Capitulo 8

2.1K 410 28
                                    

El celular de Kera suena por décimo segunda vez, las tres giramos la cabeza en dirección al aparato que insistentemente canta una canción de rihana, mi amiga rueda los ojos y vuelve a cortar la llamada.

—Eso ya es acoso. —Vuelvo a escribir en el cuaderno la investigación que nos mandó de tarea el profesor.

Kera suspira y deja todo lo que esta haciendo y se sienta a mi lado, luna se levanta de su cama y se sienta con nosotras.

—No se que hacer, no es sólo ahora es todo el día. —Junta sus manos en su cara—. Me quiere volver loca.

—Hay que confrontarlo.

En el momento que terminó la frase el celular vuelve a sonar, por acto de reflejo, estupidez o valentía, como lo quieran llamar, lo tomo entré mis manos y contesto la llamada.

—¿Hola?

Estática suena de fondo y una risa entre cortada por la mala señal.

—¿Quién eres y que quieres? —pregunto.

—Solo quiero una cita con tu amiga. —Una voz grave contesta a mi pregunta.

—¿Cómo conseguiste su número?—insisto con las preguntas.

—Lo robe, soy del campus, no teman. Solo quiero conocerla.

—Deja de llamar o llamaremos a la policía. —Y entonces cuelgo la llamada.

Me quedo por unos minutos callada y un poco asustada, no saber sus intenciones asusta.

—¿Qué te dijo? —Kerana me pide explicaciones.

—No volverá a llamar.

—¡Pero que dijo!

—Solo no volverá a llamar ¿Si? Vuelvo mas tarde. Daré una vuelta.

Salgo de la habitación con la cabeza embotada de pensamientos, ¿Qué sucede si el acosador realmente es del campus? ¿Y si quiere hacerle daño a Kera?
Mis pasos y mis pensamientos terminan llevándome al local de comida que frecuento seguido, me siento en una silla y como es de esperarse el mesonero Gabbe se sienta frente a mi.

—¿Por qué tienes esa cara? —Sus palabras me sacan de mis pensamientos.

—Por nada.

—No nos vemos mucho pero creo que te conozco, allí pasa algo. —Toca mi frente.

Suspiro y me encorvo en la silla.

—Traeme una hamburguesa y un vaso shot de tequila. —Le ordenó, después de todo es un mesonero y trabaja en el lugar.

Frunce el ceño y se levanta con una actitud un poco molesta.
Esta vez no quiero decirle nada, no quiero hablar demás y terminar arrepintiéndome.

¿Cuántas veces he dicho esto últimamente? ¿Cuantas veces les he comentado que estoy bebiendo? Pues vuelvo a decirlo, un poco ebria con siete shot de tequila y un octavo que Gabbe no me quiere dar, bailo en la mesa de unos tipos que ofrecieron un shot si bailo para ellos y, como toda borracha que quiere más alcohol aquí me tienen.
Cuando los presentes en la mesa se ríen por mi estado deplorable, unas manos llegan justo a tiempo para rescatarme de caer al frío y duro suelo del local, en el momento en que casi hago un escándalo soy rescatada por mi caballero de armadura Azul marino, es decir su atuendo de trabajo.

—Vamos, te llevaré al dormitorio.

Me toma en sus brazos, pero yo lucho contra el para que me baje y poder ir por el trago que me gané al bailar.

—Dejame ir por mi trago —arrastro un poco las palabras.

—No creo que sea buena idea que tomes más, vamos, ya terminé mi turno y no te dejare aquí con esos buitres —La última frase la recalcó y la dijo más para la mesa que para mi.

—No quiero. —Empiezo a quejarme pero dejo de luchar—. Quiero tomar más...

—Si, si, ya me contaste todo el porque quieres olvidar, pero ya es tiempo de pasar la página April, no puedes seguir queriendo embriagarte por cosas estúpidas.

Camina conmigo en brazos mientras hago pucheros y me recuesto en su hombro, hay que ver si es la poca experiencia que tengo tomando o es que simplemente mi cuerpo no tolera nada, pero al acostar mi cara en su hombro me quedo dormida.
No noto el momento en que me acuestan en una suave cama, pero cuando despierto veo que no es la mía y que unos brazos rodean mi cintura, mi corazón se acelera y enseguida abro los ojos y me giro. Craso error haber girado así, pues entonces observó en la cama de quien estoy, Gabbe.

Toco su hombro una, dos, tres veces y no despierta; frustrada busco en mi chaqueta mi teléfono, entonces me doy cuenta que no tengo chaqueta, mucho menos mi camiseta y que por pijama llevo la camisa de trabajo de Gabbe.

¡Dios mío que mierda paso aquí! Con el corazón en la garganta salgo disparada de la cama notando que nisiquiera estoy en el dormitorio de la Academia, pues por la ventana se ve la ciudad, las luces y los edificios enormes que se levantan sobre los pequeños edificios con departamentos miniaturas como este ¿Donde me trajo y porque? ¿Con que motivo? La cabeza me duele de pensar tan rápido y claro está que también por el alcohol.

Un movimiento atrae mi mirada, un gato gordo, rechoncho y amarillo se detiene a mi lado para luego restregarse en mi pierna, sin poder resistirme acarició al mínino.

—No pense que despertarías si no hasta mañana. —La voz profunda y áspera de un chico que recién se levanta me saca de mi concentración y me hace girar hacia donde proviene la voz.

—¿Donde estamos? —pregunto a un Gabbe con el cabello alborotado y sin camisa.

—En mi departamento, bueno, el que me dejó mi madre ¿Quieres café?. —Camina a la cocina, en realidad no es mucho el espacio que hay que caminar.

—Odio el café. —Arrugo la cara—. ¿Qué hacemos aquí?

—Te dormiste en mi hombro de camino a tu dormitorio, la puerta por donde entramos el otro dia estaba cerrada y por obvias razones no podía pasar contigo, la monitora estaba bien despierta viendo una novela, nisiquiera hice el intento. —Se excusa.

—Eso lo explica... Pero ¿Por qué estoy desnuda y sólo tengo tu camisa?

Me sonrojo al momento de que esas palabras abandonan mis labios.

Se rie descaradamente y niega con la cabeza como si estuviera recordando un buen momento vivido.

—Cuando llegamos despertaste, tomaste lo que quedaba de una de mis botellas que tengo en la cocina y quisiste...

—¡Qué! No puede ser... —No dejo que termine la frase y me tapó la cara.

Se rie nuevamente y vuelve a hablar.

—Quisiste bañarte en la fuente de la entrada, te ataje desnuda cuando salias por las puertas, gracias a Dios es bastante tarde y no hay nadie en los pasillos. —Sonrie—. Jamas dejaría que hicieras una locura, ni lo que pensabas que hiciste tampoco, confía en mi.

Delinea mi nariz con su dedo, en la punta de la un golpesito.

Se sirve taza de café y se sienta en una silla alta mientras me observa.

—¿Y ahora qué? —pregunto.

—¿Quieres dormir?

—Se me espanto el sueño. —Lloriqueo.

—Podemos ver una película, eso duerme a veces. —Lava la taza.

—Bien, pero que sea de Romance, asi duermo más rápido.

Él me guía a la cama donde en frente tiene un tv que no habia notado. La enciende y busca en la programación, pone un romance súper cursi, de esos que si lo ves te da diabetes.

Nos acostamos cada uno por su lado y en menos de quince minutos yo ya me quedo dormida, pero un sueño ligero, de esos donde sientes lo que pasa a tu al rededor. Escucho como apaga la tv y se gira hacia donde estoy y acto seguido pasa su mano por mi cintura atrayendo mi cuerpo para abrazarlo mejor, no me despierto, sólo dejo que la sensación me abrigue y duermo profundamente.

He vueltooo, buenas buenas, espero hayan pasado unas lindas vacaciones, yo si, me disculpo por abandonar todo, pero necesitaba un descanso y volver fresca para escribir, espero les guste, nos leemos.

PlaylistDonde viven las historias. Descúbrelo ahora