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Sorrento abrió la puerta y sus ojos se posaron en aquel que había dado apenas un par de pasos dentro de aquella casa, se quedó un poco, esperando, admirando cada facción de su rostro, sus labios, su cabello, sus ojos... esos ojos de un profundo color, esos que le hipnotizaban; se levantó lentamente de donde estaba sentado y dejo que las emociones en ese instante hicieran de las suyas, se abalanzo contra Kanon rodeando su cuello con ambas manos, sorprendido y sin poder creerlo rodeo su cintura con algo de fuera, demostrándole cuanto lo amaba y cuanto lo extrañaba.

Unos cuantos minutos después se separaron para verse a los ojos, perderse en los orbes del contrario queriendo recuperar todo el tiempo que habían pasado separados, queriendo igualar la distancia en unos pocos minutos, reducir esos 1,281 kilómetros en nada, en nada más que ellos y su amor, aunque ninguno de los dos le había pedido al contrario que ese sentimiento se "formalizara", estaban más que seguros de lo que eran.

Sorrento los veía con una mueca de felicidad, enternecido por aquella escena que nunca en su vida espero presenciar, su corazón que permanecía bajo un candado cuya llave el mismo se había encargado de perder en el profundo olvido, pero que ahora parecía volver y hacer su trabajo sin que él se diera cuenta; sonrío de nuevo cuando los labios de ambos muchachos se juntaban acoplándose a la perfección.

Luego de la cálida bienvenida se quedaron hablando de todo lo que habían hecho esos dos años, todo aquello que pasaron y lo que estaban por pasar, todo aquello aún mantenía tenso a Kanon y también a Milo, ninguno de los dos quería volver a vivir escenas del pasado; todo estaba en buenos términos.

El teléfono de Sorrento comenzó a sonar, en la pantalla apareció un número conocido, uno que ya se había comunicado con él, antes que Kanon llegará, suspiro un poco antes de contestar de la manera menos ansiosa que logró.

"pronto nos veremos. Todo está listo", del otro lado de la bocina se escuchaba la voz eufórica de Io.

•~•~•~•

Repasaban una y otra vez el plan, esta vez no tendría que haber ningún error, no podían darse ese lujo otra vez: Io era, como siempre, el encargado de la vigilancia, los "ojos"; Bian, el responsable de las rutas de escape y el plan B; Tethis tendría que enfrentar a la vigilante enemiga; Sorrento, Kanon y Julián serían la cabeza en todo lo planeado enfrentando y haciendo lo posible para que los responsables pagaran por todo lo que habían hecho; los miembros restantes serian una especie de escudo.

Todo estaba bien, cada cual sabía cuál era su papel, solo se necesitaba una emboscada y que todo saliera bien sin ningún imprevisto, Io estaba listo, tomó entre sus manos el teléfono y marco el número de Sorrento quien contesto unos segundos después.

— Pronto nos veremos. Todo está listo — su eufórica voz provoco una respuesta afirmativa de su interlocutor.

Tenían que esperar a que los dos miembros restantes se dignaran a aparecer, no importaba si se tardaban solo cuatro horas o algunos días, entendía a la perfección que la primera opción sería signo de querer apresurar las cosas y que la segunda opción denotaba claramente que a pesar de un plan, Kanon querría pasar un poco más de tiempo con Milo.

Su sorpresa no se hizo esperar ni un minuto más, pasadas cuatro horas con diez minutos la puerta principal fue golpeada con lentitud en un patrón que solo ellos conocían, sonriendo y aliviado Bian abrió aquella puerta enconándose con 3 muchachos en lugar de dos, se hizo a un lado para que pudiesen pasar, todos los presentes no pudieron ocultar su sorpresa, ninguno esperaba que Milo también estuviese ahí.

Por una decisión de último momento por parte de los recién llegados en conjunto con Io y Bian, descansarían lo que restaba del día para comenzar a la mañana siguiente a primera hora; de nuevo estaban todos juntos como la familia que eran, rieron y compartieron anécdotas de sus vidas como lo hacían en el pasado que recordaban como si hubiese sido ayer, todo parecía jugar a su favor: la suerte y el destino; pero ¡Dioses! No todo dura para siempre y menos las cosas buenas.

•~•~•~•

— ¿Todo listo, Aioros?— pregunto aquella voz a sus espaldas

—Así es, Saga.

No podía creer que justamente ese sería el día que habían anhelado desde hace un poco más de dos años, la cantidad que Kardia Sargas había puesto a nombre de su único hijo, en algunas horas estaría en las manos de todos los involucrados, por fin el deseo prohibido les abría las puertas de su casa y les invitaba a tomar el té; solo faltaba asistir a la reunión al día siguiente y despues solo tendrían que firmar algunos papeles y ¡Listo!

La mueca macabra de Sahina decía lo ansiosa que estaba, no iba a mentir, se le hacía agua la boca de solo pensar que tendría el dinero suficiente para hacer lo que siempre quiso y nadie se lo impediría, todo cuanto había hecho valdría la pena, cada maldito segundo metida en ese sucio negocio valdría, todos sus esfuerzos serían recompensados con un jugoso botín de aproximadamente medio millón de euros.

Por su parte, a Saga no le importaba mucho aquella suma de dinero, no obstante también le causaba un sensación extraña, con aquello podía liberarse de sus deudas con ese hombre y podía también liberar a su amado hermano de las garras del "imperial sea" que se había encargado —según sus opiniones — de corromper a Kanon.

Aioros no podía estar más feliz, podía con esa gran recompensa hacer feliz a su hermano y poder cumplir todos aquellos inocentes caprichos que no pudo en el pasado, tendrían la bonita casa que siempre desearon y una vida llena de paz y tranquilidad.

Ese era el último trabajo, Shion lo había dicho, después de adueñarse de la herencia y todo lo demás, sus aliados quedarían libres y jamás se volverían a ver, siempre cumplía sus promesas o al menos eso parecía, no podía evitar tener una sonrisa de oreja a oreja, estaba a solo unas cuantas horas de la hazaña de su vida y no fallarían, ya no había obstáculos en su plan, al parecer no había moros en la costa por lo cual nada podía salir mal.

La noche acogió a ambas partes, no quedaba más que esperar un encuentro final, una piedra en el camino y un camino para una piedra, todo marcaba bajo las expectativas de cada bando, todo parecía bien a sus ojos, pero vamos, aquí todos sabemos que siempre pasa algo en estos casos y ese no sería la excepción, solo había que esperar, esperar y esperar como las nubes al viento o el barco a la marea, simple y sencillamente esperar.

Dan R.

Entre tu amor y tu vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora