Cerca de Zamora, España.
8:00 p.m.
Ambos cruzaron la autopista luego de que pasaran los vehículos. Ya estaba oscuro, no podían seguir caminando así, necesitaban reposar, y Guillermo tratar su herida la cual estaba con un torniquete, hecho de una de las mangas de Alejandro, que le cortaba el fluido de sangre.
Al cruzar la calle se aproximaron a lo que era una posada, un motel. Al llegar entraron sin más.
"¿Piensa entrar como si nada?", se preguntó Alejandro quien iba detrás del soldado, pues estaba herido y no es normal pedir una habitación de motel cuando uno tiene una bala incrustada en el hombro. Pero lo que vio le sorprendió.
Guillermo se quitó el chaleco antibalas para dejarlo en la entrada, luego tomó un respiro profundo y soltó su brazo, entrando sin sostenerlo, como si nada le pasara.
"¿Qué pretende?"
-Buenas noches- saludó el soldado a la recepcionista -, quiero habitación para dos.- pidió apoyándose en el brazo que tenía la bala. Alejandro apretó sus dientes por el dolor que podía estar pasando Guillermo, sin embargo, este último ni se inmutó.
-Por supuesto, ¿a nombre de quién?- preguntó la joven.
-Antonio Valdés.- mintió con una sonrisa de oreja a oreja, Alejandro casi podía decir que estaba coqueteando con la joven.
-Vale- dijo ella mientras escribía en algo -, ¿dos camas o matrimonial?
Y el rostro de Alejandro se tornó con un rojo más que intenso, sintió calor en sus manos y en su pecho, volteó para poder salir y respirar mejor. ¿Qué había pasado?
"¿Me sonrojé?", se tocó las mejillas. "¡Me sonrojé!, ¿qué mierda?". Quiso pegar un grito, pero no pudo al ver a Guillermo salir con las llaves en mano. Tomando su chaleco antibalas y soltando su brazo, nuevamente con la mueca de dolor que poseía hace unos minutos atrás.
-Habitación 202, enano.- dijo caminando en dirección a las escaleras.
-Mierda, que me llamo Alejandro, puto.
Ambos subieron casi corriendo las escaleras, dieron la vuelta y se encontraron al lado izquierdo de una puerta, había otra que anunciaba el número de su llave. Entraron en ella. Para la suerte de Alejandro, se encontraron con dos camas, un baño, una mesa con una televisión antigua. No eran los lujos a los que el menor estaba acostumbrado, pero ero lo que tenía. Además, le bastaba con una cama.
Sin decir nada Guillermo caminó al baño, quitándose con una queja su camiseta. La tiró al suelo y Alejandro sintió arder sus mejillas, sus rodillas temblar y su boca babear, quedando parado viendo al baño y al físico del soldado. Físico que era totalmente marcado, tanto sus abdominales como pectorales, los cuales estaban sudorosos y sucios. Aquella suciedad por el cuerpo de Guillermo le daba un toque completamente deseable, toque que no pasó desapercibido por el otro joven. Sus pantalones le dejaban ver sus oblicuo marcados, un pequeño camino de vellos estaban ahí abajo, y toda esa piel hacía juego a la placa militar que colgaba de su cuello.
Pero lo siguiente dejó de ser tan sensual como le parecía. El soldado sacó su cuchillo de uno de sus bolsillos, para acercarlo a la herida abierta de bala que tenía. Metió la punta de su cuchillo mirando el espejo.
-Agh... mierda.- se quejó casi mordiendo su propia lengua. Escarbó con la punta de su hoja entre piel y carne, para luego tirar desde dentro y sacar de golpe la bala. Esta cayó al suelo haciendo un ruido y Guillermo se relajó un poco, apoyándose en el lavabo del baño. Lo mismo pasó con Alejandro, quien dejó de tener tensos los músculos dejando de pensar que vería el brazo de Guillermo caer al suelo.
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Guardián
FanfictionLa vida cambia repentinamente, para bien o para mal. Pero cambia. Alejandro jamás creyó quedar involucrado entre un conflicto de guerra y trafico de armas. Pero cuando es el principal objetivo de una organización, deberá escapar para salvarse. Pero...