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Su mirada confundida sobre mi, pesaba y me hundía, sus manos tocando mi rostro dejaban en evidencia que claramente; él no deseaba tal cosa. Pero yo sentía, que al final de todo el resultado iba a ser siempre el mismo. Me soltó en cuanto comprendió que no bromeaba y se acomodó con cuidado dándome la espalda, halé la sábana para cubrir su desnudo cuerpo.

—No es necesario que lo hagas... Solo, hay que dejar de vernos... Para mí ésto nunca pasó y no te acusaré de nada... Aún tenemos metas, ¿No es así, Führer?

—¿Cómo alguien como yo puede serlo?

Edward calló y se envolvió aún más entre las sábanas. La delgada figura se notaba agitada, sollozando en ocasiones. Coloqué mis pantalones y me acerqué para rodearlo con mis brazos, sintiendo a pesar de todo, su calor corporal que me transmitía paz. Besé su cabeza en seguidas ocasiones, disfrutando del olor que guardaba su dorado cabello.

Él comenzaba a calmarse poco a poco. Finalmente giró el cuerpo dejando ver su rostro preocupado un poco húmedo y triste. Besé su frente con lentitud.

—No hagas tal cosa nunca, Roy.

Mi alma se sintió completa en ese momento, con ésas palabras, entonces eso significa que él no tenía ningún resentimiento hacia mi, por ahora. Un peso extremo se fué de mis hombros.

—Coronel... Hgg... Aquí no.

Su voz se escuchaba apenas en la inmensidad de la oficina, era una de las horas pico en el cuartel. Logré dejarle sentado en el escritorio, dejando su espalda hacia la puerta. Sus manos intentaban rechazarme como podían, mientras que sus mejillas encendidas se tornaban aún más rojas. Finalmente el contacto visual se efectuó, suspiró y asintió con la cabeza. Completamente recostado en el escritorio, sus pantalones pronto me estorbaron.

Estaba avergonzado y se notaba, pero pronto sus gestos me indicaron a seguir y no detenerme ante nada. Tomé sus piernas con cuidado, él tan sólo cubría su boca con ambas manos.

Después de haberle preparado debidamente entré en el, pero parecía no acostumbrarse sus ojos lagrimeaban y parecía estar sufriendo de nuevo.

—¡Coronel... Es una emergencia!... ¿...

Havoc quedó completamente callado, Edward asustado comenzó a empujarme. El teniente miraba horrorizado la escena, de inmediato cubrí su cuerpo con mi chaqueta.

—¿Pero que demonios le está haciendo al niño!

Y no le culpaba, yo mismo me hacía esa pregunta todos los días, y a juzgar por la escena y el rostro asustado del niño, el culpable era tan sólo yo.

De inmediato actuó acercándose quitándome al niño de entre los brazos, de inmediato le cubrió preguntando infinitas veces si estaba bien, si yo le había lastimado y si yo le había obligado a tales cosas.

Mientras que yo con prisas arreglaba mis ropas, estaba en problema y bien lo sabía, Edward no decía nada, no sabía como actuar quizá, todo el miedo de ambos cayó sobre mí.

—¡No, te equivocas! Déjame explicarte... ¡No digas nada!

—¿Cómo no puedo decir nada, coronel? Usted estaba... Estaba...

Me dolía la cabeza y no sabía que hacer en esa situación, jamás imaginé que algo como Éso fuese a pasar. El hubiera no existe, pero... Le hubiese hecho caso desde el principio, detenerme en cuento me dijese que no.

—¡Estaba abusando de un niño!

Entre todo el alboroto, otros dos oficiales entraron junto con la teniente que miraba todo el desastre incrédula. Su mirada era de profunda decepción, y éso sólo logró condenarme aún más. Edward me miraba asustado, pero comprendía de igual manera que no debía decir nada imprudente. Ésto era serio y él era lo bastante inteligente para darse cuenta.

Cómo parte del protocolo, ella pasó a ser la persona que daba las órdenes ahora.

—Llevenlo a los separos, haré el informe sobre todo ésto, lleven a Edward a la enfermería y pongan al tanto al doctor de la situación para que el niño sea revisado. Mustang... No puedo creerlo.

Todos le obedecieron sin excepción, mi niño tan sólo se negaba a ir, pero entre dos lo separaron de mi, tal vez fué el peor episodio en mi vida y esa sensación de no saber lo que pasará me carcomía.





Habían pasado dos días, y yo aún no sabía nada de él, mi situación era crítica, estaba a punto de ser llevado al juzgado, pues la declaración del niño de nada serviría. Tuve la obligación de decir absolutamente todo lo que había pasado entre ambos, con arrepentimiento en las palabras pero no en los sentimientos.

—Se tomará en cuenta la declaración del niño.

—Pero jefe, el no quiere hablar ni con su propio hermano.

Todo era un desastre, y peor aún, no sabía cómo se encontraba él. Tampoco sabía lo que diría, si me acusaría o no. Estar en una celda fría no me reconfortaba en lo absoluto, no saber nada de lo que pasaría con el.

—Hasta ahora, sabemos que mantienen a Edward en aislamiento, para evitar que su declaración pueda cambiar.

Me explicaban mientras pasaban papeles en la tablilla, leyendo información que de nada me servía, suspiré con pesar pasando en varias ocasiones mis manos por mi cabello, con desesperación.


—No, No me ha obligado a nada.

Exclamó ante el juez frente a él.


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No todo es miel. v: VIENE lo peor. :3

Gracias por leer, espero les gustes.

B L O C K A D E S [HIATUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora