Sin embargo regresa, es persistente pero aún no sabe que se está yendo meter, justo y directo en la boca del lobo. He comenzado a pensar, que le agrada ponerme nervioso frente a la gente, está jugando con mis nervios y mi cordura. Eso no debería de ser bueno.
Mi propia moral dividía, me ha impedido a duras penas tomarlo en cualquier lugar, aún sigo creyendo que debería detenerme. Pero a estás alturas, ya no puedo. Es imposible. Este niño me vuelve loco.
Sus brazos me estrechan con toda su fuerza, que no es poca. Cierra los ojos, agacha la cabeza dejando salir sus leves gemidos, ya que es conciente que cualquier persona en el exterior que fuese pasando por casualidad, podría escuchar. Mis manos lo continúan tocando una vez terminó. Yo también deseo terminar, de otra forma.
Lo dejo recostado en el escritorio, importandome poco los papeles que ahí habían, el bloqueo aparece de nuevo, la culpa se disipa sustituyéndola con una intensa lujuria que me lleva a actuar agresivo. Separé sus piernas lo más que pude, inclinandome para besar sus rojas mejillas. Bajé mis pantalones frente a él, su mirada se volvió dudosa y con miedo, pero no importó.
Con escasa lubricación intenté penetrarlo, pero sus movimientos bruscos me llevaron a sostenerlo fuerte contra el escritorio, sus ojos dorados me miran con temor, me piden a gritos detenerme.
Lo dudo un poco.
Estando tan cerca, no me pude contener. Afrontaría las consecuencias después, entré de una sola, su cuerpo se tensó sus dos manos cubrían su boca, pero sus ojos habían empezado a llorar. ¡Demonios!
Salí de inmediato, mirando las pequeñas y escasas gotas de sangre que habían salido, era demasiado diferente con las mujeres, yo tampoco tenía ningún tipo de experiencia con hombres...
Su cuerpo tembló, se quejó con poca fuerza. Sentí en mi pecho, un dolor creciente al verlo sufrir, por mi culpa. Arreglé con rapidez mi ropa, y lo levanté del mueble teniendo mucho cuidado en el proceso.
—P-perdón... Pero es que dolió mucho... Coronel.—
No, no te disculpes. La culpa es mía, soy un asco de persona, ni siquiera eso pude hacer bien. Lo abracé para consolar el llanto que poco a poco se iba extinguiendo. Nunca le había visto llorar...
—En verdad dolió...—
Murmuró con congoja, yo lo abracé aún. Empecé a vestirlo con cuidado, besando su cabeza en repetidas ocasiones. Toda la culpa volvía a recaer en mis hombros. Había hecho cosas mucho peores que eso, había matado gente, la había quemado. Pero... ¿Por qué con tan solo esto... Me siento Realmente mal?
—Edward... Es mi culpa, no te mortifiques.—
Voltea a verme cuándo por fin se ha puesto de pie, caminando como potro recién nacido... Es gracioso hasta cierto punto, y el bloqueo desaparece, causándome un terrible dolor de cabeza repentino, hice un masaje lento en mis sienes, suspirando pesado al verlo acomodarse para sentarse frente a mi. Sin duda le había lastimado. ¿Necesitaría un doctor? Y si sí... ¿Qué le diría? ¿Me acusaría?
Su carita sonrojada me miraba, sus lindos ojos expresaban culpa y dolor. Me sentí aún peor.
—No volveré a hacer eso, no volveré a tocarte, lo prometo...—
Ahora, la profunda decepción de sus ojos me hundía más, ¿Qué era lo que quería entonces? Se movió incómodo.
No asintió ni negó.
Le arrebaté su virginidad como un acto puro de egoísmo, eso no era bueno, no mostraba señales de estar molesto conmigo, pero su mirada no se despegaba de mi, me sentí intimidado. Por primera vez en mucho tiempo.
—No debió de haberse detenido.—
—¿Cómo que no Edward? Te lastimé, sangraste, estabas llorando. Si hubiera continuado tan solo te hubiera causado severas heridas.—
Él agachó la mirada mordiéndose los labios, así calló sus palabras.
—Pero...—
—Edward, si hubiera la necesidad de acudir a un doctor, por tu edad, de inmediato daría un diagnóstico de violación... Buscarían al culpable porque después de todo... Aún eres un niño.—
—¡Yo no soy...—
—¡Edward!—
Un suspiro salió de sus labios... Tal vez rompí su ilusión, pero... No hubo una desde el principio, su cuerpo me atrajo por mera lujuria... Después de todo... Él seguía siendo un niño.
—Lo siento Coronel...—
Su mano viajó hasta su bolsillo, sacó el reloj de plata y lo dejó en la mesita. De inmediato se levantó.
—No quiero verlo más... Usted solo me hace sentir confundido.—
El no podía traicionar mi confianza de esa manera, no lo preví. Éste niño es toda una cajita diminuta de sorpresas.
Eso debería de ser lo correcto pero ¿Por qué no estoy conforme? Aún no he disfrutado como me lo propuse... Esa deliciosa estrechez, aunque por pocos segundos sentí, me fascinó.
¿A qué estaba jugando? Éste niño no es tonto, sabe que estoy dudando, sin embargo sus palabras no tiemblan ni un poco, a pocos segundos de que abandone la habitación le llamo.
—¿Vas a abandonar el puesto?—
—¿No le quedó claro?—
Con coraje me levanté, tanta rebeldía no podía ser posible, sin embargo éste niño es símbolo vivo de lo imposible, antinatural e incorrecto, para mí. Lo tomé de los brazos y lo giré contra la pared más cercana. Me está manipulando, lo sé, aún si quiero caer.
Me mira con temor, nuevamente actúe agresivo para con el, si bien pude haber seguido... Me detuve por el intenso pesar emocional que me hubiera causado eso, se acerca a mi y coloca su carita en mi pecho, suspira. Logró sorprenderme y mantenerme quieto.
Un abrazo... Está bien, un padre abraza a su hijo ¿No?
"Tú no eres su padre Roy. No puedes considerarte como uno... ¡Mira lo que le haces al niño!"
“¡Cógelo! Solo hazlo ¡No importa si se resiste... Hazlo fuerte.”
¿Qué demonios fué eso? Pude verme en dos planos... Fué efímero, pero pude verme... Podría denominarlo como: "El bueno y El malo." ¿Es la moral dividida? O ¿Me estaba volviendo loco?
Su rostro ahora me mira, nota mi angustia y sigue estrechándome con fuerza. Pareciera quererse fundir conmigo... Convertirnos en uno, jamás separamos de nuevo.
"¡No, Roy!"
“¡Sí, Roy!”