Mi ciudad de antaño

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Capítulo dos

Mika

He de ser sincero. Me encontraba bastante nervioso.

Hace años que no pisaba estas tierras, el lugar en donde nací, donde me crié, donde crecí.

Haber vivido tanto tiempo en Rusia me hizo extrañar la exótica y deliciosa gastronomía del lugar que me vio nacer y crecer. También extrañaba hablar y escribir tan enigmático idioma y caminar las transitadas calles de Japón, que no me encantaba que fuesen tan transitadas, había que ser sinceros.

Por supuesto que había cosas que no soportaba tanto, como el clima o la gran aglomeración de personas en la estación de trenes y en las propias calles. Y claro, también habría cosas que extrañaría de Rusia.

Supongo que Rusia fue más mi zona de confort, que Japón. A pesar de que aquí había pasado toda mi infancia y parte de mi adolescencia.

Ambos países los he de llevar por siempre en mi corazón, pero aquí tenía un asunto pendiente, en cambio, Rusia me enseñó muchísimo y me ayudó en aspectos desorbitantes con mi propia personalidad y manera de admirar el mundo y la vida. Incluso, a pesar de las situaciones que había vivido a lo largo del tiempo, Rusia me ayudó a ser una persona más segura de sí misma. 

Sin embargo, aquí había perdido al amor de mi vida. Jamás hice un mísero intento por contactarle, por saber de su vida porque ciertamente en el pasado me equivoqué y le lastimé, no obstante también debía de aceptar que no todo era culpa mía, haya sido sin intención o no de su parte, una relación siempre es de dos y si bien la mayoría de los errores en nuestra historia, habían sido cometidos por mí, no es totalmente mi culpa. Además, deseaba hacerme responsable de lo que cometí con él. Quería disculparme apropiedamente, hablarle, decirle tantas cosas.

Antes no sabía aceptar mis errores, creía que lo que decía y hacía era justificable, que yo tenía la razón, pero ahora, estaba totalmente seguro de que un inmenso cambio había surgido en mí desde el primer día en el que pisé Rusia, y quería que las personas que me conocían, especialmente el amor de mi vida, se dieran cuenta de ello.

Solo esperaba que él no me odiase, ni estuviese casado. Aunque, vamos, que a pesar de ello había venido, no solo por una gran oferta de trabajo, sino también a luchar por aquella persona que tan feliz me había hecho en el pasado, incluso solo tenía la oportunidad de pedirle una disculpa por todo lo que pasó por mí. Podría pensarse que era tóxico de mi parte, sin embargo arreglar las cosas siempre sería saludable así fuese después de nueve años. 

Yuu siempre fue un ángel en mi vida. Cuando más lo necesitaba, podía mirar al lado de mí y ahí estaba él, sin inmutarse, sin excusas, apoyándome en cada momento, tomando mi mano con una hermosa sonrisa dibujada en su rostro como muestra de afecto.

A pesar de todos los años, yo seguía amándole como la primera vez que vi sus preciosos ojos color jade, seguía pensando que era el ser más precioso creado en esta tierra, seguía y seguiría siempre convencido de que Yuu era el mejor amigo que todos deseaban y la mejor pareja que alguien pudiese tener.

Si bien, tenía sus defectos, como todo el mundo, la lealtad y honestidad eran de los puntos más fuertes y cruciales en su escencia.

Deseaba verle, pero... ¿Por dónde empezar siquiera? Además antes de iniciar una búsqueda por todos los rincones de Tokyo, necesitaba encaminarme a mi apartamento, arreglar papeleos, el mismo lugar donde viviría los próximos meses, y abastecerme de alimento y utensilios para sobrevivir los siguientes días.

A pesar de los nervios que me carcomían, también me encontraba bastante emocionado. Por supuesto deseaba volver a ver esos ojos tan hermosos y verdes en Yūichirō, su cabello negro azabache, su sonrisa resplandeciente... Pero también estaba seguro de que deseaba iniciar una nueva vida profesional.

Abjurar La Reminiscencia Del NarcisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora