22: Afortunado

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Sentí su mano meterse dentro de su ropa interior y, en instantes su dedo moverse a la par de los míos. Su interior se contraía y palpitaba mucho, podía percibirlo en mis dedos. Su cuerpo se movía solo, como si quisiera acelerar de alguna forma los movimientos. Cuando de pronto la vi arquear la espalda. Una presión expulsó mis dedos y un líquido emergió de su interior, mojando parte de su ropa interior e incluso la cama. Su cuerpo estaba temblando como nunca y ella continuaba gimiendo aun sin tener mis dedos dentro.

Su respiración entrecortada, su cuerpo sudoroso y su expresión en ese momento, tenía todo mi cuerpo tembloroso y ardiendo. Miré mis dedos y estaban llenos de ella, motivo suficiente para sentirme dichoso.

—Gracias, Mónica.

—¿Por qué? — preguntó con su dulce voz entrecortada.

—Gracias por dejarme verte y tocarte. No sabes lo afortunado que me siento de poder compartir este momento tan especial contigo. Me haré cargo de lo que hice. Realmente no puedo ser más feliz ahora— besé su frente y cerré los ojos—. Eres muy hermosa.

A la mañana siguiente, desperté por un olor delicioso. Cuando caí en cuenta de que no estaba en mi habitación, quedé sentado en el borde de la cama. Me di cuenta de que estaba en la habitación de Mónica y recordé lo que sucedió anoche. No sé en qué momento me quedé dormido.

Alcancé mi teléfono de encima de la mesa de noche y miré la hora. Eran las diez de la mañana. Por lo regular, siempre despierto bien temprano, pero ayer estaba muy agotado. Hoy no tendría que ir a trabajar, así que puedo tomar un descanso.

Me levanté de la cama y salí de la habitación en busca de ese delicioso olor y vi a lo lejos a Mónica en la cocina. Estaba en un pantalón corto y bastante ajustado, más una blusa de color rosa. Su pelo estaba recogido y tenía una cuchara con mantequilla de maní en su boca.

—¿Cuánto tiempo más estarás ahí parado? — su pregunta me sobresaltó. No sabía que había notado mi presencia.

—Buenos días. ¿Por qué no me despertaste?

—Estabas muy agotado. Anoche te quedaste dormido encima de mí. ¿No te acuerdas?

—¿Eso hice? Lo siento mucho.

—No importa. Sé que te has estado esforzando mucho durante varias semanas. Necesitabas el descanso y no iba a interrumpirlo. Puedes usar el baño. Te dejé todo preparado para que también puedas bañarte y ponerte cómodo.

—Gracias.

—Date prisa para que puedas desayunar calientito— sonrió, y noté su doble sentido.

Fui al baño y me di una buena ducha. Realmente me hacía falta luego todo. Vi encima del lavamanos una muda de ropa de mujer y la miré varias veces. No sé si lo había dejado para mí, pero no tengo qué ponerme y no quería usar la misma ropa luego de bañarme.

Me puse su ropa y me miré en el espejo. Lo más probable ella se burle de mi por estar con una pijama de Pokémon. No encontraba cómo salir del baño.

Luego de varias vueltas, me dispuse a salir y ella no hizo más que reír según me vio parado en el umbral de la puerta. Tal parece que estaba esperando por mí.

—Te me haces muy tierno.

—¿Esto te gusta?

—Sí. Te queda genial. Para la próxima nos ponemos algo combinado.

—Me alegra verte tan feliz y sonriente, así sea a costa mía— sonreí nervioso, y ella me apretó los cachetes tan fuerte, que me hizo chillar—. Ahora luces como un Pikachu también— me abrazó inesperadamente, y mi corazón se aceleró de nuevo—. Te he atrapado. Ahora eres mío solamente.

—No tienes que atraparme, ya que estoy aquí, y por supuesto que soy tuyo solamente, Mónica. ¿Es que acaso lo dudas o no he sido lo suficientemente claro?

—Es un decir, Steven. No todo lo puedes tomar muy en serio. Hablando de seriedad, quería preguntarte algo. Hoy tenía planes de visitar a mis padres, que viven a una hora de aquí. Y me preguntaba si querías acompañarme.

—¿A conocer a tus padres? Cuenta conmigo.

—Eso fue rápido. Creí que tendría que pasar algo de trabajo para convencerte.

—Claro que no. Ya te dije que voy en serio contigo. Alguien que no acepte algo así, es porque lo más probable tiene malas intenciones contigo y le está huyendo al compromiso. Además, me gustaría conocer a tus padres.

—Cada vez que te pones serio y usas la palabra compromiso, siento palpitaciones.

—Yo también— mi respuesta la llevó a arquear una ceja, y la miré fijamente porque sabía que algo más había ahí —. Espera, ¿palpitaciones de qué tipo?

—Que dato tan curioso e interesante de saber— riendo caminó a la cocina, y me le fui detrás.

—Respóndeme, no me dejes con la duda.

Se detuvo de repente y me encaró.

—Si también te sucede, más que nadie debes saber de qué hablo. ¿No crees, corazón? — llevó su dedo índice a mi mentón, y la miré fijamente.

Dios, es tan hermosa.

—No hablaba de nada extraño. Hablaba en sentido literal.

—Y yo genital— carraspeó—. Quise decir, literal también.

Perdido En Tus Curvas [✓] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora