2: Sueños

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Mónica

Entré al baño para cambiarme y luego me quedé contemplándome en el espejo. A esas personas de ahí fuera les hace falta un buen remeneo, a ver si así dejan de ser tan fastidiosos. Había ensayado toda la semana, es una lástima que no haya podido terminarlo. Todos los movimientos los realicé bien, pero supongo que este no era el público al que debía mostrarle mi talento. La profesora siempre espera a que mis compañeras sean las únicas que brillen en el escenario y pretenden que solo pueda danzar en actividades donde menos público haya, o simplemente me dejan al final para que sea menos tiempo el que tenga. Algún día podré mostrar mi talento, sin necesidad de rogarle a la profesora para que me permita hacerlo. Estoy cansada de rogar por un espacio que no tienen planeado darme y que sé que merezco. Mejor dejo que el tiempo sea quien decida. A fin de cuentas, no estaré en esa agencia toda mi vida.

La noche de hoy no fue tan mala, comparada a las anteriores. Al menos aún puedo atraer miradas... y causar erecciones involuntarias. Reí al recordar a ese extraño hombre. ¿Acaso no le dio vergüenza pararse en medio de todos teniendo una erección? Lucía como un niño bueno con esos lentes, pero la maldad que oculta en su interior se concentró en su pantalón.

Cuando me disponía a salir del baño, me encontré con Savannah y Sarah.

—¿Ya te recuperaste de la vergüenza, gorda? — escuchar su pregunta me obligó a detener y voltearme.

—¿Ya te quitaste el relleno de los senos, Savannah? — me incliné hacia ella, y agarré mis dos senos por encima de la camisa—. Me temo que un relleno de arroz no es suficiente para alcanzarme. Para la próxima añade al menos cuatro, ya sabes, para que se note el esfuerzo— sonreí, y seguí caminando. Se creen que me quedaré callada. Pues no, que sigan soñando.

Salí del local y caminé por la calle. Debía buscar un taxi que me llevara a la casa. Hoy quise venir con ellas en la camioneta, para así ahorrar gasolina. Luego de caminar con mi mochila por un largo tramo, alcancé a ver un taxi. Le pagué para que me llevara a la casa y, según llegué, subí a mi cuarto. Ha sido un largo día y estaba cansada. Al menos mañana entro tarde al trabajo. Tan pronto me di un baño, llamé a mi novio, pero tardó en responder:

—Hola, cielo.

—Hola, mi amor. Sé que debes estar ocupado en el trabajo, así que no quiero molestarte mucho.

—Sí, un poco.

—Mañana es nuestro aniversario, así que pensé que podíamos salir luego de mi trabajo. ¿Qué te parece?

—¿A dónde?

—No lo sé, podemos decidirlo mañana.

—Me parece buena idea. Mi jefe viene, hablamos mañana, corazón.

—Cuídate, y buen turno— colgué la llamada, y me tiré en la cama.

Ya serán tres años, aún no lo puedo creer. Es la relación en la que más he durado. James es un hombre maravilloso, comprensivo, sincero, y muy cariñoso. Es triste no poder verlo a menudo, pero sé que ambos tenemos nuestras prioridades y nuestras situaciones.

Steven

Desperté bañado en sudor y fatigado, luego de haber tenido varios sueños muy extraños con esa mujer de anoche. Su velo estaba justo al lado de la cama y lo alcancé para mirarlo. Tal parece que haber dormido con este velo, me causó tener esos sueños extraños. Jamás había soñado con una mujer y mucho menos de esa manera. La forma en que se movía, en que el velo cubría la mitad de su rostro, dándole ese toque misterioso y a la vez sensual, es algo que no podré superar tan fácilmente. Mi cuerpo aún estaba caliente y me levanté para poder darme un baño con agua fría para calmar esta terrible y desconocida situación que estaba enfrentando.

—La soledad te está dañando el cerebro, Steven— murmuré para mí mismo, como si se trata de algún tipo de burla.

Fue una noche vergonzosa y me temo que ella debe estar pensando lo peor de mí, y más con esa mirada que me dio. Causé una pésima impresión. Para sus ojos debo ser el hombre más pervertido sobre la tierra, que se excita con solo un baile. Aunque creo que sí debo culpar a alguien, debe ser a ella. No creo que sea el único subnormal que tiene una erección con una desconocida. Si ella no se hubiera movido de esa manera o me hubiera invitado a acercarme, yo no hubiera tenido que pasar por eso. Aunque por suerte, nadie más lo notó, aun así, fue muy bochornoso.

Anoche, a pesar de haber ido a buscarla por todo el local no la vi. Debe sentirse muy mal con lo sucedido. ¿Qué se supone que se haga en estos casos? ¿Debería disculparme con ella? Bueno, debo buscar la forma de entregarle ese velo también. Aunque parezca más una excusa que cualquier otra cosa.

Me vestí para ir al trabajo, realicé mis deberes a tiempo, para luego esperar como todos los días a mi jefe. Me di cuenta de que cuando llegó se veía de mal humor y tenía que averiguar el por qué estaba así. Anoche me fui de la fiesta porque me pidió que me fuera, y no sé en realidad lo que sucedió luego del escándalo que se formó.

—¿Le sucede algo, Sr. Tom?

—Yo necesito que hables con mi maldito padre y le exijas una explicación sobre lo de anoche. Estoy seguro de que esto lo hizo para estropear mis planes y lo ha conseguido. El Sr. Abid se sintió ofendido con lo que allí ocurrió y no lo culpo, yo me sentía igual de disgustado y ofendido. Quiero que redactes una queja bien detallada sobre lo sucedido y comunícate con esa agencia de inmediato— le dio un fuerte golpe al escritorio.

—Si me permite decir lo que pienso, Sr. Tom, fue solo un baile, ¿Por qué lo tomarían como una ofensa?

—¡Baile que acaba de estropear un contrato y una asociación muy importante para la empresa! — me quedé en silencio al escucharlo tan alterado.

Entonces la situación es seria. Será mejor que no diga nada más o perderé el trabajo.

—Me disculpo por lo que dije anteriormente, no volverá a ocurrir.

—Ve a hacer lo que te dije y trata de organizar otra reunión con el Sr. Abid como disculpa, esperando que considere la decisión que tomó anoche de no asociarse con nosotros.

—De inmediato.

Salí de la oficina para cumplir con sus órdenes. Aunque considero algo exagerada la situación, no es algo en lo que mi opinión cuente, así que no puedo hacer nada más que mi trabajo.

Me senté en el computador y redacté un corto párrafo, pero no podía continuar, al tener recuerdos de esa mujer y de los sueños de anoche. Tener que escribir una queja de algo que en realidad no te disgustó en lo absoluto, o que pienses todo lo contrario a lo que quieren que escribas, es complejo. Esto le puede ocasionar problemas a ella, ¿cierto? ¿Realmente debo hacer esto?

Cerré los ojos tratando de imaginarla, pero fue un grave error hacerlo, ya que todo lo que por mi mente se cruzaba era su cuerpo y esos movimientos tan sensuales que hacían sus caderas. ¿Es normal sentirse tan maravillado con alguien?

Escuché la puerta de mi oficina y me levanté de golpe, casi dejando caer todo lo que en mi escritorio había.

—¡Señor!

—¿A ti qué te pasa? ¿Por qué te levantas de esa forma?

—Lo siento, señor. Estaba redactando lo que me pidió.

—¿Terminaste?

—No.

—¿Y qué esperas para terminar? Necesito eso para hoy mismo. Has tardado mucho.

—Lo haré de inmediato.

Debo dejar de pensar en esas cosas ahora y ponerme a trabajar o seré despedido.

Perdido En Tus Curvas [✓] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora