Propuesta aceptada.

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Estaba plácidamente dormida en cucharita con un hombre, a pesar de que el brazo de esa persona pesara como 10 kilos y estuviéramos tan pegados sino, corría el riesgo de caerme fuera del sofá, estaba demasiado cómoda y cálida. Mi comodidad duró solo un segundo ya que Adam atrás de mi empezó a hacer sonidos de molestia y retiraba su brazo de mi y llevaba su mano a su cabeza. Volteo mi cuerpo quedando cara a cara con él y lo encuentro cerrando los ojos y sobándose la sien. Me tomo el tiempo de esperarlo y cuando por fin abre los ojos y su mirada cae en mi, siento como traga saliva muchas veces.
—¿Qué mierda pasó ayer y por qué estás acostada conmigo?.— Sonreí al escucharlo maldecir, que diga maldiciones es lo más caliente que he escuchando. Dios, como tenía ganas de besarlo en estos momentos.
Hum, ayer vine a verte, estabas tan borracho y triste quejándote de la idiota de tu ex esposa y yo siendo tan buena persona, me ofrecí a que yo te podría hacer sentir mucho mejor y aceptaste, me monte tantas veces en ti y nos corrimos tantas veces que terminamos bastante cansados.— Dije la verdad, bueno casi. Su rostro se llena de pánico y no puedo aguantar la carcajada que sale de mi garganta y Adam sigue callado, muy, muy callado.—De acuerdo, mentí, lo último lo inventé pero lo de la propuesta fue real, Adam.—Digo con dificultad ya que sigo sin parar de reír.
Adam suelta el aire que tenía contenido desde hace unos segundos antes y vuelve a cerrar los ojos. Inhala y exhala tan fuerte que tengo miedo a que se robe todo el oxígeno.
—Ya recuerdo todo. De acuerdo, hablaremos de lo qué pasó ayer pero primero necesito una ducha. Tú también te puedes bañar aquí, si gustas. Te presto ropa.
Asiento, encantada. Estoy ansiosa por usar su ropa así que me levanto rápidamente de mi lugar y espero a que el lentamente se pare, se pase las manos bruscamente por su cara y se levante del sofá esperando a que lo siga. Subimos por las largas escaleras y no puedo dejar de mirar todo a mi al rededor, es tan aburrida su casa. No tiene ni un cuadro colgado o decoración en su casa, pero supongo que es porque se acaba de mudar. Al llegar al fin de las escaleras nos encontramos con un pasillo enorme donde hay 4 puertas, caminamos y llegamos hasta la última puerta, Adam la abre y damos paso a su habitación. Trato de no hacer algún sonido vergonzoso ya que su cuarto huele riquísimo. A hombre. Igual que en la planta baja y en todos lados, su habitación es de los mismos colores y su enorme cama con almohadas y sábanas negras. Se ve tan cómoda que no dudo en dar rápidos pasos y aventarme en ella. Suelto un pequeño gemido de lo cómoda que está, si yo hiciera eso en la cama de mi departamento, haría un sonido preocupante y seguramente se rompería en dos. Hago un ángel de nieve imaginario y observo que Adam sigue en la misma posición, viendo hacía a mi. No puedo evitar sonrojarme al recordar que yo solo traigo una diminuta falda y los movimientos que hice de seguro le dieron un buen vistazo de mis braguitas. Cierro mis piernas al verlo caminar pero solo rodea la cama y saca algunas cosas de la cómoda que está al lado de mi, saca unos bóxers y una camisa blanca y me las avienta en mi cara. Saca lo mismo para él y se mete a lo que supongo que es el baño.  Aspiro el olor de su camisa como una loca lo haría y no puedo esperar a usar su ropa. Me siento en la cama y miro a mi al rededor. Tiene solo un ropero, un espejo enorme y una cómoda al lado de la cama. Adam es el hombre más básico que he conocido en toda mi vida. Me vuelvo a acostar y empiezo a tararear una canción para que se me vaya el tiempo rápido. Después de una larga espera se abre la puerta del baño y yo me levanto de golpe, algo decepcionada de ver a Adam ya cambiado. Yo esperaba verlo en toalla y poder ver su cuerpo. Mierda, a lo mejor no sinceramente no quiere nada conmigo.
—Tú turno, Crystal. Hay toallas ahí por si necesitas.
Tomo la ropa que me dio y camino tímidamente al gran baño, cerrando la puerta detrás de mi. Su baño es hermoso. Tiene una enorme tina, el inodoro y en otro extremo tiene una regadera decoradas con unas paredes de cristal, es decir que se podía ver perfectamente a la persona que se estuviera bañando. Eso me traía pensamientos sucios. Después de mirar cada centímetro del cuarto de baño, me despojo de mi preciosa ropa y me posicionó abajo de la enorme regadera, abriendo la llave y sintiéndome tan jodidamente bien al sentir agua caliente caer sobre mi. En mi departamento solo hay agua fría y después de estar así por días, bañarme con agua caliente se siente como estar en la gloria.
Después de ponerme la ropa que me brindo Adam no me siento tan sexy que digamos, es decir, la camisa que me dio me queda volando y ni hablar de los bóxers. Tengo que darle varios dobleces a los bóxers los cuales me quedan aún más cortos y ahora si sonrío. No traigo sostén así que por la camisa blanca que me dio Adam se me podrán notar mis pezones así que trato de ocultarlo con mi largo cabello lo cual segundos después fue un error ya que sigue húmedo. Decido no tomarle importancia y salgo del baño, decepcionada ya que Adam no está ahí. Oigo sonidos desde la primera planta así que bajo silenciosamente y me golpea un fuerte olor a café y de alguna comida que no puedo identificar.  Sigo a los sonidos de sartenes y llegó a la preciosa cocina color café en donde puedo ver a Adam de espaldas, muy concentrado. Parece que no nota mí presencia así que por unos minutos más admiro su cuerpo hasta que siente mi mirada y voltea hacía mi. Dirige su vista desde los dedos de mis pies descalzos hasta mi rostro, observándome lentamente cada centímetro de mi. Eso me pone nerviosa ya que sigue sin hablar.
—Estem... ¿buenos días?
Sonó más como una pregunta en vez de una frase, el me responde con una sonrisa y vuelve a lo que estaba haciendo.
—Puedes sentarte mientras sirvo tu desayuno.
Acepto sin pensarlo dos veces y me siento en una pequeña silla giradora y apoyo mis codos sobre la pequeña barra que está en frente de mi y empiezo a jugar con la silla, moviendo mis caderas de un lado a otro. Adam pone el desayuno en dos platos diferentes y se gira hacía mi poniendo uno de esos platos en frente de mi y el suyo al otro extremo de mi. Parece causarle gracia como es que juego con la silla.
—Pareces una bebé jugando así.

No sé si eso sea algo bueno o malo ya que no quiero que me vea de esta forma, así que dejo de moverme y me siento derecha. Miro el planto en frente de mi y me río al ver el típico desayuno americano en frente de mi. Huevo batido y dos pedazos de tocinos.
—Gracias Adam, esto se ve delicioso. Fue muy agradable estar aquí, sobre todo en el baño. En mi departamento no hay agua fría así que imaginarás cómo fue que lo disfruté.— Menciono, siendo sincera mientras agarro el tenedor que me dio y empiezo a comer. Él solo me da una mirada con tristeza e imita mi acción.
—Sí eres de México, ¿qué haces aquí?

Casi me atraganto con el exquisito desayuno ya que aún no estaba preparada para decirle mis verdaderas intenciones.

—Es el idioma más hablado mundialmente, Adam. Quiero seguir perfeccionando el idioma, aparte de que aquí el dinero es demasiado y sin olvidar la ropa, es hermosa.

Adam asiente, como si comprendiera lo que decía y tomó un largo sorbo a su café negro que se sirvió. Tomó una larga reparación y soltó el aire.—Te vistes precioso, me recuerdas a mi época de los 90's. Todas las chicas se vestían así y es tierno que tú lo sigas haciendo.

—Duh, obvio. Es tendencia.—Digo como si fuera lo más obvio del mundo mientras ruedo mis ojos.— Ya me cansé de esto, hablemos sobre lo qué pasó ayer que es de lo que más me interesa hablar.

Adam vuelve a asentir muchas veces y nuevamente como signo de frustración, frota no muy gentilmente sus manos sobre su rostro.
—He decidido que si quiero que me ayudes con...eso. No sé bien a qué te refieras pero no tengo nada que perder. Siempre he sido un hombre aburrido y esta vez quiero salir de mi zona de confort. Y no tienes por qué bañarte con agua fría, puedes hacerlo aquí cuántas veces quieras.— Dice algo tímido al decir lo último y me mira sobre sus pestañas ya que tiene la cabeza agachada. ¿Qué acaso este hombre no es el más tierno del mundo? No puedo creer que al fin conseguí lo que deseaba. Solo puedo esbozar una enorme sonrisa, mostrando todos mis dientes.

—Oh, Adam. No puedo creerlo, solo quiero hacerte sentir mejor. Tampoco esperes mucho, sé que soy hermosa pero solo soy una inexperta mujer de 19 años.—Menciono ya algo triste ya que nunca me puse a pensar en ello, ¿qué le puedo ofrecer a este perfecto hombre?

—Eres toda una belleza, Crystal. Nunca dudes de eso. No quiero empezar tan rápido... besarnos por ahora esta mas que bien.

Mi corazón empieza a latir a mil por hora y mi cabeza está hecho un lío. Por fin me dio luz verde para que haga todo lo que he deseado desde hace meses pero yo no puedo moverme de mi lugar. Adam se muestra tan ansioso como así que solo maldice, deja caer su tenedor en su plato haciendo un estruendo horrible y camina hacía mi, me toma por de bajo de las axilas y me carga como si fuera una pluma y me sienta en la barra, estando más o menos a su altura. Nuestras respiraciones están entre cortadas y solo podemos vernos a nuestros ojos. Toma mi cara entre sus manos y sin pensarlo dos veces, me besa. Sus labios saben a una mezcla que estoy segura es su propio saber y a café. Siempre he aborrecido el café negro pero ahora me siento como si fuera una adicta a el. Rodeó su cuello con mis manos y sin dejar de aprovechar la oportunidad, rodeó con mis piernas en su cintura. Adam es un excelente besador, no puedo pensar en nada ni nadie más que no sea él. No es un beso caliente pero sin duda es el más desquiciado que me han dado en mi vida. Sin perder más tiempo su lengua se encuentra con la mía y yo siento como si me viniera. Adam se aparta un poco después y me vuelve a dar un pequeño beso en la comisura de mis labios y otro en mi mejilla. Sus manos cambian de estar en mi rostro y se dirigen a mi larga cabellera rubia, peinándola con delicadeza, suelta un suspiro al llevarlo hacía atrás y ver qué la camisa está húmeda y todo se transparenta. No tengo los mejores pechos del mundo pero sin duda son muy bonitos. Siempre me he sentido segura pero bajo la mirada de Adam me siento muy intimidada.

—Dios, mujer. Me vas a matar.

Daddy? {Adam Driver}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora