S i e t e

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Se habían trasladado al amplio sillón. JungKook le trajo un vaso con agua a TaeHyung, el cual ya se hallaba más tranquilo. Los ojos los tenía un poco hinchados y la nariz roja por el llanto. La pupilas aún le brillaban como si, en cualquier momento, pudiese romperse de nuevo. El silencio simplemente cortado por suspiros quebradizos que soltaba el rubio de vez en cuando.
  
   La cabeza de JungKook seguía recordando la mueca afligida de TaeHyung, cómo lo miró con aquellos ojos que solían desbordar alegría... Y ahora mostraban nada más que tristeza pura. Pero había algo más, una emoción que no era capaz de descifrar.
  
   Sus rodillas se rozaron cuando TaeHyung se inclinó hacia la mesa frente de ellos, dejando el vaso ahí. Cuando su espalda tocó el respaldo nuevamente, llenó el pecho de aire.
   
   —Gracias —susurró, buscando sus ojos—. Nunca me sucedió algo así... Siempre logro calmarme. Pero ahora es distinto.
   
   Pasando los dedos por su rojo cabello, Jeon mordió su labio. Tenía curiosidad, tanta que la garganta le comenzaba a picar por preguntar.
   
   —No deberías hacer eso —TaeHyung le dio una mirada confundida—. Obligarte a calmarte. Siempre pensé que guardarnos las cosas era un veneno, se vuelve más tóxico con el paso del tiempo. Y, en algún punto, explotas. Entonces, es al vicio hacerlo de un principio... Soy malisímo explicándome, mierda.
   
   Se enredaría mil veces más si eso le daba como premio la risa auténtica de TaeHyung, la que se volvía una melodía dulce y que escucharía tantas veces sin cansarse. Le sonrió algo avergonzado por no poder ayudar con decencia.
   
   —¿Sabes en qué otra cosa eres malisímo? En consolar a alguien —rio más—. Eres un asco en eso.
   
   Las mejillas pálidas tomaron el pigmento  de un rosa brillante, la imagen le robó la atención a TaeHyung. Se quedó embobado viéndolo así por primera vez: avergonzado notoriamente. Ladeó la cabeza hacia un lado, como si estuviste observando un descubrimiento. Tanta ternura bajo de aquellas capas de chico intimidante.
   
   —Oh, el chico malo se sonrojó —burlándose de él, le picó una mejilla con el índice—. Pero si es una masita adorable.
   
    —Cállate —Refunfuñó, fingiendo que intentaba alejar su mano. Pero era débil hacia TaeHyung y su sonrisa—. Qué pesado te vuelves, eh.
   
   TaeHyung siguió jugando con los cachetes ajenos por minutos. Se había girando en su sitio, quedándose de frente a JungKook. Aplastaba su suave piel entre sus dedos y la estiraba, mientras se reía del ceño fruncido del pelirrojo. El corazón ya no le dolía tanto, la asfixia desapareció y sintió la necesidad de hablar. Porque nunca lo había hecho, jamás se otorgó el descanso de liberar lo que desde que nació soporta. ¿Cómo se sentiría? ¿O acaso sería capaz de notar el peso perdido? Como fuese, daba igual. Y tenía confianza, confianza a JungKook. Aunque, después de todo e independiente a la manera que reaccionase, no lo veía con el alcance de hacer mucho al respecto.
   
   —JungKookie... —murmuró, aún entretenido con su rostro—, ¿podría contarte algo?
   
   El otro asintió, mirándolo. Estaban cerca, y así de próximos Jeon tenía la posibilidad de viajar su vista por los lindos lunares que decoraban el rostro de TaeHyung.
   
   Poniéndose de pie, el rubio caminó hacia una pequeña biblioteca en un lado de la sala. Ahí tomó un marco con una fotografía, aplastándola contra el pecho. Sintió los latidos en sus oídos, tragando saliva y volviendo a donde antes.
   
   Extendió la foto a JungKook, sentados incluso más cerca que antes. Este la tomó entre sus manos, viéndola con calma. En la imagen se mostraba dos persona, una mujer y un hombre. Ambos estaban abrazados por los hombros, sonriendo despreocupados. El cabello de la mujer era dorado y brillante, así como el de TaeHyung. Por sonreir, los ojos los tenía achinados. Llevaba puesto un lindo vestido rojo hasta las rodillas y una chaqueta color negro. Era hermosa, no había forma de negarlo. El hombre era varios centímetros más alto, su pelo era de un negro brilloso y su sonrisa era más pequeña. Vestía un traje oscuro.
    
   —¿Son tus padres?
   
   TaeHyung apoyó la cabeza en su hombro, aún con los ojos clavados en el par de personas. Acarició el rostro femenino con el dedo sobre el vidrio, sonriendo con melancolía bañando sus expresiones.
   
   —Ella es mi madre, HaYun —se relamió los labios—. Y él es Sang, su guardaespaldas... Suelo llamarlo padre en ocasiones.
   
   Realmente el cerebro de JungKook no lograba atar cabos. Le devolvió el marco para prestarle total atención. Mechones de cabellos rubio le rozaban la mandíbula, desde esa corta distancia conseguía oler el aroma de TaeHyung.
    —Hwan, mi verdadero padre, es alguien peligroso y, así, trabaja con gente igual o peor. Por eso, antes de que yo naciera, mi madre le pidió a Sang, su cuidador y amigo, que me llevara con él lo más lejos que pudiese. HaYun había escuchado noches antes de ese pedido a Hwan gritarle a un hombre de su equipo de seguridad, le reclamaba por una supuesta infiltración que dejó saber a sus enemigos que yo estaba en camino. Por lo que pude averiguar, mi padre poseía deudas con gente muy poderosa... Y esas personas eran capaces de hacérselas pagar conmigo. Hwan es tan despreciable que ni hubiese pensado el entregar a su único hijo si eso le salvaba el trasero... Pero mi madre no iba a permitirlo.
 
   » Por el momento, no sabemos nada de él. Quizá se cansó de intentar dar conmigo. Me enteré que ya pagó sus deudas, probablemente posea otra familia. Sin embargo, no me interesa en absoluto y poco quiero saber sobre ello... Solo quiero y necesito que dejé de perseguirme.
   
   » Así que ahora vivo con Sang, el estar moviéndonos constantemente para no ser detectados ha frenado por ahora. Nuestros apellidos están cambiados, nuestra historia de vida redacta que él es un hombre que perdió a su esposa en el parto, quedándose solamente con su hijo. No tan ajeno a la realidad, mi mamá sí murió en el parto. Mas Sang jura que no fue un accidente, que murió porque así lo planeó Hwan...
   
    —¿Por qué tu madre no lo abandonó apenas lo supo?
   
    —Incluso con todo en contra de Hwan, ella no dejaría a su esposo. Sí, yo tampoco lo entiendo. Amor ciego en ese tema, tal vez.
    
   El llanto regresó, incrementándose al par que la historia fluía. Lágrimas se le deslizaban por el desolado rostro. Pero TaeHyung sintió su pecho descomprimirse un poco. Y en esta ocasión fue por su cuenta que buscó refugio en los cálidos brazos de JungKook. Hundió su nariz en largo cuello, respirando su aroma y cerrando los ojos. Permitiendo las penas drenarse en forma de agua, hipo y temblores que seguían el movimiento de su corazón.
   
   —Pensé que era horrible consolando.
   
   TaeHyung soltó una baja risita, negando con la cabeza y apretando su agarre.
  
   —Cierra la boca y abrázame, idiota.

       —Cierra la boca y abrázame, idiota

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Partible e inteligente [KookTae/KookV] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora