3

1.5K 146 40
                                    

Desapareció unos días después de eso, entregó su reporte en regla y se marchó. Estaba bien, por mi. Era mejor tenerlo lo más alejado posible, de mi y a solas.

En ese corto lapso de tiempo dejé de frecuentar mujeres. Poner más atención al trabajo y dejar fluir el tiempo, naturalmente. No poner mucha atención a mi alrededor sirvió de mucho.

Era la segunda semana sin noticias de los "niños" todo marchaba bien, incluso mejor que antes. Quizá solo era mi imaginación y Edward no estaba traumado por lo que le había hecho.

Pero llegó un momento, en el cual tuvo que regresar, habló con todo el maldito cuartel antes de acudir a mi, estaba celoso y en su momento no lo sabía.

—Aquí tiene el reporte.—

Dejó un documento escrito, con su letra. Me quedé observando el manuscrito con fijación.

—¿Tiene algo de malo?—

—No, es todo. Puedes irte.—

Guardé el documento para leerlo después, y continuar con la firma de los papeles que ya eran pocos. Pero no se fué... No otras vez... ¡Ed, no!

—Tuve un problema... Coronel... Havoc me dió esto "para el camino" pero... No logré nada.—

Nunca lo había visto tan rojo, me mostraba una revista para adultos que de inmediato le arrebaté y guardé. No es que la quisiera, pero era para reprender al teniente. ¿Cómo se atreve a pervertir a un niño así?

Pero me quedé sin palabras... Yo hice lo mismo...

—Ahora mismo le llamo para...—

—¡No, no! ¡Es vergonzoso! No quiero que se entere... Que no pude hacer lo que me dijo.—

Entonces... ¿Si había más personas que intentaban hacer lo mismo con el? O tan solo era una broma para con la inocencia del niño.

—¿Qué te dijo que hicieras?—

—Lo mismo que hice con usted la ves pasada.—

El suspiró dejando salir toda su vergüenza, se encogió de hombros con un rostro confundido... Sí, lo natural era que hiciera eso, con ese tipo de estímulos.

Pero... Desde el principio yo le enseñé lo antinatural... Yo sería el culpable entonces.

El chico se acercó al escritorio, quizá con toda la vergüenza del mundo.

—Tuve oportunidad de leer algunas cosas... Sobre eso. Ahora entiendo un poco mejor... Se lo que está pasando ahora... Y... Quiero que lo siga haciendo... Sus manos se sienten muy bien... Tan solo de pensarlo me avergüenza... Pero reacciono... Cómo ahora.—

Intentó esconderse en sus hombros, obviamente no lo logró. Mi corazón se aceleró por esa simple confesión, lo había estado esperando inconscientemente, ahora me había dado cuenta de eso.

—Y-y... El beso... Fué raro y confuso, yo nunca había besado a nadie, no sabía cómo sentirme. Sentí en ese momento que mi cuerpo se calentó más.—

No pude evitarlo, su manera de hablar, de actuar, de cubrir su vergüenza con ese hermoso sonrojo, de nuevo estaba ahí, frente a el, acorralando su menudo cuerpo contra el escritorio.

—¿Estás bien seguro Edward?—

Si tenía su: Sí. Ya no iba a detenerme, tomaría los riesgos, admitiría la culpa si era necesario. Pero necesitaba gozarlo bien antes de eso. Me abrazó, confirmando con acciones que también estaba dispuesto a correr ese riesgo conmigo.

Su cuerpo tembló y yo aún no había comenzado... Lo levanté por las piernas, dejándolo sentado en el escritorio. Levanté su mentón, a esa altura no hacía mucha falta que me inclinara. Mis manos recorren ansiosas sus piernas, cintura y espalda. Quiero besarle, sus labios entre abiertos y su sonrojo le hacían ver más erótico. Lo besé por fin, el no correspondía, tal vez no sabía hacerlo. Metí mi lengua en su boca, disfrutando bien de ese sabor prohibido. Entonces me separé de él, tan solo para enseñarle.

—Hazlo así...—

Comenzó a mover sus labios de la misma manera, el era bastante inteligente y aprendió rápido, pronto me estaba regalando el mejor beso de mi vida. Sus manos enguantadas comenzaron a tocar mi pecho, bajó con lentitud.

Pero ésta vez, el acto no se consumaría, quizá era una señal, no debía continuar, pero quería, lo quería, lo necesitaba, necesitaba poseer a ese niño.

Lastimosamente la teniente había entrado, no sin antes tocar la puerta y darnos tiempo de separarnos lo suficiente, Edward de inmediato se sentó en un sillón, tomando algunos papeles para leerlos y disimular.

Y yo me senté dónde siempre, su actitud me decía que él comprendía que no estábamos haciendo algo bueno.

Y estaba bien que lo comprendiera.

No fué nada raro, Edward supo incubrir bien su semblante, sin en cambio yo, no.

Yo aún estaba excitado, no ponía mucha atención a lo que ella me estaba diciendo en cuanto se fué, se llevó a Edward consigo, excusando necesitar su ayuda para reparar algunas cosas. Sabiendo que yo jamás haría algo tan simple como reparar cosas.

Aparentemente no había sospecha, y no le había hecho nada al niño, eso debió de ser mi señal. ¡No lo hagas Roy!

Por dónde lo vea, esto termina mal.

B L O C K A D E S [HIATUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora