Capítulo 7

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   No entiendo a este chico de repente quiere ser mi amigo y ayudarme a desinhibirme, pero luego ni si quiera me mira. No sabía que los chicos podían ser tan complicados.

-¡Lei! - Me llamo Ester – No puedes ir así al pub. - Baje mi vista a mi ropa llena de huevo y harina.

-Debo bañarme y cambiarme.

-¿Nos bañamos juntos? - Chad había logrado que me sonrojara, el no era así ¿que le paso? ¡Arg! Hoy es el día de todos los chicos seremos raros y nadie me aviso.

-Claro que no – logre articular

-Pero – se acerco a mi oído haciéndome que me ponga aun mas colorada – hay un solo baño.

-¡Ay no! Si tenemos que esperar a Chad, estaremos una eternidad y tendremos que hacer fila para entrar.

-¡Ey! Eres tu la que demora dos horas en el baño siempre.

-Tu lo haces también

-Tengo una idea – todos volteamos a ver a Sebastian que se encontraba demasiado callado esta noche – Que tal si voy en la camioneta de Chad a llevar a Leila a su casa, así se cambia luego pasaremos a buscar a Chad y los encontraremos en el pub ¿Les parece? - A mi no. ¿Sebastian en mi casa? No, eso nunca.

-Es una buena idea, si yo le prestara mi camioneta a un desconocido.

-¡Chad! - exclamo Ester – No seas mal educado, me parece una idea genial Sebastian, dale las llaves Chad
-Pero..

-Pero nada, quiero ir al maldito pub y no voy a esperar a que te bañes, así que dale la llave de una vez – respiro y se tranquilizo – por favor.

Chad miro estupefacto a su hermana y como un robot le dio las llaves a Sebastian, este las tomo y me miro.

-¿Vamos?

-Nos vemos cariño – Chad beso mi frente – no me extrañes nos veremos pronto – y se dirigió escaleras arriba.

Sebastian lo siguió con la mirada y luego me miro.

-S-si.

Sebastian comenzó a caminar y lo seguí. Nos subimos a la camioneta y yo prácticamente estaba a punto de morir por estar encerrada en un lugar tan pequeño junto a Sebastian, no sufría de claustrofobia pero ahora podía.

-¿Tu dirección? -

- Koling 3002 ¿Te sucede algo? -No me aguanté tenía que saber porque me hablaba cortante.

-Nada ¿Por qué? - encendió la camioneta, pero no avanzo me estaba mirando. Yo miraba un punto fijo adelante.

- No se, t-e noto algo cortante. - Respira, respira solo están hablando.

- Que raro que te hallas dado cuenta, te noté muy entretenida hace un rato como para saber de mi presencia. - Y puso en marcha la camioneta. ¿Estaba insinuando que entre Chad y yo había algo? ¿Que le pasaba? Gire mi rostro hacia la ventanilla y no me moví. Me pareció muy grosero de su parte, yo no tenía la jodida culpa de lo que sea que le pasara. - ¿L-leila? - No lo miré – Leila lo siento, no es mi día.

Seguí mirando por la ventanilla hasta que la camioneta se detuvo en una calle que no era precisamente la de mi casa o si quiera la de mi barrio. Así que me gire hacia el y estaba mirándome, en sus ojos se podía ver el arrepentimiento.

-Lo siento por comportarme como un estúpido, pero es que he estado esperando que me digas si quieres que te ayude o no con – se rasco la nuca- ya sabes.

-¿Mi timidez?

-Si, eso. Lo siento – repitió – Aunque con Chad no parecías tener timidez alguna. - Esa fue la gota que colmo el vaso, yo no me enojaba muy seguido. Estaba cansada, llena de huevo, encerrada en una camioneta con el chico que me pone más nerviosa que cualquier otro ¿irónico que el quiera ayudarme a pasar mis nervios, no? Y sus comentarios no estaban ayudando. Simplemente tome la manija de la puerta y me baje.

El primeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora