nervioso y esa sonrisa que no había percibido hasta ese instante, la manera en como había hecho las preguntas de confianza le habían erizado la piel, de un momento a otro desvió la mirada, no sabía que responderle, ciertamente no confiaba del todo en Kanon.

—No — dijo en un tono serio. — No sé si confiar en ti, apenas te conozco, además el otro día me dijiste que me fuera de la ciudad.

—Bien. — Dijo Kanon — Soy Kanon Geminorum, tengo 24 años y trabajo junto con mi hermano Saga en la empresa familiar.

Eso sí que no se lo esperaba, Milo estaba perplejo, nunca imagino que una respuesta por parte suya desencadenara toda esa información, ahora sí que las cosas cambiaban, no es que por eso ya confiara en él, pero si podía decir que lo conocía un poco más allá de los dos encuentros anteriores.

—Así ya cambia la cosa.

—Ahora, ¿A dónde te acompaño? — Kanon había sonreído de nuevo.

Milo no dijo nada, solamente le mostró el papel que hace un buen tiempo tenía entre sus manos, Kanon lo miro una y otra vez, no podía ser posible, su expresión cambio cuando llego al nombre que estaba escrito en esa pequeña hoja de papel.

— ¿Sabes qué significa esto?

Milo solamente negó con la cabeza, tenia una vaga idea sobre el porque de la nota, pero a ciencia cierta no podía decir que lo entendía a la perfección. 

Entre tu amor y tu vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora