Caminaron durante medio día. Afortunadamente, se dio la orden de descansar junto al camino y eso era algo bueno, Inuyasha sintió que moriría si daba un paso más. No estaba acostumbrado a caminar tanto, no desde que se había integrado al ducado. De eso ya había transcurrido un poco más de un año, aunque sentía que había pasado mucho menos.
Estaban a las afueras de un gran bosque, era un camino comercial muy utilizado y eso provocaba que fuera un buen punto de trabajo para los bandidos, debían prestar atención a ello. Rápidamente se habían reunido los sirvientes y los soldados para recibir las órdenes del general, ya habían dejado las tierras del ducado Taisho atrás y estaban en territorio ajeno, no podían bajar la guardia.
—Vayan en grupos de tres, revisen los alrededores. —Ordenó y miró a los soldados. —Si uno de estos esclavos se quiere pasar de listo, ya saben que hacer. —Finalizó mirando a cada uno de ellos con su aura amenazante. Todos sabían que ir en contra de ese hombre significaba la muerte, nadie quería pensar en traicionarlo o sería suicidio.
—Como ordene, excelencia.
Los grupos fueron formados. Los soldados se internaron en el bosque para evitar ataques , los miembros restantes se quedaron para preparar los alimentos y las tiendas en la que los oficiales descansarían. El general se vio en la tarea de revisar los alrededores, obviamente siendo acompañado por su sirviente personal que no hacía otra cosa que mirar el suelo. Aunque el noble tenía algunos planes que llevar a cabo y por esa razón, siguió caminando y entre más pasos daban, más apartados quedaban de todo ojo acusador.
Inuyasha caminaba en silencio y mirando el suelo, estaba nervioso al estar a solas con un hombre tan peligroso como lo era su señor. Pero las ordenes habían sido claras, debía servirle sin chistar. Notó que se estaban alejando del improvisado campamento y de los grupos de soldados que merodeaban por la zona, eso aumentó un poco su nerviosismo. Vio al hombre frente a él detenerse y mirar en todas direcciones, temió por alguna razón. De un segundo a otro, ya estaba contra un árbol siendo observado por su señor de una manera extraña, casi animal. Su miedo aumentó.
—¿Que...?.
Sus labios fueron aprisionados por una lujuria desenfrenada, un beso salvaje que irradiaba pasión contenida. Trató de empujar a ese hombre de sí pero parecía ser una imposible tarea. Sus ojos se cristalizaron formando lágrimas de puro pavor, dejó de forcejear dándose por vencido. Dejó que ese hombre irrumpiera en su boca virginal probando cada centímetro, dejando que probara su sabor. Él se detuvo pero sus lágrimas no, tenía miedo y odiaba sentirlo.
De un momento a otro, fue libre. Su señor lo miraba fijamente, como si hubiera visto algo malo, como si hubiera cometido el peor de los pecados. Vio por un segundo, el temor en esos fieros ojos pero descartó la idea de inmediato pues era imposible que ese hombre sintiera temor u otro sentimiento ajeno a él. Sintió las grandes manos del general en su rostro, cubrían sus húmedas mejillas y sus lágrimas fueron limpiadas por los pulgares de ese hombre. Esa acción lo desubicó pero sus ojos buscaron los de su señor pero esos ojos miraban sus labios con una silenciosa petición. ''Desorientado'' era una palabra demasiado corta para el sentimiento que lo abrumaba en ese momento. Pero, esas grandes manos cubriendo su rostro emitían una calidez que jamás creyó que le pertenecería a ese hombre.
Sus ojos se encontraron, se transmitieron sensaciones desconocidas para su entendimiento. Entonces vio que el general repetiría su acción anterior y no pudo evitar tensarse nuevamente. Pero, cuando los finos labios del mayor tocaron los suyos, fue completamente diferente a la primera vez. Ese contacto era dulce, gentil y lento, como si tuviera miedo de dañarlo. Cerró los ojos, dejó que su señor hiciera lo que quisiera con él y ante esos delicados movimientos, perdió el miedo. Sus manos se posaron en el pecho del hombre, sintió el pulso acelerado de su corazón. Sintió la calidez emanada del general, se sentía agradable.
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El Sirviente del General.
Fiksi PenggemarEl ducado Setsuna ha caído a manos del hijo del duque Taisho, toda la familia es asesinada exceptuando al menor de ellos. Inuyasha logró salvarse de milagro pero desde ese día dejó de lado su sangre noble para convertirse en un esclavo de guerra. A...