Capítulo 30

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Narrador

Dylan caminaba felizmente por los pasillos del instituto. La noche anterior había compartido una hermosa velada junto a su novio –y actual prometido- y ahora, un hermoso anillo de oro blanco adornaba su dedo anular. La vida le sonreía y al parecer, el antiguo Kian, el cariñoso, atento y caballero estaba volviendo. Dylan buscaba con la mirada a sus mejores amigos, Troye y Connor tenían que enterarse de las nuevas noticias. Dylan los encontró a ambos chicos conversando animadamente apoyados en el casillero del ojiverde. Los chicos, al ver a su mejor amiga, sonrieron y ella se acercó dando pequeños saltos de alegría.

―¡Hola, chicos! ―saludó con entusiasmo besando a ambos muchachos en la mejilla.

―Hola, chica―espetó el ojiazul. Enarcó se delgada ceja al ver el estado de ánimo de Dylan y con la mirada, le hizo la pregunta que la castaña logró comprender de inmediato.

Dylan elevó su delgada mano izquierda frente a su pecho mostrando el anillo. Sus ojos brillaban con amor y admiración al mirar con determinación la pequeña joya. Kian había tomado un detalle realmente hermoso, estaban las iniciales de él y de ella más la fecha en la cual se conocieron. Troye abrió los ojos como platos y pegó un chillido que resonó en el pasillo. Connor se mantenía con la boca abierta y sus ojos casi saliéndose de sus órbitas.

―No es cierto―susurró Troye cuando por fin salió de su trance. Dylan asintió mordiéndose el labio inferior, tratando de contener esa babosa sonrisa de chica enamorada ―¡No lo puedo creer! ―volvió a chillar la chica.

―Mierda, mierda, mierda―vociferó esta vez Connor― ¡Felicidades! ―abrazó a su mejor amigo y la zarandeó un poco. Dylan reía. Correspondió al abrazo de Connor y después abrazó a Troye.

(...)

Cuatro semanas después.

Había transcurrido exactamente un mes desde que Kian le confesó su sincero amor a su novia. Un mes desde que él había realizado una cosa que según él, nunca haría.

Dylan se encontraba en el living de su casa, viendo una película con Trevor. Desde el día en el que prácticamente Dylan obligó a Kian a disculparse con Trevor, todo cambió entre ellos. Ambos no eran los mejores amigos, pero podían mantener una conversación más civilizada y no como dos cavernícolas de la edad de piedra. Kian estaba tratando de contener los celos impulsivos que corrían por sus venas al ver al ojiazul cerca de la chica.

―Dylan―susurró el castaño, mientras se echaba una palomita de maíz a la boca.

―Dime―respondió ella sin despegar la vista del televisor. Alzó la mano y sacó un puñado de palomita del tazón.

―¿Puedo hacerte un pregunta? ―cuestionó con un deje de incomodidad. Sabía que lo que a continuación le preguntaría a su amiga sería in poco raro y tal vez, le molestaría, pero la duda lo estaba carcomiendo.

―Por supuesto, dime―respondió. Cogió el control remoto y le puso en pausa a la película que estaban viendo.

―Bueno..., este...―titubeó un poco nervioso. Dylan soltó una pequeña risa y asintió con la cabeza para que siguiera hablando―. Mhm... Es sobre..., bueno..., es sobre Kian.

―¿Sobre Kian? ―frunció el ceño confundida. Trevor asintió y se remojó los labios―. Bueno, pregúntame entonces. Somos amigos, ¿no? Puedes preguntarme lo que sea―animó ella con una sonrisa ladeando su cabeza.

―No quiero sonar entrometido ni nada―agregó―, pero siempre he tenido una duda desde que te conocí. Bueno, más ben desde que me enteré de que ambos eran novios y todo eso.

―¿Y cuál es tú duda?

―¿Por qué Kian es tan agresivo? ―dijo con dificultad y se dio cuenta de cómo Dylan se tensaba.

La castaña tragó en seco al escuchar la pregunta del ojiazul. De todas las dudas que ella pensaba, nunca se le pasó por la cabeza que era eso lo que él quería preguntar. Trató de relajarse. Ella estaba con Trevor, podía contarle todo lo que quisiera y ese secreto que mantenía bajo llave la torturaba de una u otra manera. El secreto que ella tan bien le guardaba a su novio, no se lo había contado a nadie, ni siquiera a Troye o Connor, y pensándolo bien, le caería de maravilla desahogarse con alguien. Estaría invadiendo la privacidad de Kian, pero de las cuatro paredes de su hogar no saldría nada de lo que hablarían.

―Si te incomodó la pregunta, por favor, no respondas ni te molestes―articuló el muchacho luego de unos minutos de un incómodo silencio. Ella negó con la cabeza y aclaró su garganta.

―No me ha molestado. Es solo que no me lo esperaba―admitió con una sonrisa―. Es una larga historia, ¿sabes?

―Tengo toda la tarde―el castaño se encogió de hombros y le guiñó un ojo para darle confianza.

―Bien. Confiaré en ti, Trev―articuló ella mirándolo con un semblante serio. Era hora de que alguien contara el porqué de la actitud celosa y posesiva de Kian.

boyfriend; kian lawley (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora