boyfriend; kian lawley (libro 1)

Capítulo 37

Kian's POV

Ricky está sentado frente a mí, sus ojos siguen cada movimiento que hago. Mis manos tiemblan y la importancia cada vez es más grande. Vine a ver a Ricky con la esperanza de poder tranquilizarme un poco, aun no lo he conseguido. Esto me está matando. Necesito ver a Dylan, necesito verla y saber que está que está bien, necesito abrazarla y prometerle que todo estará bien.

―Tranquilízate, hombre―dice Ricky a mis espaldas. Me giro violentamente a mirarlo. Está calmado, por supuesto que lo está, su novia no está corriendo peligro con unos hijos de puta que buscan solucionar problemas del pasado.

―¿Cómo quieres que me tranquilice? ―le gritó. ―Esos idiotas tienen a Dylan, ¿entiendes? ¡Por Dios! Claro que no lo entiendes, joder.

―Si te entiendo, idiota―susurra―, pero no ganarás nada con seguir dando vueltas como loco. Tienes que estar tranquilo. Hazlo por ella.

―¡No puedo, maldición! ―alzo mis manos y las paso por mi cabello desesperadamente―La amo, joder. Y si le pasa algo nunca me lo voy a perdonar.

―Nada le va a pasar―dice. Se levanta y se acerca a mí. Apoya su mano en mi hombro, pero me alejo rápidamente de él.

―¿Y cómo estás tan seguro? Eses maricones quieren hacerle daño a la persona que amo por venganza ¡Mierda! ¿En qué me metí?

Ricky se queda en silencio. Mi respiración es rápida e irregular. No sé qué mierda hacer. De pronto me siento claustrofóbico. Nunca me he arrepentido de mis actos, pero en estos momento desearía haber hecho las cosas bien en el pasado, sinceramente me arrepiento de haber jalado el gatillo apuntando a Daniel. Nunca debí hacerlo, nunca debí haber conocido a Sam, nunca debí haber involucrado a Dylan en toda esta mierda. He cometido tantos errores a lo largo de la vida. Todo fue por defensa propia. Ellos mataron a mi hermano, y yo maté a Daniel, pero ahora me arrepiento al saber que mi Dylan está corriendo peligro, por mi jodida culpa.

―Kian―me llama Ricky, sacándome de mis pensamientos.

―¿Qué?

―Te ha llegado un mensaje al móvil―indica, y yo automáticamente meto las manos en los bolsillos de mi chaqueta para sacar el móvil. Con manos temblorosas abro el mensaje.

Número desconocido:

Stockwell, diez p.m. Ven solo.

―¿Qué dice el mensaje?―me pregunta.

―La tiene en Stockwell―le respondo. ―Tengo que estar allá en media hora.

―¿Quieres que te acompañe?

―¡No! ―digo alarmado―. Si vienes conmigo le pueden hacer daño―lo digo con un nudo en la garganta, intento ahuyentar esas imágenes de Dylan tendida en el suelo y llena de sangre, no, no, no.

―¿Entonces, qué puedo hacer?

―Si no tienes noticias de mí en dos horas, tienes que ir.

Ricky solo asintió y me dio una última mirada. Sin perder más tiempo, saco la llave de mi motocicleta del bolsillo de mis pantalones y me monto en la moto.

Tranquila, nena, pronto estaré junto a ti. Lo prometo.