Capítulo 17

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Dylan's POV

Diez de la mañana. Me remuevo incómoda en el asiento del pasajero del auto de Troye. Hace dos horas vamos viajando directo al campo de su familia y a estas alturas necesito estirar mis piernas. Connor es el único que está feliz sentado en un asiento, ya que al mirarlo por el espejo retrovisor pude ver que iba de lo más cómodo con los pies estirados sobre los demás asientos. Estúpido.

Me acomodé con pesadez en el asiento y dirigí mi mirada hacia fuera. Afuera, hacía un bello día, el sol brillaba con todo su esplendor y las nubes eran inexistentes ese mismo día sábado. Árboles y más árboles eran lo único que podía distinguir. Abrí completamente la ventana y asomé mi cabeza por ella, dejando que el viento jugara con mi cabello suelto. Esto era hermoso.

Después de viajar diez minutos más, a lo lejos se podía distinguir un gran y hermoso lago, rodeado de áreas verdes junto a una casita pequeña en forma de A.

—¿Esa es la casa de tu familia?—le pregunté a Troye mientras el solo asentía. Connor  y yo dirigimos la mirada hacia fuera y contemplamos con admiración la vista panorámica—Es hermosa. ¡Apúrate hombre, ya quiero llegar!

Troye soltó una carcajada junto a Connor y pisó el embriague y acelerador a todo lo que da. Una gran nube de polvo me obligó a cerrar la ventana mientras tosía exageradamente.

—Gracias por la nube, aunque no era necesario—siseé por lo bajo con sarcasmo.

—Haz dicho que querías llegar ya, ¿no? —preguntó mi castaño amigo mientras que hacía doblar el automóvil mientras maniobraba el vehículo.

(...)

Narrador

Al cabo de cuatro horas de haber llegado a la casa de campo de la familia Foster, Dylan comenzaba su tan anhelado viaje turístico por la zona. Lo único que quería hacer, era ir a correr esos hermosos alrededores admirando con plenitud el lago, el cual brillaba y tomaba un hermoso color celeste mientras que el cielo se reflejaba en él.

Eran las dos de la tarde y Dylan había decidido que era hora de conocer el lugar. Troye y Connor habían quedándose cocinando el almuerzo, puesto que este viaje lo hacían únicamente por su mejor amiga.

La castaña caminaba a paso lento y tranquilo, mientras inhalaba ese limpio aire llenándose los pulmones. Se sentía plena y feliz en ese momento, rodeada de naturaleza y lo único que se podía oír era el cantar de los pájaros que se situaban a las alturas de los árboles. Una sonrisa innata se produjo en el rostro de Dylan al contemplar el hermoso lago frente a sus narices. Sacándose sus pequeñas zapatillas y calcetines, los dejó a un lado para luego encaminarse a la orilla. El agua estaba limpia y tibia, perfecta para un chapuzón. "Después, tendremos que venir" susurró para sí misma refiriéndose a sus amigos. La pequeña joven, caminó unos cuantos pasos todavía con sus pies en el agua y se sentó en la orilla mientras jugaba con sus pies, alzándolos del agua y viendo como las gotas caían de regreso a su destino para unirse con las demás gotas que formaban el lago.

Una brisa de repente la hizo salir de su transe, acordándose sin previo aviso de Kian. Buscando su teléfono móvil en sus bolsillos, lo encendió y esperó a que se cargase. Una vez encendido, se dio cuenta que no había ningún mensaje del castaño, lo cual le decía que él si estaba respetando su espacio. Buscando entre las imágenes, Dylan comenzó a ver las fotos de su novio con ella que guardaba como lo más preciado en el teléfono.

Ella lo amaba. Y quizá, lo amaba tanto que era capaz de soportar todas las escenas de celos que fueran necesarias si de eso dependía estar al lado del chico, pero lo que más le dolió a la castaña, fue la actitud agresiva que había tomado el muchacho. Sin pensarlo dos veces, y dándose cuenta que sus dedos se movían solos, marcó el número que tan bien conocía.

Dos timbrazos fueron necesarios para que cogiera el teléfono.

—¿Dylan? —vociferó el chico desde el otro lado de la línea. Pero ella no respondía, sin embargo, solo quería escuchar la voz del chico. —¿Dylan? —volvió a hablar el joven sin recibir respuesta alguna—Dylan, sé que estás ahí, puedo escuchar tu respiración, nena. ¿Qué sucede?

Inhalando y exhalando tres veces seguidas, la muchacha aclaró su garganta dispuesta a hablar. Quizá, en un futuro se arrepentiría, pero en estos momentos, su corazón era el que iba a hablar por ella. Su mente le decía que no lo hiciera, que pensara más en las cosas, pero al final del día, Dylan siempre se dejaba llevar por su corazón.

—Te llamo, porque..., porque te amo.

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No se, Dylan es... masoquista

Espero que les gsute:)

Pd: disculpen si hay faltas de ortografí

Gracias por leer, votar y comentar

Nos leemos luego, bye

boyfriend; kian lawley (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora