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Por parte laboral, después de eso tuve que verle y buscarle varias veces para diferentes trabajos, la verdad; es que hubiese preferido hacerlo todo yo. Aunque implicara mucho más trabajo par mí, pero por ahora, tenía que obedecer las órdenes.

—Ten cuidado, el terreno es húmedo.

Parece ignorar mis palabras, pero le noto mucho mas cuidadoso al caminar, es de noche y la lluvia no daba mucha visibilidad, no podíamos encender ningún tipo de lámparas, ya que debíamos ser discretos y silenciosos. No era algo difícil, tan sólo arrestar a un criminal.

Afortunadamente, él era profesional en el asunto, aunque hacer desastre también era su profesión. Sin embargo, se logró la misión.

—Necesito que vengas a mi casa, te daré algunos papeles importantes. Confidenciales, así que ven solo.

—No tiene sentido, de una u otra forma terminaré mostrándole a mi hermano.

Mi mirada en él le regaña en silencio, parece entenderlo y después asiente. Toma su abrigo del suelo y lo cuelga en su hombro, adelantándose y negándose a ir en automóvil. Por obvias razones llegué mucho antes a casa, dandome tiempo para cambiarme de ropa y secar mi cabello.

Pareciese que le llamé con el pensamiento, pues justo tenía toda mi mente en su persona, anunció su llegada con fuertes toquidos y gritos variados, una sonrisa chueca es lo único que pudo hacer al abrir la puerta y observarlo. Me quité de enfrente dejándolo pasar, después extendió su mano húmeda hacia mi.

—¿Qué?

—¿Cómo que: "Qué"? Dame los papeles.

Mis intentos de ser "delicado" con él se frustran de inmediato su actitud agresiva aparece, cierro la puerta con el pestillo, sin nervios. Sus ojos cansados me miran, intentando transmitir la rotunda negación que me dará seguramente.

—No quiero.

Sentenció dando pasos hacia atrás mientras que yo los daba hacia enfrente. Confundido y molesto puedo oír su respiración alterada, junto con el color de su cara cambiante, pues lo pálido y gélido comienzan a hacerse presente en su rostro.

—No es eso Ed, tienes que bañarte. Pescarás un gran resfriado.

Sin embargo niega con la cabeza, no está escurriendo en agua, pero su ropa está parcialmente húmeda. Tan pronto como mi mano se aproxima a su rostro, da un manotazo.

—No quiero tener nada que ver contigo, no quiero ser usado...

—Tú me pediste que lo hiciera en un principio.

—Claro, tenía una visión diferente de tí. Pero eres un bastardo.

Frunció el ceño llevándose el antebrazo a la boca para poder estornudar con libertad, después me miró con un característico rencor en la mirada, me intimidó. Suspiré con calma, era ésto y más lo que me imaginaba que pasaría después de esa vez.

Crucé mis brazos esperando un momento, ordenando mis ideas; para no decir algo estúpido que pudiese herirlo aún más. Después de todo, soy el causante de sus angustian y posiblemente ahora, inseguridades.

—Edward... Eres un niño ¿Qué planeas que haga? ¿Qué pensabas que iba a hacer? Sé que no lo entiendes... Y que eres joven pero... No quería confundirte así... Me atraes... Pero solo éso.

Su rostro decepcionado me mira con atención, ¿Qué debía hacer? Ser mas que claro ya no era un opción, ya no había ningún arreglo.

—Entiendo.

Hacer lo correcto no siempre es lo mejor. Tengo muy bien planteado ese principio de muchas maneras, y no, no fuí yo: fué mi propio impulso desobediente y lo sigue siendo a pesar de todo, mordí con sutileza mis labios para evitar la ansiedad.

Y ésto no es correcto.

—No Edward... No lo entiendes.

Antes de que si quiera pudiese rechazarme le abracé con fuerza, pegando su rostro a mi pecho, besando su cabeza con suavidad, sintiendo su cuerpo vibrar y temblar por el contacto, o tal vez el frío. Y no me rechaza.

Lo levanté en vilo para llevarlo a la regadera, a pesar de su ropa empapada su temperatura estaba aumentando. No podía dejarlo ir a quien-sabe-dónde, así. Se negó pocas veces. Cayó dormido antes de dejarlo en la cama. Posiblemente el cansancio, el resfriado, sus pensamientos, ese agotamiento físico y emocional le hicieron simplemente dormir, con un gesto de angustia que me hacía sentir culpable.

No poder conciliar el sueño, ya era costumbre, tener al causante de mi desvelo durmiendo en mi cama, sólo me daba un poco de más ironía a la situación. Beber no era la salida, pero tampoco había nada mejor que hacer.

—Roy...

El llamado entre sueños del niño, lejos de alegrarle, le angustió aún más.

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Hola chicos, ya vine ¿Cómo les está tratando la cuarentena? Les dejo éste capítulo para que no se aburran.

Gracias por leer.

B L O C K A D E S [HIATUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora