Capítulo VI: Lecciones de arco

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Capítulo VI: Lecciones de arco. [Editado]

Davina miraba a su alrededor maravillada. El bosque del clan Murray era maravilloso, pero aquello la dejaba sin palabras. Nunca se había internado tanto en un bosque. Los árboles parecían llegar al cielo con sus copas, y los silbidos de las aves acompañaban al sonido de las hojas siendo movidas por la brisa.

Davina no podía hacer otra cosa que no fuera mirar a su alrededor. Ningún guerrero se acercaba a ella, ninguno hablaba con ella. Miró al único soldado que sí que iba a su lado. Tenía la piel tostada ligeramente por el sol, la pose erguida sobre el caballo. El pelo ondulado y ligeramente largo, oscuro y sus ojos, oscuros e iluminados, que la miraba fijamente.

Davina se sonrojó al notar que la había pillado evaluándole, el guerrero sonrió y acercó su caballo más a ella.

—Sabes, nunca pensé que Evander se casaría tan pronto. Tampoco pensé que encontraría a alguien que le soportase. —Elliot sacudió la cabeza y miró a la chica con pena. —Pobrecita.

El guerrero soltó una carcajada cuando Evander se acercó y le pegó una colleja. Evander miró después a Davina que los miraba a los dos sorprendida.

—Davina, este es Elliot.

—Su mejor amigo. —Evander resopló y puso los ojos en blanco, cuando uno de los otros guerreros le pidió que se acercase. Davina se giró hacia Elliot.

—Encantada.

No dijeron nada más durante todo el viaje, pero de vez en cuando Elliot le hacía comentarios acerca de los animales con los que se cruzaban, o los árboles que encontraban por el camino. El resto de guerreros estaban en silencio mirando siempre hacia delante.

Cuando cayó la noche decidieron acampar. Evander se fue con sus hombres a buscar leña mientras el resto desmontaban el campamento. Davina se quedó de pie junto a su caballo sin saber muy bien qué hacer. Elliot se acercó a ella.

—¿Todo bien?

—¿Cómo puedo ayudar?

—No hace falta que hagas nada. Lo hacen ellos encantados. —Davina miró a los guerreros que se movían resoplando y susurrando entre ellos.

—Tengo dos manos y dos piernas en perfecto estado, puedo ayudar. —Elliot sonrió. —Además, no los veo muy encantados.

—Están confundidos y aunque no lo reconozcan tienen miedo de las represalias que pueda haber. —Elliot suspiró y se pasó una mano por el pelo desordenándolo. —La vida en el clan es complicada.

—Han sido exiliados de sus tierras por mi culpa.

—Créeme la perspectiva de ser exiliado de esas tierras no es tan mala.

Davina había conocido al Laird Mackinnon, había visto los moratones en el torso de Evander y no quería llegar a imaginarse los horrores que podrían haber sufrido todos los guerreros en ese clan, pero aún así era el único hogar que conocían.

—¿Por qué quedarte allí entonces?

—Evander es mi familia, Davina. Estos guerreros son mi familia. Y ahora. —Elliot se sonrió tiernamente. —Tú también lo eres.  

Davina le sonrió de vuelta. En ese momento, Evander volvió de cazar y se acercó a Davina para enseñarle cuál sería su tienda.

Durante la cena los guerreros se pusieron lo más lejos de ella posible. Evander lo notó y frunciendo el ceño se sentó a su lado. 

—Se les pasará. —Davina asintió.

—Lo sé. Y de nuevo quiero... —Evander la cortó sonriendo.

The Healer | Highlanders IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora