Capítulo 11

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Título alternativo: Pesadillas, desayuno y películas Disney. (Sí, esta vez en orden)

Me quedé allí toda la noche. Limpié la sala de estar lo mejor que pude y me quedé junto a Percy, poniéndole compresas frías en la frente y calmándolo cuando se revolvía en sueños. En algún punto, debo haberme quedado dormida, porque me desperté tras soñar nuevamente que Percy se ahogaba. Luego de eso, me preparé un café y me volví a arrodillar junto a él hasta que amaneció.

El sol comenzaba a entrar por las ventanas cuando Percy despertó. La fiebre se le había pasado, pero yo me había preocupado de mantenerlo destapado para evitar que volviera. Su cuerpo había alcanzado un equilibrio muy frágil entre defenderse del exceso de ambrosía y sanar.

-___- Dijo, con la voz rasposa. -Pensé que te había soñado.

-No creo que el delirio fuera tan fuerte como para inducir pesadillas. - Respondí, intentando ser valiente. No quería pensar en sus ojos desenfocados, en mis manos llenas de sangre, en llorar y rogar por milagros hasta quedarme ronca. La noche anterior, estaba segura, sería recurrente en mis sueños por un largo tiempo.

-¿Qué pasó?- Me miró de arriba a abajo. Seguía arrodillada frente a él.

-Me encantaría saberlo.- Le respondí. Mi expresión agotada lo decía todo.

-¿Tan mal? Mmm. - Percy bajó los pies del sillón, haciendo una mueca. - Ni un solo día y ya me molestan los puntos.

-No deberías hacer nada extenuante por unos días. No nadar, no entrenar, no enfrentarse con monstruos y mucho menos andar haciendo tonterías.

Percy miró su torso desnudo. Tenía unos cuantos moretones y un vendaje cubriendo su costado. Lo sabía porque yo lo había puesto allí. Había pasado cuatro horas mirando esos abdominales e intentando evitar que muriera en mis brazos. Y sí, pensar aquello había sido dramático e innecesario pero no había dormido en toda la noche.

Pese a eso, no podía dejar de mirar sus abdominales y su pecho. Jackson era delicioso. Y ni siquiera verlo a punto de morir había conseguido que lo sacara de mi cabeza.

Joder. Realmente, joder.

-En vista de que ya estás bien. - Realmente, la ambrosía hacía milagros. De haber ido a un hospital mortal probablemente hubiese tardado semanas en curar. - Dejé vendas y una crema antibiótica en el baño. Volveré a quitarte los puntos el lunes, después de clases. Puedes tomar anti inflamatorios, pero recomiendo que comas medio cuadrado de ambrosía diario. ¿Confío en que sabes el resto?

-Si, pero...- Mientras Percy vacilaba, intenté incorporame. Mis piernas estaban dormidas y me caí de culo. Todo dolía. Jackson, idiota traidor, se rió.  -¿Te vas a ir así?- Lo miré, molesta. -Parece que hubieras descuartizado a alguien y no te ofendas, solecito, pero apestas a sangre.

-No traje precisamente un cambio de ropa. -Le contesté.- Y tenemos clases en menos de dos horas.

Jackson me miró con incredulidad.

-¿Vas a ir a clases así?- Preguntó, sárcastico. -¡No seas ridícula!

-Tenemos clases.- Le dije nuevamente. -Y estoy perdiendo el tiempo.

-¡Oh, por favor, vive un poco! ¿Acaso la señorita perfecta nunca ha faltado a clases?- Se burló. Aunque mi cara lo decía todo, Jackson parecía querer una confirmación verbal.

-No- Mascullé, esquivando sus ojos de foca bebé.

-¡¿No?!- Su incredulidad era obvia. Lo ignoré, todavía intentando recuperar la circulación de mis piernas. -¡Entonces con mayor razón! ¡Te tienes que quedar!

OPERACIÓN BLUE (Percy Jackson Y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora