La cerveza ya me estaba mareando y las conversaciones a mi al rededor se transformaban en temas que a mi no me interesaban, o en si, no conocía.
-¡¿Recuerdas cuando besaste al tonto de Mitchel y este se lo contó a tu mama?! -Después de este comentario, varias risas se desprendieron a mi alrededor.
Ester cuando bebía, se transformaba en una especie de abuelito al que le gustaba contar sus historias de guerra, pero en cambio esta amaba contar los fiascos amorosos de mis mejores amigas. ¿Porque no me incluyo? Simple, nunca tuve nada cercano a un romance, algo increíble en una chica de diecisiete años con las hormonas a punto de explotar como decía mi tía Roxan, pero real.
-¡No me lo recuerdes! Mi mama no me dejo en paz hasta que lo presentara formalmente a toda la familia.
Sander no podía esconder su vergüenza y enrojeció, era muy dulce siempre y eso la hacia tener miles de chicos detrás, aunque estaba enamorada de un idiota el cual no la tomaba en serio. Por último se encontraba Ana, ella era como el polo de Sander, era la rompe corazones del grupo, tenía una habilidad especial para conquistar a cualquier hombre, y luego hacer como que no lo conocía.
Mi vida casi se podría decir que giraba en torno a estas chicas, eran mis mejores amigas pero nos sentíamos algo así como hermanas.
-Lei ¿me acompañas a buscar mas cervezas? - pregunto Sander mirándome mientras se levantaba - No quiero seguir escuchando a Ester
-Claro - respondí, copiando su movimiento y yendo a la cocina de mi apartamento. Vivía en un pequeño apartamento con mi padre, el cual podría resultar diminuto hasta para dos personas , pero como mi padre casi nunca estaba en casa, yo lo veía demasiado grande y solitario.
Sander tomo cuatro cervezas del refrigerador y me tendió una
-Estas un poco perdida esta noche Leila ¿Sucede algo?
Amaba a mis tres amigas, pero con Sander era algo distinto es verdad que nos conocíamos desde kinder, mucho mas que con Ester y Ana, ella me conocía demasiado bien y sabia cuando algo andaba mal conmigo.
Hoy estaba rara, me sentía mas fracasada que de normal, estaba acostumbrada a reunirme con mis amigas y que estas hablen de sus conquistas, pero aún así no es fácil. Me siento algo así como la oveja negra, la discriminada y apartada oveja negra, sabía que mis amigas me amaban y que trataban de evitar "esos" temas cuando estaban conmigo, pero aun así surgían.
Por dios, eramos adolescentes con hormonas era obvio que habláramos de chicos, pero el "tema chicos", era algo ajeno a mi.
No crean algo así como que me voy a cortar las venas ni que iría vomitar mi comida para sentirme mejor. Me sentía fea en comparación con mis amigas, ellas tenían un cuerpo de infarto con piernas hasta el ombligo prácticamente y yo no podía hacer mucho con mi metro y medio. No era delgada era algo así como rellenita, tenia ojos negros cabello del mismo color hasta la cintura y una nariz demasiado grande para mi gusto. Pero a pesar de esto, no iba a lastimarme físicamente no era que me sintiera súper segura con mi cuerpo, pero no me molestaba.
-Emm.. No nada, es solo que estoy algo cansada y mañana hay clases.
Sander era la única de mi amigas que sabía como me sentía con "esos temas" , no es que no confiara en las demás pero Sander, me conocía demasiado bien, casi podría decirse que me conocía aún mas que yo misma.
-Oh, pero si no es tan tar...- interrumpió su comentario cuando vio su reloj y se dio cuenta que eran las dos de la mañana. -¡Oh por dios! Son las dos de la mañana Lei, mañana tengo que entregar un trabajo al señor Wenz
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El primero
De TodoLeila Rousse una joven de diecisiete años, tímida, algo rellenita, insegura y con amigas que son totalmente lo contrario a ella, afronta una vida sin su madre y con un padre algo ausente debido a su trabajo. Pero en un momento llega alguien a su vi...