C U A T R O

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Era increíble el poder de las palabras, era increíble como la gente podía llegar a ser tan cruel, era increíble que todo lo que anhelas por años se desvanece en unos cuantos minutos. 

¿A caso esas personas no tenían corazón?, ¿a caso esas personas eran conscientes del daño que causaban? La respuesta era sencilla, un rotundo ''no'' porque las personas no veían más allá de sus narices, porque las personas eran egoístas y solo pensaban en ellos, fácil era hablar pero, ¿te has puesto a pensar en las consecuencias de tus palabras? 

Ellos hablaron como si una infidelidad no fuera la gran cosa, como si fuera algo común en su círculo social; ellos solo hablaron y no vieron el daño que le causaron.

''¿Era ella bonita?'' una simple pregunta que lo atormentaba, desde esa noche de la fiesta no se encontraba en paz.

Desde la noche de la fiesta dejó de tratar hablar con Tin, dejó de intentar que lo tocara, que lo besara, dejó de sonreír con sinceridad y simplemente se esforzó en mantener un disfraz para los demás, sin ver que debajo del disfraz se encontraba una persona rota.

Pero Tin no había notado cuán roto estaba su esposo, ignorando totalmente esos pedazos que pronto se encargaría de romper aún más. 

Para Can muchas cosas se habían aclarado desde entonces, eso explicaba la falta de cariño de su esposo, eso explicaba porqué su esposo nunca lo despertaba cuando llegaba muy tarde del trabajo, o de verse con su amante, eso explicaba porque lo miraba de esa forma.

Claro esta que no todos ignoraban lo que pasaba, Pond lo había notado, había notado que las sonrisas de Can eran forzadas, tristes, había notado que el brillo en sus ojos había desaparecido y no le gustaba. No le gustaba lo que Tin le estaba haciendo a su amigo, pero debía morderse la lengua si quería que Can no lo apartará, era ridículo, pero Can no le daba muchas opciones.

—Can, ¿seguro qué estás bien?, sabes que no me molestaría ir a comer a tu departamento — Pond era persistente y quizá era la única persona que conocía perfectamente a Can.

El pelinegro se mordió el labio y ahogó sus sollozos, eran pasadas las nueve de la noche y su esposo aún no llegaba. No debía preguntar ya sabía la respuesta.

¿Qué le costaba demostrar un poco de cariño el día de su cumpleaños?, Can no era una mala persona no entendía porque debía pasar ese día tan especial solo, porque la presencia de su amigo no bastaba, no cuando su corazón aún anhelaba el cariño de Tin.

—Sí, estoy bien Pond, descansa, te espero la próxima semana, suerte en tu viaje — sin posibilidad de esperar una buena respuesta Can colgó y se ocultó en el baño de su habitación.

Y lloró.

Lloró porqué estaba solo, porqué su corazón dolía, porqué sus padres no habían llamado desde que se casó, porqué su esposo no lo amaba, porqué su vida no estaba siendo como el quería. Lloró porqué se sentía vacío y fracasado.

[M O K S H A] 

"Eres un idiota" su propia mente estaba dañándolo más aún.

Estaba gastando el dinero de las tarjetas que su esposo le había dado, quizá estaba gastado más que otras veces, pero simplemente no pensó cuando se encontró en el centro comercial.

Se encontró totalmente libre cuando pisó el centro comercial, aprovechó para comprar algo de ropa de invierno, porque sus prendas estaban demasiado gastadas como para cubrirlo del frío. Compró nuevos pinceles, porque a pesar de que Tin jamás vio sus obras seguía dedicándose a ellas.

Sabía que Tin no le dedicaría ni un "buenas noches" por eso llegó pasadas las diez de la noche, después de haber comido en un restaurante rápido, porque esperaba que Tin no estuviera en su departamento, porque esperaba cruzar su puerta y la soledad le acompañara otra fría noche.

Pero no fue así.

Grande fue su sorpresa al descubrir que Tin había llegado a dormir esa noche, que Tin estaba esperando por él, en el comedor, con su teléfono en mano, intentando contactar con él.

Can no sabía como reaccionar, su corazón estaba acelerado, su corazón se alegraba de verlo, pero en cabeza estaba mal, su cabeza estaba odiando que Tin había llegado a irrumpir la tranquilidad de su departamento.

Aunque el departamento era de Tin, pero parecía más suyo que del otro.

—Te estuve esperando para comer — la voz de Tin era tan potente que pudo resonar en las cuatro paredes. 

—Comí afuera — respondió el menor, estaba cansado físicamente, porque había estado caminando de una tienda a otra, porque necesitaba sentirse en libertad algunas horas.

Tin se acercó a Can, no lo suficiente para invadir su espacio personal, pero sí lo suficiente para imponerse ante el débil muchacho que era su esposo.

—Estuviste gastando mí dinero — Tin no estaba de buen humor como para tolerar a Can.

Eso se lo demostraría.

—Necesitaba unas cuantas cosas, no volverá a pasar — pero Can no fue capaz de ver que su esposo estaba igual de cansado que él. De diferentes formas, obviamente. 

—¿Por qué saliste?, podías haber mandado a alguien del edificio — Tin estaba mal y Can estaba dispuesto a repararlo, a pesar de no saber que era lo que jodía su relación.  

''No tolero ni ver su cara'' el recuerdo llegó, adueñándose del poco buen humor que Can había conseguido, se sintió tan pequeño y tan estúpido por alegrarse de que su esposo estuviera en casa.

—Necesitaba salir, estoy siempre aquí encerrado, no debiste esperarme, sé perfectamente que no te gusta comer conmigo, no necesitas ser falso — y así como el poco valor llegó, se fue.

Porque pronto su mejilla estaba ardiendo en dolor, porque Tin le había levantado la mano, porque Tin no estaba de buen humor y Can debía pagar las consecuencias.

—No me contestes de esa manera cuando te estoy tratando bien, imbécil — Tin masticó cada una de sus palabras.

Can sintió sus lágrimas, sin embargo no lloró delante de su esposo, era algo que él mismo se había buscado. 

Can podía ser ignorante y prácticamente lo estaba demostrando, porque ese no fue sólo una bofetada, fue el comienzo de muchas.

Moksha (TinCan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora