Pasar siete días de la siguiente semana, con la angustia de no volver a verle en un largo tiempo, como ya era una costumbre desde hace tiempo, me llevaba al borde de lo emocional y la paciencia.
Yo mismo no reconocía a ese Roy, nunca me sentí tan confundido y lleno de dudas, ni siquiera cuando recién había sido integrado a la milicia.
Debería importarme poco, debería actuar y sentirme normal. Pero, nada era ya normal así que no podía pretender que todo estaba bajo control y como normalmente solía ser.
Bajé de automóvil, de regreso a casa. Un día por demás tedioso, aún más que los demás. Con cansancio emocional.
—¿Qué haces aquí?...—
—No lo sé.—
Contestó con la cabeza agachada, algo dentro de mi me indicó que debería de sentirme bien, por verle una vez más, disipando en temor de no volver a verlo, o peor, no volver a repetir.
El simple hecho de estar aquí, en mi casa, de nuevo. A un lado de mi, nuevamente entre mis brazos, debería de ser completamente bueno. No quería admitirlo...
Sus cortos brazos intentan rechazarme de toda manera, pero mi insistencia es demasiada, termina cediendo y correspondiendo el beso que ansiaba darle desde verlo al pie de mi jardín.
Sin embargo mi casi nula fuerza de voluntad es suficiente al escuchar su tercer "no" mientras mis manos están dentro de su ropa, rozando con mis dedos su suave piel. Con delicadeza decido no tocarlo más, notando su rostro rojo e incómodo, me incorporo y me siento normalmente.
Él parece agradecerme con la mirada, lejos de lo que imaginé, el parecía más que conforme.
—Te detuviste...—
—No por mucho tiempo, Edward. Si no es a eso ¿A qué has venido?—
Su gesto de profunda decepción me paraliza unos segundos.
¿Qué debería de sentir? O en todo caso, decir. Es un niño y probablemente no hay nadie en el mundo con quién pueda acudir.
Su lento suspiro llama toda mi atención, su rostro no toma ningún gesto y sólo me mira con aparente calma. Internamente no estoy tranquilo.
Probablemente tan sólo quiere estar bajo mi protección, después de todo... Debería de hacerme responsable de sus cambios de ahora en adelante, si no fuese por mi, su mirada no reflejaría tal sentimiento.
Con lentitud le tomo entre mis brazos sintiendo su calor corporal cerca de mi pecho, parce encogerse y acomodarse a manera de no ver su carita. Su respiración acompasada me trasmite paz, tranquilidad. Acariciar su pequeña espalda se convierte en una de mis actividades favoritas.
—No sé.—
Contestó por fin. Si bien su presencia no me molesta en lo absoluto, debo fingir que si. Sus ojos por fin me miran, la dureza de mi mirada parece cohibirlo y mis profundas ganas de besar sus labios cada que hace algún mínimo movimiento, se vuelve más grande con el pasar de los segundos, teniéndolo a pocos centímetros de poder hacerlo.
Su rostro se torna completamente rojo y sin mirarme, acepta tan anhelado beso; sin embargo, es tranquilo y dulce, en comparación al primer beso que me regaló.
Sus manos se movieron por mi espalda y acariciaron con suavidad el cabello de mi nuca, caricias realmente relajantes.
—¿Te quedarás hoy?—
Negó con la cabeza con tranquilidad, claro que lo lo haría, no estaría tanto tiempo con su peligro inminente. O tal vez por el mal trato que recibió de mi parte.
—¿Me quiere, Coronel?—
Fué una sorpresa muy grande, ¿Cómo debía contestar a eso? No era como si no le quisiera, aunque mis actitudes demostraran todo lo contrario y tampoco deseaba que comenzara a hacerse ideas erróneas de nuestra supuesta "relación", mi cerebro ruega porque de mi boca no salga ninguna estupidez que pueda herirlo.
Mi intención no es herirlo ni crearle ilusiones a largo plazo, él es todavía demasiado joven para entenderlo.
Ahora la culpa me invade: Le confundí tanto a niveles que no puedo compreder y de una manera que no puedo reparar haga lo que haga. Y aunque es peligroso y me agrada. Es un niño, una relación de éste tipo... No podrá rendir ningún tipo de frutos.
—Es muy pronto para darte una respuesta concisa, pero Edward, no pienses en esto, como una relación seria... ¿Comprendes?—
Asiente con la cabeza y se levanta de mis piernas con rapidez, con la esperanza de haber sido demasiado rudo, le dejo ir después de insistir un par de veces más.
"Edward..."