T r e s

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Vio varios mensajes plasmados en la pantalla de su celular, pero solo uno le importó. Sonrió grande y adormilado al saber que su moto ya estaba reparada. Contestó con entusiasmo disimulado, para después terminarse de estirar, oyendo sonar algunos de sus huesos en el proceso. Tan temprano como era,  cama parecía una apetecible opción, quedarse entre sus suaves frazadas sonaba excelente. Sin embargo, tres golpes en su puerta y una cabeza asomándose sirvió como un rotundo no a sus impertinentes ideas.
    
   —Ya está listo el desayuno, baja en seguida —la voz de su madre le hizo cerrar los ojos una vez más, realmente no quería ponerse en pie—. Ya debo irme a trabajar, dejo a tu hermana cerca de la escuela de paso.
    
   JungKook se sentó en el medio de la cama, mirándola. Tenía el pelo desordenado, mechones yendo a direcciones diferentes. La poca luz que lograba entrar por la ventana con las cortinas cerradas le pegaba en un costado del torso desnudo, dejando apreciar su piel blanca.
    
    —¿No quieres que la lleve hasta la escuela? —se ofreció—. Si como mientras caminamos hacia allá, podré también llegar a tiempo a la mía.
   
   Su madre pareció pensarlo, con los ojos clavados en los suyos. Un suspiro largo escapó de sus labios pintados de un rojo vino, cediendo.
    
   —Está bien, pero intenta de ir rápido.
   
   El pelirrojo asintió, despidiéndose y deseándole un buen día.
   
   Cuando escuchó la puerta principal cerrarse, se levantó de un salto. Se vistió, fue al baño y, luego de volver a su habitación por sus cosas, bajó al primer piso. Ahí, su hermana lo esperaba ya comiendo.
    
    —Hola, mocosa —la saludó, sacudiéndole el cabello oscuro con afecto —. Vamos, apura. Perdemos tiempo.
   
   Recibió un mini gruñido por Gyeon. Sonrió sin que ella lo supiera, dándole la espalda para agarrar una manzana.
    
   Menos de media hora después, ya estaban en camino. JungKook llevaba su mochila y la de la niña, mostrándose como un buen hermano mayor. Sacando las bromas pesadas, los apodos ofensivos y las peleas tontas.
   
   Al llegar a la entrada de la escuela primaria, le besó la frente y le devolvió lo que era suyo. Gyeon sonrió, revelando blancos dientes parecidos a lo de su hermano.
   
   —Hoy, después de clase, buscaré la motocicleta al fin —le brillaron los ojos al decir eso—. Así que ya podremos desayunar como gente normal y civilizada. Ten buen día y golpea a muchos.
    
   Ella rió, siempre le decía lo mismo. Lo saludó con la mano alzada y entró.

  Se sentó donde correspondía, la música sonando a través de sus auriculares

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  Se sentó donde correspondía, la música sonando a través de sus auriculares. La espalda se apoyó en la pared, dejándole una vista completa de toda el aula. Faltaban por llegar, el último timbre sonaba en diez minutos.
   
   Una cabellera rubia le llamó la atención, los mechones brillando contra las luces artificiales en el techo. Desvió la mirada, sentándose bien.
    
   ¿Cómo se suponía que se empezaba una amistad? Podría decirle: “Hey, Yoongi me pidió que fuera tu amigo. A cambio, él salva mi culo de ser golpeado”. Sí, no parecía lo mejor. Era totalmente malo en hacer amistades, en establecer una conversación amigable y entretenida. Sin embargo, podría improvisar, intentarlo. No debía ser tan difícil, ¿cierto?
   
   TaeHyung tomó asiento a su lado, haciéndole un gesto con la cabeza como saludo. Vestía... un pijama. JungKook juraba que era uno. La apariencia de la tela, el corte y la forma daban todos para ser un pijama. Bueno, pensó Jeon, así no pierde tiempo en cambiarse cuando despierta.
   
   —¿Qué te pasó en el rostro?
   
   Su pregunta salió de la nada, dejando sus labios rápido, pero claro. JungKook se le quedó mirando, extrañado y algo fuera de lugar. Abrió un poco la boca cunado entendió: los raspones.
   
   —Te lo quise preguntar el primer día, pero no pareció apropiado —lo usual, claramente—. Tal vez ahora tampoco, aunque me da igual.
  
   Habló con sinceridad, mirándolo.
   
   —Son porque... —el timbre sonó, el profesor entró. Los últimos alumnos faltantes habían llegado hace unos minutos—. Después te digo.
   
   JungKook no sabía porque iba decirle, quizá por tener algún tema de conversación. Si eso ayudaba a caerle bien y acercarse a él, le diría hasta cómo su cara se arrastro por el asfalto y creyó que se había quedado sin piel.
   
   Recibió una media sonrisa de Kim, después este se giró a prestar nada de atención a la clase.

Partible e inteligente [KookTae/KookV] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora