Cuarta carta.

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              Querida Delfina:

Hoy me tomaste la mano, entrelazaste nuestros dedos, me miraste a los ojos, y yo miré tus hermosos ojos azules claro. Te paraste de puntillas y me abrazaste. Acercaste tu rostro al mío. Rozaste nuestras narices. Después nuestros labios. Podía sentir tu respiración en mi rostro. Juntaste nuestros labios, y entonces, desperté.

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