Kian’s POV
La semana junto a Dylan como mi novia iba de las mil maravillas, he de admitir. Cada vez que peleábamos, trataba de contener mi temperamento lo que más podía, y ella se daba cuenta, ¿saben por qué lo sé? Porque ella se acercaba a mí y besaba mis labios castamente, premiándome por el esfuerzo que hacía.
Hace algunos días había escuchado rumores sobre una fiesta que se hizo en el lugar donde Dylan fue a pasar el fin de semana recién pasado, pero no les había querido tomar real importancia. Ahora, lo único que me importaba era pasar tiempo con mi chica, aunque suene cursi y marica de mi parte, es la verdad.
Bajo de mi motocicleta y la estaciono en el aparcamiento de la secundaria. Hoy era día viernes así que solo tenía que aguantar unas horas en esta mierda para irme a casa y después ver a Dylan. Sí, ella no había asistido el día de hoy a clases por un problema familiar de no sé qué; no era nada grave. Me apoyé en mi moto y saqué un cigarro de la cajetilla que guardaba en mi bolsillo de la chaqueta, lo encendí y di una gran calada. Como me relaja este maldito vicio. Voté el humo de mi boca, formando un perfecto anillo en el aire, el cual se desvaneció al instante por la leve brisa helada que corría. El otoño se acercaba a pasos agigantados.
Por el rabillo del ojo pude ver como Ricky llegaba en el auto de su padre. Vaya estúpido, averió su automóvil en las carreras y ahora tendrá que movilizarse a todas partes con esa carcacha vieja. Solté una carcajada cuando él cerró la puerta con furia.
—Deja de reírte, imbécil—amenazó mientras chocábamos los hombros en forma de saludo. Se afirmó en mi moto y sacó un cigarrillo copiando mi acción. Lo miré de reojo mientras el guardaba de nuevo su encendedor—¿Qué?
—Nada—me encogí de hombros—Solo que… ¿No te ha dado vergüenza venir en esa reliquia de los años veinte?
—Cierra la puta boca, Lawley—volvió a amenazar mientras que de su boca salía humo al hablar.
—Está bien—dije mientras le daba la última cada al cigarro y lo botaba para aplastarlo con mi zapato—Nos vemos luego, iré a buscar los malditos cuadernos.
Ricky solo asintió y comencé a caminar a la mierda que todos llaman escuela. ¿Cómo puede haber personas que les guste asistir a este lugar? Juro por lo más sagrado que si no fuera una obligación no vendría a perder el tiempo aquí. Y si, yo lo veo como una jodida obligación. Entre a paso rápido esquivando algunos cuerpos y saludando a otros, también debo reconocer que fulminaba a algunos que se me quedaban viendo como condenados imbéciles.
Abrí mi casillero y miré el horario que estaba pegado en la pequeña puerta. Historia, genial. Bufé y rodeé los ojos. ¿Qué mierda me importa lo que pasó millones de años atrás? Y lo más irónico de todo, es que después los estúpidos maestros nos dicen “vivan el presente y olviden el pasado” o sea, ¿qué mierda? Negué con la cabeza y cerré de un golpe la pequeña puerta, iba a girar para comenzar a caminar, pero una voz que conocía a kilómetros de distancia detuvo mi acción.
—El pequeño Lawley—vociferó. Giré sobre mis talones y lo fulminé con la mirada—¿Qué mierda quieres, Pottorff? ¿No crees que es muy temprano para empezar con mierdas?
—Nah—dijo cruzándose de brazos—¿Nos vemos hoy en las carreras? —preguntó desafiante tratando de intimidarme. Pobre imbécil.
—Claro que sí—me acerqué a él de forma amenazante—Arrastraré tu culo hasta que muerdas el polvo, maricón.
El rió con sarcasmo y negó con la cabeza—Eso ya lo veremos.
Y dicho esto, se marchó por donde vino.
Seguí caminado a paso rápido, la verdad no tenía una cosa mejor que hacer, así que entré al salón sin esperar que el timbre sonara. Arrastré la silla una vez estando en mi lugar –el rincón de la sala- y me senté en la silla acomodándome, tratando de buscar una buena postura en caso de que me diera sueño y poder dormir. Saqué el teléfono del bolsillo de mi pantalón, ya que había sonado dándome a saber que un nuevo texto había llegado. Miré la pantalla, número desconocido.
Abrí el mensaje y esperé que se cargara, una foto veía junto con un mensaje. Bajé un poco con mi dedo para leer lo que decía. “¿Tu novia te engaña? Vaya, Kian… Eso nunca lo esperé…, y tan santa que se veía, pero me doy cuenta que es una zorra más. Si no me crees, mira la foto, es del fin de semana pasado en la casa de Alex.”
Miré por segunda vez la foto y me percaté que el acompañante de mi novia era un castaño de ojos azules.
—Te conozco…—susurré por lo bajo tratando de reconocerlo. Moran.
Al darme cuenta de que era él, me levanté de golpe de la silla haciendo que esta se corriera hacia atrás y cayera al suelo provocando un fuerte sonido. Los alumnos que estaban dentro del salón, miraron alarmados hasta donde me encontraba, y al ver mi cara, se pusieron pálido como si hubieran visto al mismísimo demonio. Y sí, en estos momentos era el demonio.
Caminé a paso rápido esquivando algunos cuerpos que se interponían en mi camino. El pasillo aún estaba lleno y los muy imbéciles no se hacían a un lado para poder pasar. Buscaba a Moran con la mirada pero no lo encontraba ¿Dónde jodidos te metiste? Escóndete bien, porque de esta no te salvas, hijo de puta.
Cuando pensé que no lo iba a encontrar, justo el pequeño Trevor apareció en mi camino. Su sonrisa que hacía unos segundos traía había desaparecido al verme de repente. Mi respiración era agitada y los puños los tenía blancos por la fuerza en la cual los apretaba. Y puedo decirles, que faltaba poco para que saliera humos de mis oídos.
Trevor me miró y comenzó a retroceder algunos pasos, mientras tragaba gordo. Yo comencé a avanzar lento pero amenazador, haciendo sonar cada uno de mis pasos como si de un cazador se tratase.
—Moran…, te estaba buscando—vociferé con rudeza y amenaza a la misma vez—Tenemos algunas cuentas que arreglar—le dije mientras lo tomaba del cuello, pasando a arrugar su camisa perfectamente planchada.
A estas alturas, de nuevo los celos y la rabia se habían apoderado completamente de mí, haciendo que todos mis demonios despertaran y crearan a uno solo. Si tenía que darla una paliza a este engendro, lo haría sin pensarlo dos veces. La que te espera, Moran.
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boyfriend; kian lawley (libro 1)
Fiksi PenggemarÉl era agresivo, pero la amaba. Ella lo amaba, pero le tenía miedo. Ella era la chica con los que todos soñaban. Él, bueno... él era él. Ella se destaca en el colegio por sus buenas notas. Él, por ser el "busca problemas" del instituto. Él era poses...