• e i g h t e e n•

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Estaba detrás de los baños esperando a que Martín me llamara o me mandara un mensaje.

De la nada, lo veo aparecer de un costado y ambos sonreímos.

-Supuse que estabas acá atrás. -Dijo acercándose a mí.

-Ni en pedo iba a entrar ahí si no es extremadamente necesario. -Dije y él me agarró de la cintura, luego me dió un beso corto, como para saludarme.

-No sabés las ganas que tenía de besarte desde ayer a la noche. -Dijo y yo escondí mi rostro en su pecho por la vergüenza.- Tranquila, me hizo feliz saber que vos lo estabas.

-Gracias por la cartita de ayer, pero no espíes lo que hablo con mis amigas.

-Perdón, no fue mi intención invadir la privacidad de ustedes. Venía de abajo, había ido a buscar un vaso con agua y me quedé escuchando un rato. Después bajé y escribí eso para después pasarlo por abajo de la puerta. -Dijo. Seguíamos pegados el uno con otro.

-Está todo bien igual, no te preocupes. ¿Por qué me dijiste que viniera? -Pregunté y él rió.

-¿Qué no puedo ver a la chica que me gusta sin ser molestado? Suficiente me contuve desde ayer hasta ahora. -Dijo y volví a besarlo. Me encantaba hacerlo.

Nuestros besos siempre acababan o empezaban de una forma particular, pero era muy de nosotros eso y era lo más lindo que teníamos. La originalidad.

-Oriana... Vamos a tener que calmarnos. -Dijo separándose de mis labios.- Si sigo así, no se cuanto tiempo más pueda aguantar.

-¿Aguantar? ¿Aguantar qué? -Dije confundida.

-¿Vos sos boluda?

-No, simplemente no entiendo. ¿Qué te cuesta explicarme?

-Las ganas, Oriana. No se cómo mierda aguantarme las ganas que te tengo. Ni siquiera te pedí para que seamos pareja y ya no puedo soportar nada, ¿por qué te metiste con alguien como yo? -Dijo y se separó de golpe. ¿Y este cambio de humor tan repentino?

-Martín, me metí con alguien como vos porque me di cuenta que eras la persona correcta.

-Oriana, soy violento y tengo un humor extremadamente cambiante... Que gustos raros que tenés. -Dijo riendo.

-Yo tambien soy violenta, o sea, casi te disparo, agarré a un pibe del cuello, ahorcándolo, te empujé contra una heladera... ¿Es necesario que siga? -Ambos estábamos tentados, definitivamente éramos todo... Menos normales.

-Vos sos la chica que quiero que me acompañe para siempre. -Dijo y volví a besarlo, intentando no sobrepasar los límites esta vez.

Mi teléfono sonaba y era Micaela. Mierda.

Llamada

Micaela: Boluda, hace como media hora que estamos dele mandarte mensajes. ¿Estás bien?

Sí, estoy bien. Ya voy, ya voy.

Corté

Martín había escuchado todo porque estaba en alta voz.

-Vos corré derecho que yo voy a dar toda la vuelta ya que soy más rápido. -Dijo y no tuve tiempo de pensar que él ya había empezado a correr.

Cuando yo llegué, Martín ya estaba esperándome apoyado en un árbol hablando con la profesora. ¿Qué tan rápido puede ser este flaco?

-Acá estoy. Perdón por tardar tanto. -Dije y los dos me miraron.

Profesora: Tranquila, Oriana. Martín me explicó todo. Voy a ver si puedo hacer que pasen más tiempo juntos sin que los joda nadie. -Dijo mientras yo me acercaba.- En especial, Rod y tu hermano.

Pasé de casi detestar a esta profesora por las boludeces que hacía, a amarla por intentar ayudarnos a pasar menos "peligro."

Profesora: Ahora vengan, hay algo que se llama "lanzamiento de bala." Creo que ustedes están lo suficientemente avanzados y son bastante fuertes como para aprenderlo. -Dijo sonriendo levemente.- El lanzamiento de bala consiste en lanzar una bola sólida de acero a la máxima distancia posible.

-¿En serio nos creés capaces? -Dije un poco sorprendida.

Profesora: Sí, además, Martín me contó un poco por arriba todo lo que pasó entre ustedes estos días. Hay que tener valor y muchísima fuerza para levantar a un chico del cuello y casi ahorcarlo. De verdad, Oriana, mis respetos. Lamento habérmelo perdido. -Dijo riendo. Nunca pensé que una profesora aprobaría la violencia hasta esa magnitud.

Caminamos un poco más y llegamos a una parte abierta, el campo cada vez me impresionaba más, era enorme.

Esta parte estaba totalmente despejada, no había nada a kilómetros. Aparentemente, practicaríamos en este lugar.

Profesora: Bueno, elegí este lugar porque es uno de los más alejados de donde están los otros. Le voy a decir a las chicas que en el momento del descanso llamen a Oriana, ustedes van a tener que correr lo más rápido que sus piernas se lo permitan. -Dijo seria.- Se supone que no pueden usar estas cosas, pero mi marido sabe que yo nunca sigo las reglas.

-¿Su marido? ¿Quién es? -Preguntó Martín.

Profesora: Aquel al que ustedes llaman profesor o, mejor dicho como él entiende, teacher.

-¿Son esposos? No me lo esperaba. -Dije riendo.

Profesora: Si les interesa, les puedo contar la historia más adelante, pero ahora hay que practicar. Lamento que no hagan disparo ahora, pero si se quedan cerca de los otros, no van a poder disfrutar realmente esto como se lo merecen. -Dijo y agarró la bala como si fuera un papel y la lanzó. Cayó muy lejos y ni Martín ni yo creíamos la fuerza que esta mujer manejaba.- Y así se tira esa mierda.

Los tres reímos y ella empezó a explicarnos como posicionarnos y todo hasta que le tomamos la mano.

Decidió dejarnos solos y se fue, probablemente teníamos una muy buena cómplice dentro de la práctica, quizás esto pueda salir bien.

Tiramos durante un par de minutos, pero esto cansaba muy rápido, no sólo físicamente, sino que también aburría.

-Martín, me aburrí de esto. ¿Qué podemos hacer? -Dije y él me miró.

-No lo sé, pero seguir tirando estas porquerías seguro que no. -Dijo riendo y yo lo seguí.

-Sentemonos en algún lado, acá no hay sombra así que da igual.

Martín me sonrió y caminamos juntos un par de metros para luego tirarnos en el piso.

Me acosté sobre su pecho y cerré los ojos. El sol hacía que me diera un calor increíble, arruinaba todo lo que podría ser hermoso.

-Oriana, hace calor como para que estés así, ¿no te parece? -Dijo y yo me senté. Él hizo lo mismo.

-Odio este calor horrible.

-Yo también, creeme.

Él empezó a acariciar mi cabello y se acercaba a mí cada vez más hasta poder volverme a besar. Esto era un tire y afloje constante. Entre la calentura del sol y la nuestra, la lava quemaba menos. Todo indicaba que nosotros éramos fuego, nada más que puro fuego. Aquel que sólo el agua en abundancia mata, pero si no puede controlarse, se come todo a su paso.

Nos separamos al escuchar una voz que parecía conocida...

-¿Martín? -Mierda.

ᴅɪsᴘᴀʀᴏ ᴀʟ ᴄᴏʀᴀzᴏɴ || ᴏʀɪᴍᴇɴᴛᴇ🌘 [terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora